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Las cañas se vuelven lanzas, que diría el clásico. Las cuentas públicas vuelven a los números rojos, y lo malo es que lo peor está por venir. De continuar la actual tendencia, es más que probable que el conjunto de las Administraciones Públicas acabe el año con un déficit -diferencia entre los compromisos de pago y los derechos reconocidos- cercano al 1% del PIB, según las fuentes consultadas. O lo que es lo mismo: el déficit público se situará en unos 11.000 millones de euros, cifra que contrasta con los 23.139 millones de euros de superávit que se registraron el año pasado (el 2,23% del PIB).

La causa de tan abrupto cambio de tendencia tiene que ver, lógicamente, con el enfriamiento de la actividad económica, que se está llevando por delante la salud de las cuentas públicas a una velocidad asombrosa, como ha puesto de manifiesto la Intervención General del Estado. Durante el primer semestre del año, las necesidades de financiación (el déficit público) equivalen ya a 4.683 millones de euros, cuando el año pasado, en ese mismo periodo, se registraba un superávit de 5.218 millones de euros, lo que da idea de la intensidad del ajuste para las cuentas públicas.

Ningún organismo del Estado se salva de la quema, ni siquiera la Seguridad Social, que ha visto cómo en sólo seis meses sus excedentes han caído un 37%. La causa tiene que ver, básicamente, con la pérdida de intensidad del empleo, lo que explica que si en el primer semestre del año pasado el sistema público de protección social contaba con un superávit de 14.913,68 millones de euros, este año, y en ese mismo periodo, el saldo se ha situado en una cifra sensiblemente inferior, en 9.534 millones. La Seguridad Social dijo ayer el excedente era equivalente a 16.734,34 millones de euros, pero a esta cifra hay que restarle 7.200 millones en obligaciones reconocidas que, inexplicablemente, no han sido todavía imputadas contablemente. La parte sustancial (6.000 millones de euros) corresponde a la paga de verano de los pensionistas, que ha sido abonada en el mes de junio, pero que no ha sido todavía computada por razones que se desconocen. Si se incluyen tanto esta partida como otros 1.200 millones que se llevan arrastrando desde hace meses, pero que todavía no se han imputado, el resultado es que el superávit de la Seguridad Social se ha reducido en casi un 40% en apenas un semestre.

La Seguridad Social no compensará el déficit

El dato es coherente con la evolución del empleo. Mientras que los ingresos por cotizaciones sociales están creciendo un 7,12%, los pagos por pensiones aumentan un 7,89%, lo que proyectada esa relación en el tiempo explica el deterioro de las cuentas de la Seguridad Social, que, en cualquier caso, muestra todavía unos cuantiosos excedentes. Sin embargo, de mantenerse la tendencia registrada en el primer semestre del año, la Seguridad Social cerrará el año con un superávit situado entre seis y ocho décimas de PIB, muy por debajo de los 1,25 puntos porcentuales alcanzados el año pasado. Esto significa que la Seguridad Social no podrá compensar el previsible déficit que se va a producir con toda probabilidad en el resto de las administraciones Públicas.

Aunque los principales servicios de estudios todavía no han actualizado sus últimas previsiones sobre las cuentas públicas, una proyección hecha a partir de los datos actuales (que reflejan lo que ha sucedido en la mitad del ejercicio) indicarían que el Estado puede acabar el año con unas ocho décimas de déficit, frente al superávit de 1,27 puntos porcentuales de PIB alcanzados el año pasado. Las comunidades autónomas, que ya el año pasado cosecharon un déficit equivalente a 0,19 puntos de PIB (pese a que la economía creció cerca del 4%), podrían acabar este ejercicio con un déficit equivalente a cuatro o cinco décimas del PIB, al igual que las corporaciones locales, que ya el año pasado registraron números rojos equivalentes a 0,14 puntos del Producto Interior Bruto.

Dicho en otros términos, si la economía tuvo el pasado un superávit presupuestario equivalente a 23.139 millones de euros, este año acabaría con un déficit de unos 11.000 millones de euros, lo que refleja sin lugar a dudas la intensidad de la crisis económica.

Así las cosas, 2008 se cerraría con un déficit equivalente al 1% del PIB para el conjunto de las administraciones públicas, básicamente por el efecto combinado de una caída de la recaudación y por el aumento del gasto derivado de las prestaciones por desempleo. Sin embargo, como dice el responsable de unos de los grandes servicios de estudios del país, lo peor es lo que puede venir, ya que está descartado que la recuperación económica venga antes del próximo verano, lo que seguirá apretando a las cuentas públicas. Fundamentalmente debido a que nadie espera una recuperación en vertical. Aunque a partir del tercer trimestre de 2009 la economía vuelva recuperar pulso, el PIB crecerá todavía lejos de su potencial (alrededor del 3%), lo que impedirá, en el mejor de los casos, la vuelta al superávit. En el peor de los casos, si la economía no se recupera, el déficit seguiría aumentando.

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