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CEOE reconoce que su guerra interna no quedará resuelta hasta las elecciones de la patronal en 2010

CEOE Gerardo Díaz Ferrán Juan Jiménez Aguilar Santiago Herrero

@Daniel Toledo.- - 13/06/2008 06:00h

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CEOE reconoce que su guerra interna no quedará resuelta hasta las elecciones de la patronal en 2010
 El presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán (Efe).

Gerardo Díaz Ferrán era durante la última fiesta de la Hispanidad, el pasado de 12 de octubre, un hombre con una misión: elaborar de su puño y letra el programa estratégico interno que varias veces le había solicitado a su número dos, Juan Jiménez Aguilar, y éste había eludido redactar. Un arranque de rabia. Acaso un órdago. “Juan pensaba que Gerardo llegaba a CEOE para ser la guinda del pastel, con una función meramente representativa, y que, en el fondo, la organización la controlaría él. Pero Gerardo llegó para mandar. Nunca ha habido química personal y no la habrá”, aseguran fuentes próximas a la confederación.

Es más, nadie en la casa cuenta con que la crisis abierta por esta discrepancia pueda resolverse y sólo queda esperar a las elecciones previstas para principios de 2010. La duda es si el difícil equilibrio sostenido con alfileres en la organización aguantará hasta entonces. “Lo normal es que se encone y se agudice. En cuanto pase el verano tendremos 2009 encima y, según se vaya acercando la fecha de los comicios, cada parte irá fijando su estrategia y posicionándose; es decir, las tensiones se irán acentuando”, explican estas fuentes.

De momento, reina una calma chicha –algún miembro de alto nivel en la patronal habla de una suerte de pacto de no agresión- a la espera de que se presente a la Junta Directiva del próximo martes el informe económico elaborado por José Luis Feito, del que saldrán las propuestas económicas que CEOE presentará al Gobierno. El propio vicepresidente Pedro Solbes estará como invitado en la Junta. “Debe darse una visión unitaria –apuntan estas fuentes-. Dicho esto, si pasa el tiempo, no se aguanta y hay que hacer una crisis, que se haga, pero lo que no tiene sentido es cargarse poco a poco la organización. Parece que algunos no pueden esperar un año y medio”.

O sí. De hecho, que las armas ya se afilan para 2010 no escapa nadie. Y es que nadie en CEOE duda de que Santiago Herrero, presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA) y uno de los más significados del sector crítico, intentará de nuevo desembarcar en Madrid, tras su pugna frustrada con Díaz Ferrán cuando José María Cuevas abandonaba la presidencia. “A los que se han portado bien con nosotros les respetaremos el puesto”, han bromeado miembros de la CEA con compañeros de la organización en Madrid. En el frente crítico, además del propio Jiménez Aguilar, destaca Jesús Barcenas, presidente de Cepyme.

“Puede haber muchos candidatos. Sólo se necesita un 3% del cuerpo electoral para presentarse. Apenas 20 avales de cuatro organizaciones diferentes. El cambio en los Estatutos promovido por Cuevas permite que no sea obligatorio para las candidaturas publicar los nombres de quiénes formarían su junta directiva. Si pensamos que hay 770 vocales y más de 200 organizaciones, es fácil optar a la presidencia. Queda por ver si se forma un frente común entre los más críticos”, explican.

Fotocopias para todos

La guerra que llevará tortuosamente a los próximos comicios se fue dibujando en el horizonte mientras los tanques desfilaban por las calles de Madrid. Juan Jiménez Aguilar instó a Díaz Ferrán en la famosa reunión sobre el plan estratégico a que retirara su borrador. Consiguió su objetivo, pero el mal estaba hecho. Las copias que había repartido el presidente corrieron como la pólvora. “Gerardo hizo fotocopias para todos, y más que se hicieron luego. Lo raro es que alguien no lo tuviera al minuto”, reconocen los que tuvieron acceso al contenido de la reunión. Esa disputa no fue el último rifirrafe antes de la ruptura definitiva. Hay desencuentros pequeños, anecdóticos desde fuera, pero que terminaron de minar el débil status quo.

Durante la campaña electoral, el entonces candidato socialista a la presidencia, José Luis Rodríguez Zapatero, citó a Díaz Ferrán y a los sindicatos en Ferraz para hacerles llegar un documento sobre su visión del diálogo social. Cuando Díaz Ferrán ya salía para la sede socialista supo por el jefe de gabinete de Zapatero, José Enrique Serrano, que desde CEOE se había cambiado el lugar de la cita: sería en Moncloa. Nadie se lo había dicho a Díaz Ferrán. Aunque es posible que CCOO también tuviera que ver en el cambio, ya que no quería ir a Ferraz, lo cierto es que Díaz Ferrán se sintió desairado y el episodio reforzó todavía más la corriente de desconfianza interna.

A partir de aquí la historia es conocida. Díaz Ferrán se plantea en marzo el relevo de Jiménez Aguilar. Su idea era nombrarle vicepresidente primero pero quitarle la secretaría general, que es realmente desde donde se controla de forma ejecutiva la organización en tanto se manejan los fondos. “Era una ilusión. Nunca lo hubiera sacado adelante en el Comité Ejecutivo”, dejan claro algunas fuentes, que sostienen firmemente que Díaz Ferrán no ha sabido manejar los tiempos para los cambios. La pretensión de Díaz Ferrán era nombrar número dos a José María Lacasa, responsable del ámbito internacional en CEOE y hombre con más de 30 años en la confederación. El órdago lo zanjaron Díaz Ferrán y Jiménez Aguilar sin que llegara a los órganos de decisión. Lo que para algunos fue un pacto de no agresión hasta las elecciones de 2010, para otros fue “lo menos parecido al final de la guerra. Entonces se abrió de verdad”.

¿Elogios de más?

Y es que desde ese momento han arreciado las críticas, sotto voce y a pleno pulmón, a Díaz Ferrán. “Muchos no encuentran sentido a que un día expongan en CEOE sus problemas, con una situación económica de crisis, y que, al día siguiente, su presidente aparezca lanzando encendidos elogios al Gobierno. No le debe ningún favor a nadie, pero no podemos dar esa impresión”, aseguran personas con altas responsabilidades en la organización. Quienes conocen el entorno de Díaz Ferrán estiman, sin embargo, que se está crucificando diariamente al presidente sin entender “que él tiene su forma de ser”. Además, tampoco comparten críticas como las recibidas desde dentro tras sus elogios a Solbes durante una misión empresarial abanderada por el Rey en Arabia Saudí. “¿Acaso lo correcto sería que pusiera a caldo al Gobierno? ¿Qué se supone que debe hacer?”, se preguntan.

De aquí se deriva una segunda crítica. Muchos no creen compatibles las agendas de Díaz Ferrán como empresario y como presidente de CEOE. “La Confederación requiere dedicación exclusiva, como tenía Cuevas”, aseguran. Tampoco se ve con buenos ojos que el presidente de los empresarios españoles esté imputado -junto a su socio en Marsans, Gonzalo Pascual- por la titular del juzgado 35 de Madrid, Gemma Gallego, por un presunto delito de estafa procesal, delito tributario, falsedad documental y desvío de fondos públicos tras la privatización de Aerolíneas Argentinas en septiembre de 2001. El Gobierno español vendió entonces, a través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (Sepi), Aerolíneas a Air Comet, concediéndole 803 millones de euros para reflotar la compañía. La juez ve indicios de que ese dinero nunca llegó a su destino y la publicación del informe pericial de la Agencia Tributaria podría acelerar la causa.

“Lo que está claro es que Díaz Ferrán no renovará mandato si insiste en su idea de hacer de CEOE un lobby sectorial. Chocaría de lleno con las organizaciones territoriales y, sin ellas, no tiene nada que hacer en unas elecciones”, concluyen fuentes al más alto nivel. Los defensores de Díaz Ferrán aclaran que el presidente, más que hacer un lobby de CEOE, lo que pretende es recluir cada vez más la financiación al ámbito privado para evitar vivir “colgado” del Presupuesto del Estado, “como hacen los sindicatos”. Dos formas de concebir la estructura que, si nada lo impide antes, colisionarán finalmente en las urnas.

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