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El gran desafío de Edward Lampert

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@Elena Sanz - 09/02/2008

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El gran desafío de Edward Lampert
 Edward Lampert

La estrella de Edward Lampert se apaga. El millonario inversor, llamado a recoger el testigo de Warren Buffett como oráculo de las finanzas, no atraviesa por su mejor momento profesional. Y todo, por culpa del parón económico de Estados Unidos y la desconfianza de los consumidores estadounidenses, que han llevado a serias dificultades a Sears Holding, compañía que preside y de la que es máximo accionista.

La varita mágica que ha guiado a este joven inversor de 45 años a lo largo de toda su vida ha perdido gran parte de su poder en la cadena minorista. Las ventas han caído bruscamente por el descenso del consumo y por la fuerte competencia de compañías como Wal-Mart o Target Corp. Además, Sears también ha recibido una importante sacudida en bolsa. En abril de 2007 sus acciones llegaron a rozar los 200 dólares y desde entonces acumulan una caída superior al 50%. El pasado lunes rozaban los 96 dólares.

Tampoco han ido mejor las cosas para su firma de inversión. ESL Holdings –acrónimo de su nombre y apellidos-, que ha obtenido su peor resultado desde su creación en 1988. La compañía ha perdido el 27% de su valor, cuando hace tan sólo un año, las ganancias anuales se situaban por encima de este mismo porcentaje.

La debacle de Sears y ESL ha situado a Lampert en el blanco de numerosas críticas. Hay quienes se preguntan si no ha perdido su Toque de Midas –por el que, según la leyenda, todo lo que tocaba se convertía en oro-, e incluso su nombre suena incluso en algunos círculos como favorito para alzarse con el título de ‘Peor Jefe del Año’.

La gota que ha colmado el vaso, se producía la semana pasada. Eddie, como le llaman sus allegados, despedía al director ejecutivo de Sears, Aylwin Lewis, después de algo menos de tres años en el cargo, y anunciaba un ambicioso plan de reestructuración para reflotar la compañía. Las críticas se multiplicaron.

Crecer ante las adversidades

Pese a ello, Lampert no se siente, ni mucho menos derrotado, y se muestra dispuesto a mantener la fama de inversor todoterreno que le precede. Lo demostró hace ya cinco años cuando fue secuestrado a punta de pistola a la salida de su oficina. Dos días después era puesto en libertad, e inmediatamente volvía al trabajo para cerrar la negociación de un gran acuerdo.

Y es precisamente en tiempos de adversidad cuando los buenos inversores se ganan el respeto y consiguen mantener la cabeza mientras las de los demás ruedan por Wall Street. Lo ha demostrado ya en numerosas ocasiones Buffett, especialmente tras el estallido de la burbuja tecnológica. Y ahora está dispuesto a hacerlo Lampert. “La adversidad me ha hecho más fuerte tanto en mi vida personal como profesional”, explicaba recientemente a The Economist.

En estos momentos, siente que está siendo injustamente juzgado. “Las críticas serían más fáciles de entender si fuéramos los únicos en dificultades y todos los demás lo estuvieran haciendo bien”, explicaba al semanario. El desplome bursátil de Sears también ha encontrado reflejo en otras compañías del sector como J.C. Penney y Macy’s, y aún así, la empresa que preside vale diez veces más que hace casi cinco años, cuando Lampert irrumpió en ella.

El ejecutivo, sin embargo, reconoce sus errores. Como por ejemplo, cuando aseguraba haberse equivocado al invertir pensando en que la demanda de los consumidores se recuperaría en 2007 tras un aterrizaje suave a finales de 2006.

¿El próximo Warren Buffet?

No obstante, han sido sus grandes aciertos empresariales los que le han situado en el altar de las fianzas. Siempre con el permiso de su gran ídolo Buffett, con quien tuvo la ocasión de reunirse durante 90 minutos en Omaha y de quien aprendió su filosofía de inversión, el value investing, durante su época en Goldman Sachs.

Esta admiración, sin embargo, no se ha traducido en una misma manera de entender los negocios y, aunque las comparaciones entre estos dos genios han sido numerosas, lo cierto es que las diferencias entre ellos son claras. Mientras Warren Buffett se dedica a comprar compañías que funcionan bien aunque sean baratas porque están pasadas de moda, Lampert busca empresas seriamente infravaloradas, incluso se arriesga a entrar en algunas que se tambalean por su mala gestión o sus desacertadas estrategias, porque piensa que, a largo plazo, los retornos serán mucho mayores que las inversiones realizadas.

Una manera de entender los negocios que le ha reportado éxitos tan sonados como los de Autozone y AutoNation y es, precisamente, lo que está intentando hacer en Sears, compañía que fusionó en 2005 con Kmart –otra gran cadena minorista-, que se declaró en bancarrota en 2003.

Inversor desde los 10 años

Lampert es un inversor nato. Lleva la inversión en las venas. Con tan solo 10 años, discutía sobre las inversiones de su abuela sentado en sus rodillas y con 14, la repentina muerte de su padre le dio el ímpetu suficiente para entrar en Yale y prosperar allí. Y así lo hizo, rodeado de los grandes. Trabajó como investigador para James Tobin, Premio Nobel de Economía. Tras graduarse, se unió a Goldman Sachs donde trabajó para Robert Rubin, quien, años después se convertiría en secretario del Tesoro en Estados Unidos. Cuando le confesó que quería dejar el banco, Rubin le dijo que estaba dejando atrás una carrera brillante.

Pese a ello, la vida le ha sonreído. Especialmente desde el punto de vista económico. En 2004, sus ganancias anuales superaron los 1.000 millones de dólares. Una cifra que le convirtió en el primer gestor de Wall Street en superar esta cantidad en un solo año. Sólo dos después se convertía en la persona más rica de Connecticut, con un patrimonio neto de 3.800 millones, cifra que se amplió hasta los 4.500 en 2007. ¿Será capaz de salir airoso de la inminente recesión estadounidense?

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Opiniones de los lectores (1)

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1. usuario registrado estratega09/02/2008, 10:09 h.

"barita mágica"..leñe..siempre pensé que varita se escribia con v

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