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No era tarde para vendettas en plaza pública. La embajada de Italia en Madrid sirvió anoche como foro para un reencuentro entre dos socios que no son todavía amigos. Con el pretexto del estreno de la nueva iluminación del singular palacete, sito entre las céntricas calles de Lagasca y Velázquez, la empresa eléctrica Enel consiguió reunir a lo más granado y selecto del sector eléctrico español, así como a buena parte de la élite empresarial italiana que tiene oficina y negocio en España. Mucho traje diplomático y los primeros vestidos de gasa veraniegos.

La cita concentraba todo su interés en el encuentro que debía producirse, bajo los focos periodísticos, entre los hombres que se reparten el poder de Endesa: el anfitrión italiano, Fulvio Conti, presidente de Enel, y José Manuel Entrecanales, presiente de Acciona, que a pesar de su condición de local jugaba esa tarde noche como foráneo. Con toda la puesta en escena acompañando, el simulacro de camaradería ofrecido por el emperador romano, con intento de abrazo incluido, quedó reducido por su socio español a un simple y agitado apretón de manos.

Acciona y Enel comparten poderes en Endesa a partes iguales. Sin embargo, Entrecanales preside y desempata un consejo paritario a pesar de que el grupo español solo posee un 23%, por el 67% que controla la eléctrica italiana. Tal vez por este sui generis pacto entre iguales, Fulvio Conti no se ha atrevido a levantar la voz tras el reciente golpe de estado efectuado por los accionas en la cúpula directiva de Endesa. Con un suave y educado hilo de voz, el italiano reconoció que ha exigido nombrar a dos altos ejecutivos para resarcirse de la villanía recibida por el bravo José Manuel.

Tal vez por la atmósfera italiana del lugar, los saludos entre los asistentes eran más efusivos que de costumbre, con sonoros abrazos que se adornaban exageradamente con una explosión recíproca de palmadas sobre la espalda. Amigos y competidores derrochaban camaradería. Estaban casi todos los que son. Era más fácil contar las estrellas ausentes: Ignacio Sánchez Galán (Iberdrola) y Florentino Pérez (ACS). El resto, accionistas o propietarios, estaban todos, engalanados ante la invitación de Fulvio conti, el nuevo en el patio del kilowatio hispano.

Reunión de viejas glorias

Sin riesgo de sobrecarga, todos los santos varones de la luz pisaron la embajada. italiana, afanosamente atentida por su embajador Pasquale Terraciano. Se vieron y mezclaron Pedro López Jiménez (Fenosa), Rodolfo Martín Villa (ex Endesa), Miguel Angel Antoñanzas (Viesgo), Honorato López Isla (Fenosa), Rafael Miranda (Endesa), Pepe Bogas (Endesa)... es decir, los mismos de hace 20 años si no fuera por la irrupción de enfant Entrecanales, para disgusto del presente Rafael Vilaseca (Gas Natural), que afanosamente luchó, animado por su padrino Antonio Brufau (Repsol), por quedarse con la pieza de Endesa que Manuel Pizarro no quiso venderle.

Para que no resultara una concentración monotemática, con todo el mundo hablando de tarifas, incluidas las santas esposas, el acto contó con la presencia en la platea de empresarios como Jesús Salazar (Sos Cuetara), Aldo Olcese (Telepizza), Salvador Alemany (Abertis), Juan Iranzo (IEE) o el italiano Paolo Vasile (Tele 5). El abanico de asistentes también dejó un hueco a banqueros y abogados, entre los que se hizo ver Borja Prado, el hombre de Mediobanca en la Península, representante de Mediaset y Enel, y para colmo, en alarde máximo de equilibrismo, amigo íntimo de José Manuel Entrecanales.

Dispersos, sin encontrar su sitio, también se dejaron ver algunos rostros políticos. Aportaron la cuota institucional del Gobierno, estuvieron presentes dos secretarios de Estado, el técnico Francisco Ros (Telecomunicaciones) y el polivalente Diego López Garrido (Unión Europea), ajenos a la fiesta. Quien sí estaba en su salsa era el ex ministro Claudio Aranzadi, uno de los cerebros socialistas en la sombra para producir doctrina sobre los temas energéticos. Pocos, por no decir ninguno, fueron los políticos del PP presentes en el acto, que debían estar todos "conspirando".

No hubo mucha mezcolanza entre las distintas famiglias reunidas. El clan Entrecanales se hizo fuerte en uno de los extremos del jardín. Allí se ubicó el jefe, acompañado al acto por su esposa, y el resto de accionas, como su primo Juancho Entrecanales, el comunicador Pio Cabanillas, el jurídico Jorge Vega Penichet o la flamante y recién promocionada Carmen Becerril, única mujer presente por su condición de ejecutiva y no de acompañante. Las tropas de Enel, por ser mayoría, ocuparon más espacio y se repartieron distintos frentes, aunque resultaban anónimas para la gran mayoría.

Los últimos, los más jugosos

Llegaron tarde, pero por separado, dos caras conocidas, aunque no relacionadas directamente con el kilowatio. Justo a tiempo para el juego de pirotécnica aterrizó Manuel Manrique, vicepresidente de SacyrVallehermoso, bien plantado, pelo ordenado como a primera hora del día y algo deshubicado hasta que encontró algún rostro conocido entre las sombras de los jardines. Nadie discute que su mundo es el ladrillo y la obra pública, pero desde su entrada en Repsol se ve que tiene que estar al día en cuestiones de energía.

Poco tiempo después, ya con noche cerrada, apareció el funcionario de las grandes empresas. David Taguas, desde hace unas semanas presidente de SEOPAN, la patronal de los grandes constructores, acudió a la fiesta acompañado de su esposa. No iba a trabajar, pero inevitablemente su conversación con Juancho Entrecanales y Carmen Becerril discurrió sobre los temas que suelen mantener empleados y empleadores. Aún así, el ex jefe de la Oficina Económica de Moncloa se atrevió a dibujar una sonrisa mientras departían en voz baja.

Todo terminó cuando las nuevas luces de la Embajada asomaron por repisas y balconadas. Acabaron entonces las confesiones más interesantes y volvió el circo de las conversaciones formales y diplomáticas. Afuera aguardaba la cohorte de chóferes y escoltas, dispuesta a cumplir con su último servicio del día, que sólo pudo imaginar la concentración de poder y dinero que tuvo cita en los jardines de la embajada por el resplandor que asomaba tras los setos. No en vano, casi todos los presentes eran prohombres del kilovatio.

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