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¿Roveratix? Un presidente resistente -ahora y siempre- ante el invasor, legiones de "naranjeros y golfistas", como las llamó hace un año, intentaban tomar el control de la constructora en que llevaba trabajando durante más de tres décadas. Le pueden llamar irreductible. Se ha ganado a pulso este apelativo. A este galo de 63 años, la perseverancia, la tozudez y la astucia le han valido la victoria en una de las guerras más cruentas de la Europa empresarial, un Francia-España, que ha terminado con victoria gala.

Jean Francois Roverato, presidente ejecutivo de Eiffage, ha desplegado durante 24 meses una defensa numantina frente al asedio del invasor Sacyr, encarnado por Luis del Rivero. Un mano a mano que ha tenido sus fases de victoria virtual para cada uno, y cuyo desenlace se ha dilucidado por un maratoniano agotamiento. Las jugadas de ambos serían dignas de estudiarse en una escuela de negocios como ejemplos de estrategia empresarial. No se enseña en los libros. Se aprende en la escuela de la vida empresarial.

Sacyr, el incómodo enemigo, comenzó a entrar en su territorio, en su capital, con claras intenciones de hacerse con el control de la compañía que presidía desde 1987. Roverato dejó de presidir temporalmente la empresa desde abril de 2007, para retomar después las riendas -que siempre mantuvo en la sombra- en diciembre pasado. Eiffage, la séptima constructora europea por facturación, se colocaba en el centro de interés de un grupo español sumamente beligerante, capaz de proyectos de alto descaro como entrar en el capital del segundo mayor banco de España, el BBVA, y pedir asiento en el consejo de administración. Una proeza con trasfondo político.

Era asimismo una pequeña constructora hace sólo unos años capaz también de comerse la mayor inmobiliaria del país, Vallehermoso, entre 2003 y 2004. Un grupo capaz de convertirse en el primer accionista de la empresa con mayor facturación de España, la petrolera Repsol. Pero incapaz, al fin y al cabo, de hacerse con su rival francesa. La batalla comenzó en febrero de 2006 cuando Sacyr adquirió el 5% de Eiffage por 200 millones. Sólo una semana más tarde comenzaba el ataque al elevar su participación al 10%. La Junta General de Accionistas (JGA) esperaba a la vuelta de la esquina. Del Rivero y el imperio Sacyr -Loureda, Abelló y Manrique- iban lanzados.

La española alcanzaba el 32% del capital, pero el 18 de abril de 2006 -hace justo dos años- la Junta de Eiffage impedía su entrada en el consejo. Comenzaba la guerra. En diciembre, Eiffage volvería a cerrar las puertas de su consejo a Sacyr -pese a contar con un tercio de las acciones- por falta de vacantes en su consejo. La situación se atascaba. En abril de 2007, Rayet, Luis Portillo, Joaquín Rivero y una decena de institucionales tomaron posiciones en la francesa hasta acumular el 15% del capital. Roverato acusó a los accionistas españoles de actuar en concierto y rebajó sus derechos de voto, volviendo a bloquear el asalto. Al día siguiente, Del Rivero contraatacó con una OPA sobre el 100% de Eiffage con canje de acciones. Una jugada brillante sobre el papel, pero sólo el principio del fin.

Roverato mantenía su defensa de alfiles y torres. Había construído un bloque de resistencia en el accionariado constituido esencialmente con la participación de los empleados, a los que reforzó con una ampliación de capital reservada para ellos. Con ese 22,4% del capital, sumó el 5% en manos de los directivos en el fondo Eiffame, y el 8,5% adquirido por la Caisse des Depots et Consignations CDC), el brazo industrial del Estado francés cuyo responsable último es el Ejecutivo que dirige Nicolás Sarkozy. Para impedir fisuras en este bloque, el presidente de Eiffage ha llegado a bloquear la venta de los títulos de una parte de los empleados accionistas.

A finales de junio, la AMF, el equivalente a la CNMV en Francia, rechazó la OPA al entender que Sacyr actúa en concierto con el resto de accionistas españoles e impone una dolorosa pica al grupo español: deberá lanzar una oferta de compra en metálico al precio máximo alcanzado por Eiffage, 127 euros por acción. Sacyr recurrió y la batalla pasó a estar al ciento por ciento en el terreno judicial. Esta semana, se termina la guerra. Sacyr dice au revoir a Francia. Se ha retirado y vendido sus acciones a 62 euros por acción -con pérdidas- a un grupo de inversores franceses a cambio de que Eiffage retire todo procedimiento judicial. Hecho.

La séptima constructora europea

Roverato, nacido en 1944 y formado como ingeniero en los centros más elitistas de Francia (la Escuela Politécnica y la Escuela Nacional de Puentes y Calzadas), trabajó entre 1969 y 1972 en los ministerios de Obras Públicas y Vivienda, antes de dirigir, entre 1972 y 1974, el organismo de viviendas sociales en el departamento de Val de Marne. En 1975 entró en su actual empresa, que entonces se llamaba todavía Fougerolle (pasó a ser Eiffage en 1993) y famosa por haber construido entre otras cosas la torre Eiffel de París, según Efe. Llegó a presidente en 1987. Bajo su batuta, la empresa ha alcanzado una dimensión europea, la séptima del continente y la tercera de Francia tras Vinci. Entre sus obras más destacadas, Eiffage se atribuye con orgullo francés la construcción de la pirámide del museo del Louvre (1989), el puente de Normandía en la desembocadura del Sena (1995), la línea de tren de alta velocidad Lyon-Marsella (2000) o el viaducto de Millau (2004). Ahora mira a España, pero no para defenderse.

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