Mejor sin consejero delegado. A esta conclusión ha llegado la cúpula del Banco Popular, con su presidente Ángel Ron a la cabeza, después de que ayer viernes comunicara, ante la junta general de accionistas, la dimisión de Roberto Higuera como primer ejecutivo de la entidad, nueve meses después de haber sumido el cargo. Sus funciones quedarán asumidas por el propio presidente, que refuerza así su papel ejecutivo, mientras que otra parte quedará repartida en un órgano colegiado compuesto por seis directores de área.

 

De acuerdo con la versión oficial, la salida de Higuera tiene que ver con su jubilación, ya que en octubre cumplirá 65 años, con cuatro décadas dedicadas profesionalmente al Banco Popular. Sin embargo, el consejero delegado saliente asumió el cargo en septiembre de 2008 como un acto de responsabilidad, obligado por las circunstancias, dado que el anterior consejero delegado, José María Lucía, primer ejecutivo desde julio de 2007, tuvo que abandonar el cargo por motivos de salud. Simplemente tomaba las riendas de manera temporal.

 

Nueve meses después, después de haber realizado una transición ordenada, Higuera ha dejado el cargo de consejero delegado, pero su jubilación es sólo parcial, ya que continúa como vicepresidente y consejero, miembro de la comisión ejecutiva. “Era evidente que se trataba de una situación de interinidad”, subraya un alto directivo del sector. “Fue empujado al puesto, realmente no le apetecía ni lo ambicionaba. Sin embargo, dada su trayectoria, no creo que su salida sea muy oportuna. Parece todo un poco precipitado”.

 

En estos nueve meses, Ron e Higuera han trabajado en el diseño del nuevo organigrama. “Una firma de cazatalentos trabajó durante meses para ofrecer una terna de destacados ejecutivos de banca”, recuerdan fuentes próximas al consejo de administración. Al final, en marzo de 2009, Banco Popular fichaba como director general corporativo y de finanzas a Jacobo González Robatto, ex consejero delegado de Barclays en España, que heredaba parte de las competencias de Higuera y apuntaba a futuras cotas más altas en la organización.

 

Una cantera muy veterana

 

Históricamente, el cargo de consejero delegado a correspondido a una persona de la casa, con una dilatada carrera dentro del Popular. Esta política de cantera, sin embargo, ha llegado a su fin después de que hayan pasado por el cargo cinco ejecutivos en la última década. A finales de 1998, a las puertas de la última gran oleada de fusiones en el sistema financiero español, Ricardo Lacasa abandonaba el cargo a los 62 años después de tres ejercicios como consejero delegado. Desde entonces, el sillón de primer ejecutivo ha sido ocupado por otros cinco ejecutivos.

 

El sucesor de Lacasa fue otro hombre de banca hecho en la entidad. Fulgencio García Cuellar ejerció los galones poco más de tres años, hasta marzo de 2002, y su salida también fue vinculada a su jubilación, a pesar de que contaba entonces con 54 años. La explicación oficial duró poco tiempo, exactamente los seis meses que tardó en recalar en el Banco Pastor como primer ejecutivo. Para entonces, su cargo estaba ya ocupado por un joven Ángel Ron, que bajo la tutela de los hermanos Valls llegaba a los más alto con 40 años recién cumplidos.

 

Sin embargo, la promoción vertiginosa de Ron provocó la elección de un nuevo consejero delegado en 2004. Entonces, el elegido fue Francisco Fernández Dopico, otro veterano del Popular que permaneció en el cargo hasta julio de 2007, fecha en la que se retiró también por motivos de jubilación. Durante sus tres de gestión la entidad asumió un protagonismo especial como financiador de algunas de las grandes operaciones inmobiliarias que marcaron época antes de que la burbuja del ladrillo estallara.

 

El siguiente en tomar el testigo como consejero delegado fue José María Lucía, forjado en la cantera de Popular durante cuatro décadas. Su carrera, sin embargo, se vio truncada antes del verano de 2008 por motivos de salud, situación que provocó que otro primer ejecutivo, Roberto Higuera, virtual número tres de la entidad, asumiera de facto sus funciones hasta finalmente, en septiembre de ese año, se produjera el relevo, el quinto en sólo una década. Nada que ver con lo ocurrido en otros bancos como  Santander o BBVA, que en diez años han cambiado de consejero delegado sólo una vez. 

1.  Malinche27/06/2009, 20:08 h.

Dos notas para el articulista:

1. ¿Por qué pone en el titular de la portada CEO [abreviatura de Chief Executive Officer] teniendo en español una palabra que significa lo mismo como es el caso de Consejero Delegado?

2. Una falta de ortografía horrorosa: "el cargo de consejero delegado a correspondido [...]" ¡A esa conjugación del verbo haber le falta la "h"!

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