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Ya lo decía Marilyn Monroe en la canción más famosa de 'Los caballeros las prefieren rubias': “Un beso está bien, pero no paga las rentas”. Y es que donde esté una buena joya... bueno, quien dice una joya dice un cuadro, una escultura, un coche de lujo o hasta un caballo de carreras. Las colecciones de sellos han pasado a la historia, al menos para los ricos más ricos del mundo, que prefieren llenar todo un garaje de Porches, Maseratis, Ferrarys o Bentleys, a lo David Beckam, antes que conformarse con estampitas.

Según el informe sobre la Riqueza en el Mundo, publicado por Merrill Lynch y Capgemini, a medida que los 9,5 millones de personas con patrimonios elevados que hay en todo el planeta buscan una perspectiva más global y diversificar sus intereses, aumentan sus inversiones emocionales, que cobran especial relevancia en sus carteras. Se trata de la compra de productos de lujo de cualquier tipo, que van desde la vela o aviones privados hasta equipos profesionales de diferentes deportes.

Así, “los coleccionables de lujo -como coches clásicos, barcos y aviones privados- ocuparon el primer lugar de la lista de inversiones emocionales, representando más del 26% de las inversiones totales de los particulares con patrimonios elevados en 2006”, asegura José María Ortega, presidente y consejero delegado de Merrill Lynch en España y Portugal.

Ahora, además de la rentabilidad general de la cartera, la inversión responsable, la diversificación y un enfoque más filantrópico, lo que se lleva son estas “inversiones emocionales que se han convertido en un objetivo adicional para los grandes patrimonios al valorar sus metas generales y desarrollar sus estrategias de gestión de la riqueza”, añade Andrés Guibert, responsable del sector financiero de Capgemini.

De este estudio anual se desprende que el mercado del arte ocupó el segundo lugar en este tipo de inversiones con un 20%, ya que se ha convertido en un bien muy popular, incluso entre aquellos que no tienen un especial interés por el coleccionismo, pero que consideran que los cuadros y las esculturas son vehículos viables para la diversificación de sus carteras, dada la escasa correlación entre el precio del arte y el ciclo de los mercados de renta variable, bonos e inmuebles.

En cuanto a las joyas, han pasado al tercer lugar de la lista, con un 16%. En referencia a este producto, el porcentaje varía por zonas, ya que los ricos de Oriente Medio destinaron el 32% de sus inversiones frente a los europeos, que dedicaron menos del 20%.

Con todo, lo que es cierto es que el aumento del poder adquisitivo creciente de los ‘ricos’ de los mercados emergentes va a seguir impulsando la demanda de las marcas de lujo que definen un determinado estilo de vida.

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