Sacyr Vallehermoso vuelve a nadar a contracorriente. Ayer se desplomó un 7,5%, pese a que el Ibex acabó con subidas superiores al 2,5%, dando continuidad a la euforia vivida el lunes en todas las bolsas Europeas. Pero el recobrado optimismo de los inversores no está salpicando a la constructora, que en lo que va de año ha perdido más de un 70% de su valor en bolsa y se acerca peligrosamente al soporte de los 9 euros. Ayer cerró en los 9,52 euros por título.

Malas noticias para Luis del Rivero, si puede haber más. Qué el sector inmobiliario está siendo duramente castigado por los inversores no es ningún secreto, las caídas desde que comenzó el año para todas las compañías son considerables, pero Vallehermoso se lleva la palma y ha superado ya de lejos la barrera psicológica del 50% de caída.

Aunque Sacyr no es la única compañía del mercado que está sufriendo los estragos provocados por la crisis y el pinchazo del ladrillo -desde el pasado mes de enero ACS ha perdido un 26% en bolsa, Metrovacesa un 35%, FCC un 36% y Ferrovial un 43%- sí está siendo la más castigada por un cúmulo de factores que ha provocado que la imagen de la compañía haya caído en picado.

En primer lugar, “dentro de la debilidad del sector, su situación es más precaria”, explicaba el pasado mes de julio Gonzalo Pajares, analista de Inverseguros a Cotizalia.com, “Con 20.000 millones de euros de deuda, un ratio de deuda Ebitda superior al resto, le va a ser muy difícil acceder a la financiación con buenas condiciones”.

Y es que Sacyr consiguió a la desesperada el aplazamiento por un año del crédito de 560 millones resultante de la compra de Europistas. Tal ha sido la preocupación por la imposibilidad de llegar a un acuerdo con las 27 entidades acreedoras, que la compañía puso en marcha el pasado mes de abril una Oferta Pública de Venta (OPV) y una Oferta Pública de Suscripción (OPS) de su filial de concesiones Itínere para conseguir liquidez suficiente para sufragar la deuda.

Pero no lo consiguió. La colocación en bolsa fracasó y Sacyr finalmente se ha visto obligada a poner a la venta Itínere, Valoriza y Repsol. Y es esta última la que más duele. El 20,01% que la constructora tiene en el capital de Repsol es su principal seguro de vida y lo ha aguantado hasta el extremo. Pero la contracción del crédito de los bancos ha forzado al consejo de administración a autorizar a Del Rivero que inicie las gestiones oportunas para deshacerse de la joya de la corona.

Por otro lado, el culebrón protagonizado con la francesa Eiffage, que sería el tercer factor de análisis. La debilidad demostrada en la guerra con la compañía gala, que ha llevado a Del Rivero casi a salir por la puerta de atrás, -de hecho el pasado mes de junio el presidente de Sacyr aseguró que la venta de la participación en Eiffage ha dejado en la compañía “un sabor amargo” y que “más vale una retirada a tiempo que una derrota”- pone de manifiesto que el negocio de Sacyr no cuenta con unas directrices claras desde hace tiempo.

A esto hay que sumar que la confianza se ha evaporado completamente de los mercados y que todas las medidas emprendidas por el Gobierno están siendo dirigidas directamente a la salvaguarda del sector financiero. Parece que definitivamente se ha dado por muerto al inmobiliario, que ha sido el mayor agravante de la crisis en España.