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No todo son malas expectativas en la complicada situación económica global, que afecta con especial crudeza al sector financiero pero que, a su vez, se está trasladando con una velocidad inusitada a la economía real.

Centrándonos en este sector financiero en dificultades, observamos la carencia de liquidez, la falta de efectividad inmediata de las medidas de urgencia, incluso de las tomadas a gran escala por los Estados e instituciones económicas internacionales, y, sobre todo, la desconfianza mutua entre las entidades financieras que impide la fluidez de capitales necesaria para reactivar una economía próxima a la recesión.

Ahora bien, dentro de este gris panorama, lo cierto es que las entidades financieras deben seguir realizando negocio y seguir invirtiendo sus depósitos para cumplir con sus objetivos de rentabilidad. Sin duda se acogerán a todas las posibles vías de ayuda externa, al apoyo de las Administraciones Públicas y de las instituciones financieras de ámbito internacional, pero su foco de atención ha de derivarse hacia una mejor selección de los riesgos, a un mejor y más profundo análisis de sus carteras de negocio y no tanto a lograr la mayor rentabilidad.

Los proyectos de financiación, o financiación estructurada, que acometen las entidades financieras son por consiguiente una vía más que razonable para hacer una gestión segura y provechosa de los capitales disponibles. En estos proyectos, en los que con mayor o menor apalancamiento, se provee de financiación a las sociedades con iniciativas para el la creación, desarrollo y explotación de proyectos de muy diversa índole (energéticos, infraestructuras, servicios, etc.), lo fundamental está en minimizar el riesgo que impida el buen fin del proyecto financiado.

No existe otro modo mejor de minimizar la exposición al riesgo de cada proyecto que el de analizar con el mayor detalle posible y por los mejores expertos en cada materia los riesgos a los que se expone el proyecto propuesto para financiación en aspectos legales, técnicos, de mercado o, por supuesto, en la cobertura de seguros disponible para cada actividad.

Se busca llegar a una situación de seguridad en los proyectos promovidos y financiados que disminuya al máximo las posibilidades de que el promotor no pueda satisfacer la deuda contraída con sus financiadores, pero a su vez, también se logra con el exhaustivo análisis realizado dar garantías y seguridad suficientes a los financiadores que les permita distribuir el riesgo asumido en la financiación a otras entidades financieras a través de la figura de la sindicación de esos proyectos financiados. Se ataja de este modo uno de los elementos clave en la crisis financiera que estamos sufriendo, la desconfianza entre las entidades financiadoras.

Es en este sector de asesoramiento especializado en el que sin duda la situación actual permite generar unas expectativas de consolidación y crecimiento razonables: cada vez serán más los casos en los que los financiadores exijan a sus potenciales clientes, promotores de cualquier condición, la intervención de asesores externos que garanticen la viabilidad del proyecto financiado y que faciliten con su aprobación, soportada por sus conocimientos y experiencia, la distribución de los riesgos en el mercado financiero.
Y hablamos de consolidación porque hasta la fecha no viene siendo habitual este tipo de exigencias de asesoramiento técnico especializado salvo en proyectos de gran envergadura, de características peculiares o en los que tengan intervención entidades financieras del mercado anglosajón o centroeuropeo, mucho más habituadas al estudio sistemático de los proyectos. Es evidente que la necesidad obliga a no tener la seguridad en la devolución de un préstamo basándose exclusivamente en el nombre de quien lo solicita.

Desde el punto de vista de los seguros, y en el marco de este análisis profesional especializado de los riesgos, ya se admite que no puede considerarse la formalización de un préstamo mínimamente relevante sin que se haya realizado un estudio profundo de los riesgos asegurables de un proyecto, de las posibilidades de ocurrencia de un siniestro o de recepción de reclamaciones de terceros que pongan en peligro la continuidad de la actividad y, con ello, el servicio de la deuda asumida, y la elaboración a medida de un programa de seguros completo y adecuado a las características individuales y particulares de cada proyecto financiado.

Para los financiadores, las opciones pasan por la selección de los mejores asesores de seguros, equipos que cuenten con especialistas en todas las áreas de riesgo a las que pueda vincularse el proyecto, que conozcan las necesidades específicas de los financiadores y las particularidades del asesoramiento que estos requieren y, por último, que cuenten con el nivel de independencia suficiente para no afectar su compromiso de servicio con las vinculaciones comerciales en su relación con los promotores de los proyectos financiados.

El objetivo de la Unidad de Project Finance de Willis para el 2009, a pesar de la crisis o incluso gracias a ella, es el de seguir creciendo sobre la base de tener siempre presentes esos criterios fundamentales de experiencia, compromiso y especialización tanto en los riesgos analizados como en el carácter independiente del servicio de asesoramiento exigido por los financiadores.

* Pedro Antonio González es director de Project Finance de Willis Iberia

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@Pedro Antonio González*

Fuera de Cobertura es un blog de autores diversos que recoge todas aquellas colaboraciones que hacen referencia a cuestiones relacionadas con el mundo del seguro en sus distintas vertientes. Esta columna espera ser, para todos los lectores interesados en la materia, un lugar de encuentro cordial y debate intenso.

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