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Si usted se ha ido de vacaciones estos días, se habrá llevado un buen disgusto con los precios de la gasolina, que han alcanzado máximos anuales. También ocurrió el verano pasado. No es extraño, puesto que el barril de crudo ligero de EEUU (la referencia mundial) marcó récord histórico el martes por encima de los 78 dólares. Pero no se desespere, porque hay esperanza: en EEUU, el combustible está bajando a pesar de los máximos del petróleo, una tendencia que tarde o temprano debe trasladarse a España.

Esta contradicción se explica por el aumento de la capacidad de refino de las petroleras. Después de un año de escasez de refino por los accidentes y las complicadas labores de mantenimiento, estas instalaciones ya están a pleno rendimiento en todo el mundo. Lo cual tiene dos efectos aparentemente contradictorios: por un lado, la mayor demanda para refinar hace subir el precio del crudo; por otro, se pone más gasolina en el mercado, lo que abarata su precio (ha caído un 11% en los últimos dos meses en EEUU).

A esto hay que añadir una pauta estacional que explica Peter Beutel, analista de la consultora Cameron Hanover: los inversores compran futuros sobre la gasolina antes de la driving season (la temporada de viajes vacacionales) en EEUU y la venden durante dicha temporada, es decir, ahora. Una práctica que se intensificó esta primavera precisamente por la incapacidad de las refinerías para producir cantidades normales de gasolina, lo cual aceleró su subida entonces y puede ampliar su caída ahora.

Una caída que terminará por trasladarse a España, según los observadores, aunque con un decalaje temporal. En EEUU, se espera que el grueso de la caída no llegue hasta finales de septiembre. Así que llegará aquí durante el último trimestre.

El petróleo llevaba varios meses por encima de 70 dólares sin conseguir batir su récord de hace justo un año. Pero el martes por fin lo consiguió. Detrás de esta nueva escalada (el 25% en los últimos dos meses) se encuentran las mismas causas de siempre: una demanda que no afloja –ahí está el crecimiento del 12% del PIB en China- y, además, la Agencia Internacional de la Energía ha alertado de la posible insuficiencia de la oferta en cinco años. Y ahora hay que sumar la mayor capacidad de refino. Por el lado de la oferta, tenemos la caída de los inventarios, la disciplina de la producción de la OPEP, los crecientes costes de la extracción y los eternos problemas en Nigeria.

El futuro, pendiente de los huracanes

El futuro es mucho más incierto. Tanto los mercados del crudo como los de las gasolinas están pendientes de la temporada de huracanes en el Golfo de México. Si tenemos una temporada peor que la del año pasado –aunque no hace falta que alcance las proporciones de 2005, cuando el Katrina arrasó Nueva Orleáns-, el barril puede dispararse muy por encima de 80 dólares. Y las esperanzas de bajada de la gasolina se verán frustradas.

Por otro lado, tampoco sería raro que el crudo siga subiendo sin ese incentivo de los huracanes. De hecho, una encuesta elaborada por Goldman Sachs entre 300 inversores institucionales recoge que un 25% espera que el barril termine el año entre 80 y 90 dólares, y un 5% adicional lo ve por encima de esa cifra. Por el contrario, prácticamente nadie espera que cotice por debajo de 60. Asimismo, el sector petrolero en bolsa es el preferido de los encuestados.

En el lado positivo, en la Memoria 2006 de la OPEP hecha pública el martes, el cártel anunciaba un fuerte aumento de sus inversiones en la búsqueda de nuevos yacimientos, hasta niveles que no se veían desde 1982. Estas inversiones responden a la fuerte demanda actual, pero pueden reducir las presiones sobre el precio del barril a medio plazo, según el Financial Times.

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