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Llevaba toda la vida trabajando en el Santander. Así se llamaba el banco cuando Serafín Méndez entró a trabajar, hace ya varias décadas, y así se llama en el momento de su despedida, después de varias operaciones corporativas de por medio (Banesto, Central Hispano, Abbey...). El pasado miércoles 25 de julio, en correo interno firmado por el propio Alfredo Sáenz, vicepresidente y consejero delegado, se informaba de la jubilación del director general del banco y responsable de Inmuebles del grupo.

Recién cumplidos los 60 años, la marcha de Méndez, natural de Asturias -el segundo asturiano que más lejos ha llegado en el banco-, supone la retirada de la primera fila de actuación de una de las personas más próximas a Emilio Botín. Sin duda, uno de los integrantes de la guardia de corps del presidente, junto a otros de los directores generales de peso, como Enrique García Candelas, José Luis Gómez Alciturri y el interventor José Manuel Tejón, siempre implicado en el engrase de la maquinaria interna del banco.

A pesar de empezar su carrera profesional en el banco desde los puestos más bajos, Méndez llegó a ir ocupando cargos de responsabilidad en diversas áreas como Operaciones, Red Comercial o Compras y Costes, tanto en España como en Latinoamérica. Un peregrinar como controller que al final de su carrera sirvió para obtener los galones de director general y el encargo más emblemático y polémico de su carrera en el banco: la construcción de la Ciudad Financiera de Boadilla del Monte, un cometido que comenzó a pergeñar un poco antes del año 2000.

De la mano de Méndez, el banco consiguió hacerse con la bolsa de suelo rústico necesario que años más tarde sería reclasificado para levantar la bancópolis del Santander. Parte de la polémica generada por la operación tuvo que ver con la participación de Leopoldo Arnaiz como arquitecto de la 'Ciudad Financiera' al tiempo que ejercía como arquitecto municipal, responsable de la redacción del PGOU del municipio madrileño. El caso llegó a los tribunales, pero ni los jueces pudieron hacer frente a la maravilla urbanística levanta da por Botín.

La 'Operación Brick' -venta urgente de todos los activos inmobiliarios del Banco Santander- ha coincidido en el tiempo con la retirada de Méndez. Su cargo y su cometido fundamental no tenían ya razón de ser. Botín se ha deshecho de toda su bolsa de propiedades, con la Ciudad Financiera de Boadilla incluida, por un importe de 4.000 millones de euros, una munición que necesita para el asalto al holandés ABN Amro o, de no prosperar, para emplear contra el banco de turno que se tercie para ser comprado.

A partir de ahora, el Área Corporativa Inmobiliaria, que se dedicaba precisamente a gestionar los inmuebles y sus servicios generales, así como el Área de Seguridad, se integrarán en la división de Tecnología y Operaciones, pasando a denominarse conjuntamente Área de inmuebles y Servicios Generales. A su mando estará José Luis Contreras, actual subdirector general adjunto, que reportará a José María Fuster, director general de la división de Tecnología y Operaciones. Se acabó el hilo directo con Botín.

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