IBEX 35  0,76%

EURO STOXX50  0,86%

DOW JONES  -0,19%

S&P 500  0,12%

NIKKEI  2,38%

EUR/USD  1,5606

(4/5 | 10 votos)

Dicen las malas lenguas que el Salón Inmobiliario de Madrid, al que algunos malintencionados le han cambiado el nombre de SIMA por el de “la SIMA”, visto el agujero que hay en el sector, la gran estrella han sido los proyectos en el extranjero, en cualquiera de sus distintas fases de desarrollo, que han sido utilizados, por muchas compañías, como tabla de salvación para solventar la difícil realidad nacional. Y que, entre todos los cantos de sirena que sonaban de stand en stand, el presidente de una de las principales cajas españolas habría sucumbido a la llamada irresistible de la compra de un par de apartamentos en Manhattan que, ya se sabe, visto como está el dólar, quien dice un par de vaqueros o el casi inevitable iPhone, dice unos metros cuadrados en el corazón financiero del planeta. No será servidor quien discuta lo que cada uno haga con su dinero, a mayor gloria de su patrimonio, ni la certeza o no de tal rumorología, pero sí que entra en el ámbito de este Valor Añadido cuestionar qué es lo que puede ocurrir, y de hecho está ocurriendo, con muchos de esos proyectos internacionales que, sobre el papel, parecen apuesta segura y, sobre todo, si muchos inversores no están incurriendo en la misma irracionalidad financiera que han supuesto importantes y recientes disgustos para numerosos bolsillos nacionales.

Y es que no se puede negar que, en los últimos años, y de forma paralela a un crecimiento sin precedentes del mercado residencial español tanto de primera como de segunda vivienda, muchas de las inmobiliarias de mayor tamaño y, con ellas, multitud de pequeños promotores, habían visto fuera de nuestras fronteras la oportunidad de replicar el modelo de negocio que tan buenos réditos, sobre cimientos que ahora se han demostrado de paja, les había dado en España. Desde Panamá y Brasil pasando por Marruecos y Europa del Este, el desembarco de los nuestros parecía recordar la época de Felipe II: en el imperio del ladrillo español, ya casi no se ponía el Sol. Poco a poco el juego de la cerilla empezó a coger ritmo y los solares y las promociones pasaban de una mano a otra a precios cada vez más elevados. No importaba que cada vez quedara menos madera y que el riesgo de quemarse fuera por minutos superior: siempre habría un inversor interesado en la apuesta por unos mercados en los que todo estaba por hacer. Hasta que no lo hubo. El problema ahora es doble: los que hicieron bien los deberes se encuentran con que el margen bruto por vivienda es sustancialmente inferior al nacional en sus buenos momentos y que, por tanto, hay que vender muchas más casas para compensar la debacle patria. Y los que sobrepagaron se encuentran con unos activos apalancados a los que a duras penas pueden dar salida con un mínimo de rentabilidad ya que, a los precios necesarios para hacer viable financieramente la venta, no hay demanda real. Ni llega la renta disponible, ni ayudan los elevados tipos de interés. La diversificación geográfica ¿es buena o mala? Depende para quién y cómo se haya gestionado, sin duda, pero para muchos promotores más que una ayuda se está convirtiendo en un problema adicional. La Armada Invencible puede empezar a batirse en retirada.

Harina de otro costal empieza a ser la estulticia inversora de los que no aprendieron que las compras sobre plano requieren, primero, conocer el mercado; segundo, analizar el precio, su evolución y la rentabilidad del alquiler; y tercero, tener contemplada una salida sobre parámetros razonables y no simplemente en que la rueda va a seguir girando indefinidamente. Pues bien, esto de la compra de apartamentos en Manhattan -Donald Trump ha vuelto a demostrar que es el Rey del Marketing, o de la jeta, que está por ver-, más allá de lo que se pueda argumentar desde el punto de vista de un dólar que puede estar barato en términos de paridad de compra pero al que condenan los vínculos con otras economías eminentemente exportadoras, no responde afirmativamente a ninguna de las tres cuestiones anteriores: en Manhattan hay bueno, malo y regular y su identificación ha de hacerse sobre el terreno. Intuitivamente, además, a uno le da por pensar que la crisis financiera va a elevar, de un modo perceptible, la oferta de vivienda, afectando al valor. Puedo estar equivocado. Los precios en la ciudad de los rascacielos están absolutamente desbocados y basta preguntar, y ver la cara, de los gestores de alguno de los fondos buitre estadounidenses que están desembarcando en España para saber donde no recomendarían meter ahora su dinero, ni de forma patrimonial. Por último, hay que plantearse quien puede comprar el activo. En el mismo Nueva York parece una opción más interesante el comprar en aquellos barrios cuya reforma urbanística está aprobada y persigue dar cobijo a estudiantes de los distintos campus universitarios.

La fábula del presidente de una de las principales cajas de España que se compró un par de apartamentos en Manhattan tiene una moraleja evidente: no es oro todo lo que reluce. Así que, a andarse con cuidado. Buen fin de semana a todos.

(4/5 | 10 votos)

Enlaces patrocinados

El equipo de redacción revisará las opiniones para evitar la difusión de comentarios no apropiados o insultos. El horario del foro es de 07:00 a 23:00 h, con horario restringido a los invitados de 10:00 a 19:00 h. Fuera de ese horario no se incluirán opiniones.

Ver más comentarios    Deja tu comentario

@S. McCoy

Experto financiero que escribe Valor Añadido. Es un incisivo analista que despertó el interés de nuestros lectores con sus brillantes y didácticos artículos sobre empresas, sectores y tendencias del mercado.

HISTORIAS DE ASIA

Mito y realidad de los ingenieros indios  Ángel Villarino/Bangalore

FONDO DE FONDOS

Latinoamérica y fragor de los ETFs  Paula Mercado

Mayo 2007

Junio 2007

Julio 2007

Agosto 2007

Septiembre 2007

Octubre 2007

Noviembre 2007

Diciembre 2007

Enero 2008

Febrero 2008

Marzo 2008

Abril 2008