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Fuera de Cobertura, Javier J. Samaniego González

¿Que pasó con los avales de Caución para la construcción?

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@Javier J. Samaniego González .-Fuera de Cobertura es un blog de autores diversos que recoge todas aquellas colaboraciones que hacen referencia a cuestiones relacionadas con el mundo del seguro en sus distintas vertientes. Esta columna espera ser, para todos los lectores interesados en la materia, un lugar de encuentro cordial y debate intenso.

@Javier J. Samaniego González - 26/12/2008 06:00h

Aunque muchas empresas lo desconocen, el seguro de caución es una garantía igual de válida ante la Administración que los avales bancarios o el dinero en efectivo. Históricamente, las empresas han optado por solicitar avales a los bancos para sacar adelante sus operaciones, pero en un momento donde la restricción de crédito reina por doquier ¿realmente la banca es la apuesta más inteligente?

 

Pongamos por ejemplo la construcción. El derrumbe del ladrillo ha afectado en mayor o menor medida a cualquiera que hubiera decidido crecer a su fresca sombra. Primero constructores y promotores; después, bancos y cajas; tras ellos, ayuntamientos y notarías y, como resultado de todo lo anterior, el sector asegurador, que respalda todas y cada una de las actividades industriales, facilitando con su cobertura inversiones, compra-ventas y el cierre de operaciones.

 

Analizando el sector financiero, vemos que bancos y cajas de ahorro atraviesan en este momento un desierto de liquidez. Es posible que para sectores no relacionados con la construcción, estas entidades encuentren un oasis, pero como todos sabemos, ¿créditos para el sector inmobiliario? El oasis pasa a ser un espejismo.

 

Hasta ahora, el poder negociador de la banca y la costumbre habían hecho que financiación y avales fueran estrechamente de la mano, negándose en algunos casos la inyección de financiación si no se contrataba el aval.

 

Pero tengamos en cuenta un detalle: las entidades financieras piensan en el riesgo del cliente como un todo, en el que el importe del aval se suma al préstamo concedido para fijar la cantidad total que están dispuestos a conceder. Si a día de hoy la necesidad de préstamos en las empresas es mayor, y el aval nos resta posibilidades de obtener financiación, ¿por qué no obtener el aval en otro mercado, como es el asegurador, y quitarnos piedras en el camino para obtener financiación de bancos y cajas?

 

Es cierto que el sector asegurador no ha sido inmune a la crisis. El primero en sentir los efectos fue el ramo del seguro de crédito. Empresas de todos los tamaños y sectores se lanzaron al concurso de acreedores como medida de salvación, obligando a las entidades que trabajaban este mercado a desembolsar grandes cantidades de dinero en poco tiempo, o lo que es lo mismo, a asumir lo que en lenguaje técnico se conoce como una alta siniestralidad.

 

El segundo puesto de este peculiar ranking de afectados fue para el seguro de caución. La cobertura destinada al afianzamiento de cantidades entregadas a cuenta para la compra de viviendas y garantías ante la Administraciones, también se vio afectada. Nadie se rasga las vestiduras. El sector seguros es un sector cíclico, acostumbrado a subidas y bajadas sectoriales y a aprovisionar por si se acercan demasiados nubarrones en el horizonte. Ahora bien, no todos los aseguradores han hecho sus deberes por igual.

 

Hay aseguradores que siempre huyeron de este tipo de garantías, predicando en el desierto sobre los problemas a venir cuando los demás nadaban en las exuberantes ganancias del sector.

 

Hay aseguradores que tenían sus deberes bien hechos y, al ver cómo la siniestralidad aumentaba considerablemente, ajustaron las tasas de sus primas para corregir sus cuentas técnicas. No en vano ya han sobrevivido a dos cambios de ciclos anteriores.

 

Pero también hubo aseguradores que, aún siendo conservadores por naturaleza, siempre quisieron tener como clientes a empresas de primera línea, y han acabado sufriendo igualmente pérdidas por el ramo de caución, pero agravadas por la combinación con el ramo de crédito.

 

También los hubo que, aunque oficialmente no hacían este tipo de seguros (afianzamiento de cantidades entregadas a cuenta), decidieron entrar en él por razones comerciales y han salido escaldados con importantes pérdidas. Y por último hay quien, gracias a que pasó a ser parte de un gran grupo asegurador mundial, se salvó probablemente de un futuro incierto.

 

No obstante, dentro de este avasallante cambio de ciclo no todo está perdido. El mercado asegurador sigue estando ahí, con interés en el sector de la construcción y con vocación de ayudar a la reactivación del mismo. Sólo es necesario identificar quién te sabrá guiar para obtener la cobertura adecuada, tanto para obras del sector público como del privado.

 

Dentro del nuevo plan de reactivación de la economía y creación de empleos impulsado por el gobierno de Rodríguez Zapatero, se pretenden destinar 8.000 millones para obras municipales. Seguirá siendo necesario presentar garantías de licitación (de hasta el 3% del importe del contrato) y garantías de cumplimiento (de hasta el 10% del importe del contrato) para cumplir con los requisitos de la legislación vigente y garantizar así las obligaciones asumidas en los contratos frente a la Administración.

 

En estos momentos, contar con la capacidad de emitir por medio del seguro de caución esas garantías, es una necesidad crítica para las empresas del sector de la construcción. Además, como hemos visto, se hace necesario un asesoramiento adecuado sobre qué asegurador puede dar el mejor servicio, y realizar así la suscripción más apropiada en función del riesgo y de las características particulares del proyecto.

 

No son tiempos para dejar este tipo de seguro sin la atención necesaria. Es el momento de lograr que este producto financiero ayude al desarrollo de la actividad de las empresas, nos ayude a reducir la exposición con la banca y el riesgo crediticio, y nos permita aumentar nuestra capacidad de endeudamiento al tiempo que diversificamos las fuentes de financiación.

 

¿Romperemos las viejas costumbres?

 

Javier J. Samaniego González, especialista en riesgos financieros y profesionales de Marsh

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