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“En el comunicado nos acusan de huelga de celo soterradamente. Pero lo hacen de forma abierta en su política de comunicación y en petit comité”, aseguran fuentes del Sepla cuando apenas han pasado dos días desde que empezó a redactarse el documento y seis desde que ambas partes anunciaron un, por lo que se ve, frágil preacuerdo. ¿Por qué se volvió a la normalidad en los vuelos en cuanto se llegó a ese compromiso? La compañía se sonríe y acude a la huelga encubierta. Para los pilotos, Iberia ya había normalizado la situación 10 antes del apretón de manos con medidas como la subcontratación de 300 mecánicos y de los aviones que no tenía, con sus tripulaciones. “Además, ya estamos en la programación de enero, en temporada baja y en plena crisis. Hay muchos menos vuelos”, se asegura.

Aunque en su comunicado del lunes Iberia evita citar la huelga de celo de los pilotos, sí deja claro que “ha recuperado las cifras de puntualidad habituales en la compañía (…) Ayer, y a pesar de las difíciles condiciones meteorológicas en buena parte de España y Europa, el 85% de los vuelos salió en hora, un índice superior al que se registraba hasta noviembre del año pasado y que situaba a Iberia como la compañía de red más puntual de Europa. Según el Sepla, “es una forma de decir que los pilotos cuando quieren, pueden. Basta con leer entre líneas”. El malestar en el sindicato se completa con que no se creen los datos de puntualidad facilitados, un argumento que han repetido desde que el 4 de diciembre comenzó a complicarse la operativa de la aerolínea.

Los avances y retrocesos en las negociaciones entre pilotos y dirección son habituales en un historial de desencuentros difícilmente repetible; sólo el tiempo dirá cuál es el alcance de este nuevo traspiés. El presidente del Sepla, Justo Peral, ya templaba gaitas justo después de la firma del preacuerdo al asegurar que la renovación del convenio colectivo debería ser aprobada por la asamblea de pilotos. Una ruptura también dejaría en papel mojado la retirada de los expedientes abiertos por la aerolínea contra pilotos de Iberia por presuntamente secundar la huelga de celo, disposición incluida en el pacto. Aunque desde Iberia se anunció la apertura de 41 expedientes, Peral aseguró que tan sólo se iniciaron diligencias contra diez pilotos.

Apenas reclamaciones

La ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, que comparecía ayer en el Congreso para intentar dar una explicación del caos provocado en Madrid por la nevada del 9 de enero, se refirió a la presunta huelga de celo como “un conflicto no explícito en la negociación con los pilotos”. Según explicó, la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) sólo había recibido a 25 de enero 190 reclamaciones de pasajeros afectados por las alteraciones en las operaciones de Iberia. En todo caso, pese a haberse referido en más de una ocasión al problema como “un conflicto interno de una compañía privada”, ayer precisó que desde su Ministerio siempre se intenta suavizar. “Mi equipo ayuda, muchas veces sin que se vea”, matizó de forma algo críptica. La AESA tiene en marcha un expediente a Iberia para comprobar si la compañía ha cometido alguna infracción.

En la demanda del Sepla, presentada en el juzgado de primera instancia de Madrid contra el director general de la aerolínea, Enrique Donaire, los pilotos no sólo negaban estar realizando la citada huelga, sino que acusaban a la compañía, a través del directivo, de “poner en riesgo la seguridad de las operaciones”. Según la demanda de conciliación previa a la interposición de una querella, la actuación de la compañía, a través de Donaire, estaba provocando un estado de tensión y crispación de los usuarios contra los pilotos “que ya han producido diversos e importantes incidentes y que pueden provocar desgracias (…) ante reacciones que pudieran ser de carácter violento de algunos pasajeros”. El procedimiento se había paralizado y el Sepla amenaza ahora con reactivarlo.

En su argumentación, los pilotos estimaban que las imputaciones de huelga de celo por parte de la compañía son “graves y falaces” y no sólo solicitaban una rectificación, sino una indemnización de tres millones de euros. En el fondo, la demanda plantea lo que no han dejado de pensar los pilotos, pese a suscribir el acuerdo. Y es que en el documento acusaban a la empresa de estar llevando a cabo “una campaña orquestada y dirigida en los medios de comunicación” y a su director general de estar lanzando “acusaciones en público y en privado (…) contra el Sepla por estar detrás y alentar una huelga de celo”. El desencuentro que se escenificará hoy pone de manifiesto la precariedad de un acuerdo que, de hecho, tan sólo tiene validez para este año.

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