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Miércoles, 11 de febrero de 2009 (Actualizado a las 21:02)
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¿Y el 2010? Dios dirá

@S. McCoy - 09/02/2009

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Este fin de semana he llegado a una terrible conclusión: el nivel de estupefacción del ciudadano medio ante las notorias muestras de incapacidad de nuestros dirigentes ha tocado suelo. Sólo así se puede interpretar la ausencia completa de reacciones ante unas de las declaraciones más reveladoras que ha vertido un ministro en lo que va de crisis. Y mira que hay donde elegir. La actriz principal, la responsable de Administraciones Públicas, Elena Salgado. El tema en cuestión, el Plan de actuaciones públicas a través de los Ayuntamientos. El escenario del crimen intelectual, como no podía ser de otra manera, el Parlamento. La cuantía en juego, ni más ni menos que ocho mil millones de euros.

 

El disparate, doble. Uno, el reconocimiento, se puede decir más alto pero no más claro, de que las medidas propuestas son solamente “pan para hoy”, esto es: carecen de continuidad futura, se agotan en sí mismas. Justo lo que la España de la ceja necesita. Frente a lo estructural, lo accidental. Que los grandes problemas se resuelven solos, como todo el mundo sabe. Eso sí, mientras vamos acabando poco a poco con nuestro margen fiscal de maniobra. Que no falte. Dos, frente a la laicidad propugnada desde el sector más progre del ejecutivo, un guiño a la Providencia, coincidiendo con la visita del Cardenal Bertone: “¿el 2010?, Dios dirá. Les voy a dar un consejo a nuestros gobernantes: visto lo visto, casi mejor que no le hagan hablar, no vaya a ser que salgamos aún peor parados. Que es fácil recordar lo de Al César y difícil aplicar el A Dios rogando. Es lo que tiene.

 

Sin embargo, el problema no es tanto la idoneidad o no en términos político-electorales de las palabras de la encargada de ese negociado, que es poca o ninguna y se ha visto tapada por los escándalos de corrupción que han salido como setas en la acera del PP, sino la dosis de verdad que las mismas encierran. Y no se puede negar que, desgraciadamente, van muy pero que muy bien encaminadas. Uno podría pensar que, después de la absurda iniciativa de los 400 euros, plasmación absurda del A consumir que tan alegremente proclamara nuestro presidente, empezaríamos a ver alguna iniciativa que superara el ámbito de lo inmediato para entrar en la necesaria reforma tanto del modelo económico-productivo de España, como de su estructura de estado. Pues bien, esta propuesta gubernamental prueba bien a las claras que no es así. Se buscan actuaciones de ámbito temporal limitado de la mano de unos actores sospechosos, como son las corporaciones locales, sin que se tenga la certeza de que cumplirán el fin para el que han sido pergeñadas. Miel sobre hojuelas.

 

Alguno se podrá llevar las manos a la cabeza con la afirmación que cierra el párrafo anterior. Es muy libre de hacerlo. Pero miren, les voy a decir un secreto a voces. Gran parte de los ayuntamientos de este país están en una situación económica extremadamente delicada. No pagan no porque no quieran, que puede que también, sino porque literalmente no pueden hacer frente casi ni a sus gastos corrientes. El estallido de la burbuja inmobiliaria ha tenido para ellos consecuencias dramáticas. Los ingresos derivados de la misma se han secado completamente, hasta el punto de que hay licencias concedidas que nadie recoge. Dado que la política local se contemplaba como el vivo al bollo, no ha habido administración de los recursos físicos disponibles y, más al contrario, han proliferado las actuaciones corruptas derivadas de la capacidad para enriquecer o arruinar a un paisano con un simple dedo arriba o abajo. Lo que asoma es la punta del iceberg. Pero la mínima parte de la mínima parte, vamos.

 

Por el contrario, la riqueza generada sirvió para que, más allá de sus tradicionales responsabilidades de limpieza, alumbrado, jardinería o seguridad, mucho ediles cayeran en la tentación de la megalomanía lo que permitió que proliferaran como churros, aun en los términos municipales más pequeños, auditorios, polideportivos, tanatorios y similares. Instalaciones todas ellas que ahora reclaman su cuota de personal, mantenimiento y conservación. Más gastos a añadir a la merma de los recursos. Eso por no hablar de esas ciudades fantasmas, que van a tardar muchos años en perder ese adjetivo calificativo, que requieren igualmente de los oportunos servicios públicos. Sé que el problema es mucho más amplio pero dejémoslo de momento aquí, que llegamos a la cuestión clave: frente a esto, ¿qué ha hecho nuestro gobierno? 

 

Confundir, de nuevo, la democracia con la demagogia. En lugar de utilizar criterios de generación de riqueza a largo plazo para la colectividad, medida en los términos que hemos señalado con anterioridad, a la hora de aprobar las actuaciones, ha preferido apostar por la mejora del bien estar, separémoslo para que quede claro, de los ciudadanos de modo indiscriminado a través de pequeñas obras en casi todo el territorio nacional. Y para ello no ha dudado en echarse en brazos de unos gestores probadamente ineficientes como son los municipios, instituciones en las que se delega, a su vez, la ejecución de los proyectos. Casi nada. Y todo ello a sabiendas de que la potencial generación de empleo que persigue es limitada en tiempo y cuantía y que, lo que de estable se puede derivar de él, está contaminado, precisamente, por la imposibilidad de los ayuntamientos para financiarlo. ¿Cómo lo ven? Buena semana a todos.

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Opiniones de los lectores (109)

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109. usuario registrado J&L10/02/2009, 15:02 h.

Delazarza. Pues nos está vd. hablando de un país, al que he estado viajando todos los años durante casi veinte por motivos laborales, que no es ni más ni menos que un país de clases medias, eso sí, un país de clases medias, hecho para una inmensa clase media y que funciona. Donde la excepción es lo que no funciona. Tanto si se trata del tren que hay que tomar a las 7:10h en Mainz como una cabina telefónica al final del extrarradio en Herremberg, pasando por una jornada laboral con entrada y salida a hora concreta donde cada uno hace lo que debe.
Simplemente, es un país que funciona porque eso es lo que quiere la inmensa clase media que lo habita, esas personas que aquí, que somos tan listos y prácticos, llamamos cabeza cuadradas.
Si nuestro país está lejos de funcionar, para bien o para mal, como uno de los considerados de capitalismo puro y duro, ni como uno de los nórdicos con sistema capitalista más social, ni..etc., etc., ¿A cuál se asemeja?. Ni nadamos como los peces, ni volamos como las aves, vamos con el culo a rastras y no somos reptiles, tenemos patitas pero somos incapaces de andar hacia adelante... Pues ya me contará.

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108. usuario registrado J&L10/02/2009, 14:46 h.

Agarcía. Lamento profundamente coincidir con vd., esas son las cuentas que a mi me salen, aunque todo hay que decirlo, no espero más de tres años de bajada, luego una cierta estabilidad en el pozo otros tres más y por el 2015 o el 2016 empezar a caminar poco a poco.
Inyectar recursos a nuestras escasas empresas competitivas y tecnológicamente avanzada, lleva un tiempo, crear un tejido nuevo [además de reconstruír el aprovechable que ahora quedará arrasado] y que empiece a funcionar no se consigue en menos de cuatro o cinco años, si las cosas empiezan a hacerse bien desde ahora claro.
Pero también tengo una esperanza, que como yo soy ya jubilata y ni pincho ni corto, digo yo que lo normal es que me equivoque y que los buenos pronósticos sean los de Solbes, Sebastián y compañía. Visto desde ese punto de vista......
Por cierto, a mi esa subida del IBIU me ha supuesto casi un 300%, claro está que administrado en esas dosis anuales; si es que el ayuntamiento, cada día más canino no me hace tragar todo el frasco de golpe. Pero la presentación oficial es de: No hemos subido ni actualizado el porcentaje, ha sido Hacienda la que ha forzado una nueva valoración vía catastro.
Saludos.

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107. usuario registrado Delazarza10/02/2009, 12:47 h.

[Continuación]
Y este mismo pueblo, con los mismos habitantes que al que antes me he referido, sin teatro público ni palacio de deportes, tiene, en cambio, un parque de bomberos, con 4 o 5 vehículos en perfecto estado, con las puertas abiertas para ser utilizado de inmediato por “bomberos voluntarios” [sin sueldo, ni gratificación alguna].
¡Como aquí!

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106. usuario registrado Delazarza10/02/2009, 12:46 h.

Desde años, me he referido en conversaciones con mis amigos a lo que bien señala hoy McCoy en que “…mucho ediles cayeran en la tentación de la megalomanía lo que permitió que proliferaran como churros, aun en los términos municipales más pequeños, auditorios, polideportivos, tanatorios y similares. Instalaciones todas ellas que ahora reclaman su cuota de personal, mantenimiento y conservación”. Es más, a uno de estos amigos, el ayuntamiento, de unos 3.000 h. le expropió por “las buenas o las malas”, una casa para ampliar el teatro, que ya existía para hacerlo más grande y nuevo. Y, para ser utilizado como máximo 8 días al año.
Siempre comparé la fiebre de estos ediles, con los de varios pueblos alemanes. Muchos más ricos y carentes de palacios y campos de deportes que a cualquiera de nuestras aldeas, les parece imprescindibles. Y ninguno de nuestros pueblos tiene una vida comunitaria y social tan intensa como los pueblos alemanes que conozco. Recuerdo, especialmente uno, sin ninguno de estos “palacios”, ni teatros, que durante las noches de verano escuchas en silencio y placer coros extraordinarios y bandas de vecinos ensayando.
[continúa]

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105. usuario registrado Pedro Medario10/02/2009, 12:24 h.

Pues no iría mal que, en lugar de patearse los 8.000 millones en gilipolleces, los ayuntamientos dedicaran la pasta a pagar a las empresas privadas a las que adeudan un morterón y parte del otro dede hace tiempo. Qué forma progre de hundir, aun más, al empresariado.

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Experto financiero que escribe Valor Añadido. Es un incisivo analista que despertó el interés de nuestros lectores con sus brillantes y didácticos artículos sobre empresas, sectores y tendencias del mercado.

 

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