Intervencionismo gubernamental con visos de ir a más que la compra del 5% de Enagás

Lunes, 23 de julio de 2007 (Actualizado a las 09:52)

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Intervencionismo gubernamental con visos de ir a más que la compra del 5% de Enagás

Enagás

@Jesús García - 23/07/2007

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No parece que la entrada del Estado en el capital de ENAGAS forme parte de su interés por cumplir con Kioto, un Protocolo firmado- parece que en servilleta mojada- desde el primer momento gracias a la desidia de los distintos gobiernos de turno. El motivo es menos peregrino y se llama “interés general” de la actividad. Ya te digo.

El Ejecutivo, en una rueda de prensa en la que Cristina Narbona y la ‘vice’ no contestaron si habían fumado marihuana de jóvenes, aunque hicieron un alegato contra esta droga verde, anunció una operación de compra del 5% de ENAGAS a través de su brazo armado. Esto poco después de que se dijera que el sector público iba camino de ser privatizado.

Hay veces que el partido en el Gobierno parece el partido en la oposición cuando estaba en Moncloa. Dicen una cosa y hacen exactamente la contraria. Ahí está para probar el centrismo del PP, el hundimiento de Josep Piqué, una de las pocas piezas válidas que les quedaba en Cataluña y lo ha engullido la parte contratante de la derecha más aguerrida de la primera parte que no controla Mariano Rajoy.

Sigamos. El caso es que no sólo se han hecho con un 5% sino que son los únicos que van a contar con todos sus derechos de voto frente a otros socios como Gas Natural, con un 5% y derechos de voto sobre el 1%, o la CAM, BBK, Cajastur, Atalaya o Bancaja, cada una con un 5%, pero con derechos de voto del 3%.

Una empresa privatizada en la época de Felipe González, dependiente directamente de un marco regulatorio fijado por el Gobierno que, por cierto, cambió recientemente al presidente de la empresa sin que los privados dijeran esta boca es mía. Debe ser que en las cajas están acostumbrados a estos asuntos y cuando el que está en el poder dice algo simplemente acatan sus planteamientos. Callan tantas veces que una más, qué más da.

Es junto con Red Eléctrica, donde la SEPI tiene un 20%, otro de los casos en los que este Ejecutivo nombró presidente. Echó a Pedro Mielgo y sentó a Manuel Atienza mientras que esa vieja idea de fusionar los dos transportistas de gas y electricidad, ensayada por el Gobierno portugués, cobra ahora de nuevo cuerpo por mucho que en el Ejecutivo nieguen la mayor. Si existen sinergias industriales en una operación así nada tiene que ver con la necesidad aparente del Estado de controlar el transporte de energía, una moda que en otros países se practica sin ambages.

El Gobierno Zapatero prefiere en estos casos trabajar en la confusión, aunque su capacidad de intervención la dibujó meridiana en las OPAs de Gas y E.On sobre Endesa, que finalmente decidió dársela -tras fulminar y poner en remojo el prestigio de la CNMV, la CNE, y el Ministerio de Industria- a una semiestatal italiana y una constructora “amiga” española.

Los pequeños accionistas y los fondos de inversión presentes en ENAGAS han visto como de la noche a la mañana el Estado empieza a participar con mando en plaza en la compañía que ellos eligieron para depositar sus ahorros. Por lo pronto el Consejo de Ministros autorizó el almacenamiento subterráneo de gas natural de Guadalajara, en el que invertirá unos 400 millones. Con el B.O.E en la mano se puede todo, aunque la discrecionalidad suele resultar peligrosa. Igual que ahora el dedazo del Estado puede beneficiar la cotización mañana puede decidir una fusión en las condiciones que le dicte el “interés general” y aquí paz y después gloria. Del intervensionismo a la inseguridad jurídica suele haber una cuarta. Por lo pronto el Estado empieza a meter la mano en ENAGAS.

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