Andrei Melnichenko es uno de los multimillonarios rusos de mayor renombre en su país: 36 años, casado, una de las 200 personas más ricas del planeta y una fortuna que alcanza los 4.600 millones de dólares.

A pesar de este brillante curriculum, Melnichenko es más conocido por sus excentricidades que por su facilidad para generar ingresos. Si en el mes de junio el ruso estaba dispuesto a pagar más de dos millones de dólares por disfrutar del dúo de Jennifer López y su marido Marc Anthony, ahora nos sorprende con el ‘hallazgo’ de su yate “A”.

Aunque el magnate se ha empeñado en mantener en secreto su nuevo ‘juguete’, lo cierto es que la embarcación se ha convertido en todo un símbolo en Rusia. Las especulaciones y los rumores no cesan: unos aseguran que “es un buque de guerra que, además de tener los cristales tintados, posee inhibidores de radar”, mientras que otros afirman que “es sumergible”.

El yate, con una longitud de eslora superior al largo de un campo de fútbol, se encuentra en el ranking de los diez yates privados más largos del mundo y le ha costado la friolera de 300 millones de dólares. Aunque lo parezca, no estamos ante un record, sino que más bien es considerado un ‘precio estándar’ en el círculo de los millonarios.

Sin embargo, lo que llama más la atención del barco es el elevadísimo consumo de diesel (alrededor de 690 galones por hora) y la seguridad de las instalaciones: las pantallas táctiles y los sensores de movimiento son sólo algunas de las medidas de seguridad de las que está dotado “A”.

Los millonarios y los yates, una combinación estridente

El señor Melnichenko no es el único multimillonario apasionado de los cruceros, sino que la gran mayoría ya se han apuntado a la ‘yatemanía’. Entre los más conocidos están el norteamericano Paul Allen, co-fundador de Microsoft, cuyo barco se sitúa en el sexto puesto del ranking de los diez yates más grandes del mundo y el ruso Roman Abramovich, que se gastó más de 400 millones de dólares en el suyo.

No podemos olvidarnos del ‘Force Blue’, propiedad de Flavio Briatore, jefe del equipo Renault de Fórmula 1, con el que el italiano refuerza su lema: “la riqueza te da la libertad y yo me siento libre”. En España también tenemos a nuestro representante: Francisco Hernando (el ‘Pocero’), dueño del ‘Clarena II’, el mayor yate de España por el que el empresario ha pagado 60 millones de euros.

Otros exquisiteces de las ‘celebrities’

No es posible hablar de extravagancias y caprichos de los millonarios sin mencionar a una familia muy especial: los Spelling. Aaron Spelling es uno de los productores de televisión más importantes de la historia. A pesar de que falleció en 2006, dejó un legado de 218 películas y series, algunas tan conocidas como ‘Dinastía’, ‘Vacaciones en el mar’ o ‘Sensación de vivir’.

Lo cierto es que la extravagancia de esta familia se concentra en su increíble mansión de Beverly Hills. La casa está equipada a todo lujo, hasta cuenta con 123 habitaciones, una bolera y una pista de patinaje sobre hielo. Hasta aquí, todo normal. Sin embargo hay que sacar a relucir una serie de extras que convierten a la mansión en toda una ‘casa de frikis’: cuenta con un museo de muñecas, cuatro bares, un jardín de rosas en el techo del garaje y lo mejor de todo, dos habitaciones para envolver regalos.

No obstante, no todos los millonarios gastan parte de su fortuna en yates y mansiones, sino que hay algunos que prefieren compensar a sus mascotas y hacerles la vida más lujosa. Este es el caso de David Duffield, fundador de PeopleSoft, que se gastó cerca de siete millones de dólares en construir una casa de lujo para sus animales, que incluye paredes de vidrio para los perros, alfombras y televisores.

Después de todo este repertorio, ¿alguien se atreve a decir que los millonarios no son excéntricos?

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