Banif, el principal comercializador de los famosos estructurados de Lehman Brothers en España, mantenía su confianza en estos productos hasta cinco día antes de su quiebra definitiva y recomendaba "mantener los bonos que los clientes tienen en cartera". Así se recoge en un mail enviado por
Rocío Ledesma, directora de producto del banco privado del grupo Santander, que ha sido colgado en el foro de afectados por Lehman en Internet, que justifica esta recomendación porque no contemplaba el escenario de quiebra y los estructurados acumulaban fuertes pérdidas por la caída de la bolsa. Pero los afectados consideran que "Banif conocía el riesgo de quiebra de Lehman y nos dejó hundir con él".
El citado mail reproduce la opinión de un analista que consideraba el 10 de septiembre que, en el peor de los casos, la situación acabaría en un rescate (
bail-out) o en la compra por parte de otra entidad. "Este banco no va a caer y no lo van a dejar caer!!!", exclamaba este experto de escasas dotes proféticas cuyo nombre no aparece en este correo. Por eso, consideraba que la ecuación rentabilidad-riesgo era muy atractiva no sólo para los bonos de Lehman, sino también para las acciones del banco, que se habían desplomado un 90%. Y recomendaba comprarlas "para el que tenga buen estómago y visión de medio plazo".
Ahora bien, Ledesma sí le daba cierta credibilidad a una quiebra, puesto que añadía que "en caso de
default de la entidad y ya que estas notas son deuda senior, sólo tendríamos por delante a los empleados y acreedores" en la cola para recuperar el dinero. Por cierto, de este correo también se deduce que muchos clientes de Banif sí eran conscientes de que los estructurados que habían comprado eran bonos de Lehman, porque afirma "habida cuenta de las numerosas preguntas que estamos recibiendo sobre la situación de los productos emitidos por Lehman Brothers, reiteramos la misma visión publicada en la nota" de análisis.
La versión oficial de Banif es que, si no contemplas el escenario de quiebra, no tenía sentido vender (por parte de los clientes) los bonos, puesto que éstos habían sufrido fuertes pérdidas al estar referenciados en su mayoría a la evolución de índices o valores en bolsa. Por el contrario, interesaba mantenerlos hasta el vencimiento, ya que entonces los estructurados ofrecían mayoritariamente garantía total o parcial del capital invertido. Como es sabido, el banco presidido por
Emilio Botín ha preferido
hacerse cargo de las pérdidas de los clientes en vez de absorber Banif y cargarse la marca por el tremendo daño causado a su reputación por este escándalo.
¿Qué hay detrás de estos productos?Los estructurados han sido el producto más exitoso de la banca privada en los últimos años por las buenas condiciones que ofrecía a los inversores y los altísimos márgenes que percibían las entidades comercializadoras, muy superiores a los de gestión de carteras y sicavs o a los de otros productos como los fondos de inversión. Un estructurado se compone de un bono que aporta la garantía del capital y, con los intereses que paga, se adquiere un derivado (una opción) ligado a un índice bursátil, una acción, el petróleo, las divisas, en fin, cualquier activo subyacente. Inicialmente, este tipo de productos -normalmente con forma de fondo garantizado- se construían sobre bonos del Estado y la rentabilidad que ofrecían era muy poco atractiva porque los intereses de la deuda pública eran muy bajos.
Sin embargo, la banca privada descubrió la fórmula para elevar exponencialmente era rentabilidad: utilizar bonos de entidades norteamericanas en vez de deuda pública. Estos bonos pagaban unos intereses mucho más altos a cambio de asumir el riesgo de quiebra de estos bancos, como tristemente hemos comprobado en el caso de Lehman. Pero, como acabamos de ver, este escenario no se contemplaba ni siquiera cinco días antes de hacerse realidad. Distintas fuentes consultadas hablan de unas comisiones para el banco comercializador (Banif en este caso) superiores al 5% a tres años. Además, muchos de estos productos eran
autocancelables, es decir, si el subyacente subía un determinado porcentaje se cancelaban y se pagaba el interés pactado al inversor. Inmediatamente se emitía otro producto similar... y otro 5% de comisión.
Como además la bolsa subía, las fuertes comisiones eran absorbidas inmediatamente por las ganancias del producto. Y eso animaba a ir un paso más allá: las entidades ofrecían a los clientes créditos para apalancarse, es decir, para invertir por dos o tres veces su dinero. El cliente lo aceptaba por la posibilidad de multiplicar sus ganancias -dado que el riesgo en teoría era mínimo porque se trataba de productos total o parcialmente garantizados- y el banco, aparte de incrementar las comisiones que obtenía por estos estructurados, ingresaba los intereses del préstamo. Miel sobre hojuelas, sobre todo para los asesores de banca privada, cuyo bonus depende en buena medida de los ingresos que obtiene por su cartera de clientes (el que más comisiones gana con el mismo patrimonio gestionado cobra más bonus).
Según las fuentes consultadas, era habitual en Banif y otras entidades que fueran ellos mismos los que diseñaban el producto y lo sacaban a subasta entre los interesados, subasta que ganaba el que más comisión ofrecía. Y ahí se llevaba la palma Lehman, que necesitaba liquidez a toda costa por su alto apalancamiento -no olviden que los estructurados son deuda senior del banco- y ofrecía rentabilidades del 6% hace tres años y del 8% el año pasado, que es de donde salía ese citado 5% que iba para el comercializador. En otros casos eran los estructuradores -aparte de Lehman, eran muy activos Exane, Merrill Lynch, Citigroup o Bear Stearns- los que llegaban con el producto diseñado, y trataban de colocarlo a los bancos privado. En ese caso, las comisiones de comercialización eran menores que en una subasta.