España sufre su primera derrota olímpica antes de empezar
España, COE, Pekin 2008, textil, Li Ning
@S. McCoy - 19/06/2008
Una de las cosas que más me divierten de la evolución del discurso público en los últimos años es la adopción de algo tan cotidiano, como es el gesto, como sustantivo definitorio de las cesiones que la clase política realiza a tal o cual colectivo, sea por la razón que fuere. La política de gestos se ha instaurado entre nuestro funcionariado dirigente de derechas e izquierdas de un modo tal, que prácticamente no hay decisión administrativa que no se someta al implacable escrutinio de la gestualidad: a quién va dirigido ese gesto, qué pretende conseguir, cuáles son las implicaciones para los demás. El gesto ha alcanzado así entidad propia. Chaval, en este negociado sin gestos eres hombre muerto, parecen querer decir. Los gestos se han convertido en el pan nuestro del cada día administrativo. Y es precisamente por eso, por lo que la ausencia de los mismos, cuando son realmente necesarios, resuenan como un clamor. Es lo que acaba de ocurrir a cuenta de la adjudicación de la uniformidad olímpica por parte del Comité Olímpico Español. Con tanto gesto suelto por ahí y cuando verdaderamente una industria lo necesita, no se encuentra ni uno a mano. Mecachis.
Y es que si hay un sector que necesita, hoy más que nunca, de un apoyo institucional explícito, es el textil español. No se confundan. No estoy convirtiéndome aquí en el adalid de las causas perdidas. Contra la globalización, entendida como transferencia de eficiencia de unas economías a otras, no se puede luchar más que con competitividad, valor añadido y especialización. Hace tiempo que la industria textil comprendió en España que el camino de su reconversión no pasa por la imposible equiparación de estructura productiva con las naciones emergentes, sino por la apuesta por el diseño, la terminación de calidad y la potenciación de las marcas. Es, en definitiva, y por muy duro que resulte decirlo para uno de los pilares sobre los que España iniciara en su día su andadura en el sector secundario de la economía, la única solución posible. Se trata, por tanto, de cambiar la gorra del fabricante directo por la del supervisor-comercializador. Es lo que ya hacen compañías como Zara y Mango. Pues bien, para la consecución de esa finalidad última, el impulso que puede suponer, de cara a la imagen internacional de nuestra moda, un evento tan mediático como unas Olimpiadas es vital. Una oportunidad única.
Sin embargo, no lo han considerado así ni el gobierno ni el propio Comité Olímpico Español, refugio laboral de ilustres conocidos de todos ustedes. En el país de los gestos, el desprecio es el rey. Por primera vez en los últimos años, será una empresa china la que se encargue de vestir a la delegación española que acuda a Pekín. Si no querías sopa, pues toma dos tazas, majete. Vamos, que ni a Mafalda. Pero más allá del hecho consumado, creo que es importante detenerse en qué factores han conducido a ese desenlace final con objeto de que los errores que se hayan podido cometer en el pasado no se vuelvan a repetir. Hay, en primer lugar, una cierta responsabilidad de la propia industria, incapaz de convencer a los interlocutores correspondientes de la promoción que se deriva de un acontecimiento como éste y de la necesidad, por tanto, de establecer unos mecanismos de adjudicación que beneficien, con total transparencia, al conjunto del sector. En segundo término, está el gobierno que, si realmente tiene claro el modelo económico que quiere implantar en España, démosle un voto de confianza, no puede dejar pasar situaciones como la descrita para avanzar hacia él con gestos concretos. Otra vez los gestos, maldita sea, por sus hechos los conoceréis. Tercero y último, el COE. Éste merece capítulo aparte.
Miren por donde resulta que el Comité ha decidido añadir a los tradicionales Civius, Altius y Fortius, una cuarta dimensión que va más allá de la velocidad, la altura o la fortaleza: la mayor riqueza. Para los escépticos, entre los que me incluyo, de las bondades reales del distorsionado, respecto a sus principios fundacionales, movimiento olímpico internacional, no se trata de una novedad. Hace mucho que la frágil barrera entre deporte y negocio se rompió para siempre sin posibilidad de vuelta atrás. Sin embargo lo que sorprende es que por fin alguna organización nacional haya decidido quitarse la careta. Y ha tenido que ser España. En su adjudicación a la china Li Ning, fundada por el brillante gimnasta chino de igual nombre, pesó más que la igualdad en precio, producción y royalties que ofrecía el otro finalista, español por más señas, “las ofertas eran similares, la compensación económica inigualable ofrecida al COE”. Vaya, vaya, bocadillo de chop suey.
No se vayan todavía que el desenlace promete. De hecho, ahora viene lo mejor de todo. ¿Saben qué? Pues que una vez que los chinos han conseguido el contrato, con todas las implicaciones que pare el desarrollo de su marca dicha adjudicación supone, han decidido subcontratar el diseño y parte de la producción a una firma, ¿a que no se imaginan de dónde? Caliente, caliente. Efectivamente, son ustedes unos linces. ¡¡¡Española, sí señor!!! De Santander para más señas y de nombre “perteneciente o relativo al Sur” según indica el Diccionario de la Real Academia. Qué pena que muriera en su día Luis Carandell, autor de ese Manual de la Singularidad Española que es el Celtiberia Show, porque le daría casi para escribir otro libro. Y es que ya se sabe, unos crían la fama y otros cardan la lana. Y hoy por hoy, por culpa de unos y de otros, el mundo al revés, el español en el taller y Li Ning haciendo caja a nuestra costa. En fin, Serafín, esperemos que en la competición se nos dé mejor que en la gestión. De momento el primer gol lo hemos colado en nuestra propia puerta. Bonito gesto.
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Opiniones de los lectores (9)
9. juan azaceta1, 19/06/2008, 19:23 h.
Falta que ustedes nos insinúen, al menos, el interés crematístico que ha movido a los adjudicadores.
8. juan azaceta1, 19/06/2008, 19:23 h.
Falta que ustedes nos insinúen, al menos, el interés crematístico que ha movido a los adjudicadores.
7. Vicente Torres1, 19/06/2008, 17:29 h.
El textil, el sector agrícola, etc. Son muchos los sectores olvidados y abandonados. Un gobierno con imaginación y ganas hubiera logrado salvar la huerta de Valencia, la mejor del mundo. También hubiera conseguido conservar al sector naranjero, que claramente ha perdido la batalla frente al ladrillo. Y hablado de ladrillos, si a los políticos españoles les quitan la cabeza y se la sustituyen por uno de éstos, nadie se perctaría. http://xpuntodevista.blogspot.com
6. Donkijote1, 19/06/2008, 16:38 h.
A ver que me entere yo... El gobierno español y el COE adjudican la vestimenta del equipo olímpico a una empresa China en lugar de una española y la empresa China luego subcontrata este trabajo, llevándose parte del margen, a una empresa española... ALUCINANTE!!!!
5. Almeriensis1, 19/06/2008, 15:29 h.
Es muy facil hacer negocios con esclavos como los trabajadores chinos. Lo que no te gastas en sueldos te lo puedes gastar en putas para agasajar a tus clientes y llevarte los contratos.
Luego lo grabas y ya lo tienes trincao. Y si no, al tiempo.
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