Se ha convertido en el hombre más rico del planeta. Conseguirlo le ha costado más de setenta años y una dedicación plena al mundo de los negocios y las inversiones. A sus 77 años –30 de agosto de 1930, Omaha, (Nebraska)-, Warren Buffett, conocido dentro del mundo financiero como el ‘Oráculo de Omaha’, ha amasado una fortuna que asciende a 62.000 millones de dólares, según el último ranking de la prestigiosa revista Forbes.

Desde muy pequeño demostró su especial habilidad en el manejo del dinero y las finanzas. Cuando otros chavales a su edad jugaban en la calle, él hacía caja. Con sólo 13 años presentó su primera declaración de la renta en la que pedía una deducción de 35% por su bicicleta.

Dos años antes, con 11, compraba sus primeras acciones. Tres títulos de Cities Service a 38 dólares cada una. Poco después de la inversión, las acciones cayeron hasta 27. Un asustado pero fuerte Warren Buffett aguantó hasta que repuntaron a 40. Entonces, rápidamente las vendió. Un error del que pronto se arrepentiría ya que las acciones de Cities Service se dispararon hasta 200 dólares. Esa primera experiencia le enseñó una de las lecciones básicas de la inversión: la paciencia es una virtud.

Precisamente, cometiendo errores y perdiendo algo de dinero en el camino -como les sucede a todos los inversores-, fue como Buffett aprendió a ganar dinero. Tal fue así que cuando se graduó, a los 17 años, tenía 9.000 dólares en el banco, mientras que con 25 años, sus ahorros ya ascendían a 140.000 dólares.

Tras su graduación, en 1947, Warren Buffett no tenía intención de ir a la Universidad, pero su padre tenía otros planes para él. Finalmente ingresó en la Wharton Business School de la Universidad de Pensilvania. Allí permaneció durante dos años quejándose de que sabía más que sus profesores. Pasado ese tiempo volvió a Nebraska donde consiguió graduarse en sólo tres años.

Posteriormente, fue sorprendentemente rechazado por la Escuela de Negocios de Harvard por ser “demasiado” joven y decidió acudir a Columbia donde recibió la tutela y formación de grandes inversores de la talla de Benjamin Graham y David Dodd. Allí obtuvo la experiencia que le cambiaría para siempre su vida.

La creación de un imperio: Berkshire Hathaway

Fue, precisamente, bajo la tutela del gurú de la inversión Graham cuando comenzó a comprar acciones de la firma textil Berkshire Hathaway en 1962. Consideraba que su precio era sensiblemente inferior a su valor intrínseco, siguiendo la filosofía de inversión que ha marcado toda su trayectoria profesional: value investing. Esto es, invertir en compañías que funcionan bien aunque sean baratas porque están pasadas de moda. A partir de entonces, Buffett fue reforzando su presencia en la compañía hasta hacerse con el control en 1965.

Su gestión al frente de la firma ha sido una fuente constante de riqueza. Según la revista Fortune, en su último ranking de 2007, Berkshire Hathaway estaba entre las quince empresas más grandes y rentables del mundo. Las cifras lo demuestran. Si el mercado bursátil ha crecido de media al 10% anual, la compañía de Buffett lo ha hecho por encima del 21%, de media, cada año desde 1965. Sus acciones han subido como la espuma desde entonces hasta alcanzar niveles récord en diciembre de 2007 al fijar un precio de 150 dólares por acción y una capitalización en torno a los 200.000 millones de dólares. Ahora, sus acciones cotizan por encima de 135 dólares y su valor de mercado supera los 145.000 millones de dólares.

El ‘Oráculo de Omaha’ es un auténtico coleccionista de pequeñas compañías. Ha comprado firmas como Dairy Queen, Geico, Fruit of de Loom, Benjamín Moore, See’s Candies, Executive Jet, entre muchos otros nombres. Asimismo, posee grandes y pequeñas participaciones en grandes firmas como Coca Cola, Ameican Express, Wells Fargo, Procter & Gamble, Moody’s Corp o Johnson & Johnson.

Precisamente hace unas semanas enseñaba sus cartas y revelaba que se había convertido en el principal accionista de Kraft Foods, el segundo mayor fabricante de alimentos del mundo, al mismo tiempo que revelaba una participación de 1,5 millones de acciones en la farmacéutica GlaxoSmithKline y se reforzaba en Wells Fargo o US Bancorp.

Una fortuna de 62.000 millones de dólares

Todas estas participaciones elevan la fortuna de Buffett hasta los 62.000 millones de dólares según Forbes. Una cifra que le ha permitido desbancar a Bill Gates como el hombre más rico del mundo, honor que ostentaba desde hacía ya trece años.

Pese a estas cifras astronómicas, este gurú de los negocios lleva una vida sencilla y dedicada a obras sociales. Vive en la misma casa que compró en 1954 y bebe cinco Cherry Cokes –coca cola de cerezas- al día. Solía conducir un Lincon de 2001 que subastó en eBay para recaudar dinero con fines benéficos y actualmente conduce un Cadillac. Además, hasta diciembre de 2006 no llevaba ni teléfono móvil y no tenía ordenador en su despacho. Ahora ya utiliza el móvil, pero no el correo electrónico.

Además, puede presumir de ser una de las personas más generosas del mundo. En junio de 2006 se comprometió por escrito a donar el 85% de su fortuna a cinco fundaciones, cuatro de ellas familiares. La que más recibirá será la que presiden sus amigos Bill y Melinda Gates.

Ahora, a sus 77 años, ya piensa en la retirada después de 40 años al pie del cañón. De hecho, en su última carta enviada a sus accionistas hace una semanas, explicaba que ya tiene tres candidatos dentro de la propia compañía para sustituirle como presidente ejecutivo, y cuatro para el cargo de director de inversiones encargado de gestionar una cartera de más de 100.000 dólares. Los requisitos: “una persona genéticamente programada, capaz de evitar grandes riesgos, emocionalmente estable, comprensiva, de mente independiente y con dotes humanas e institucionales”, dijo ya hace varios meses.

Entre los nombres que han sonado han sido los de Ajit Jain, que dirige la división reaseguradora de Berkshire; Tony Nicely, director ejecutivo de la filial Geico; Richard T. Santulli de NetJets; David Sokol, director general de MidAmerican Energy y Joseph Brandon, de General Re.

El cargo de presidente parece más claro. Todo apunta a que será su hijo Howard Buffett, que actualmente trabaja en el consejo de administración, quien ocupe el puesto de presidente para garantizar que la filosofía de Berkshire perdure. Tampoco sorprendería al mercado si otro millonario inversor, Edward Lampert, recoge el testigo de quien aprendió su filosofía de inversión, el value investing, durante su época en el banco de inversión Goldman Sachs. Buffett tiene la última palabra.

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