Hasta la fecha, son pocos, muy pocos, los EAFIs registrados en la CNMV desde la puesta en marcha de la normativa que regula estas Empresas de Asesoramiento Financiero Independiente. A pesar de las expectativas previas (alguien estimaba un potencial de 15.000 asesores a medio plazo), la cosa va muy pero que muy lenta. Llevamos casi un año de expectativas defraudadas para muchos. Hasta el momento, un auténtico bluf (la Academia de la Lengua acaba de incluir “bluf” en el diccionario) para muchos profesionales del sector y también para el propio sector.

Y eso que el potencial del asesor financiero independiente es altísimo, aunque sólo sea por el punto de partida. Tienen un peso tirando a nulo en nuestra industria: la bancarización de la distribución de productos financieros en España es superior al 95%. Una cifra altísima, no sólo respecto a otros modelos de distribución en países como Suiza o Reino Unido (donde el peso de la distribución “independiente” supera el 70%) sino respecto a casi cualquier otro sector más similar al nuestro, como Alemania o Francia.

El desarrollo de la figura del asesor financiero independiente está lleno de sentido en un momento de crisis en el que la industria necesita redimensionarse y en la que muchos buenos profesionales se plantean la alternativa de poder trabajar una cartera de clientes a los que asesorar independientemente. Evidentemente, la lentitud regulatoria no enciende precisamente el espíritu emprendedor que pudieran tener estos profesionales.

Además de eso, la entrada en funcionamiento de la regulación deja prácticamente en la cuneta de la ilegalidad a los miles (o al menos cientos) de profesionales que vienen realizando la actividad del asesoramiento en España de manera no regulada, más o menos alegalmente. 

Parece claro que algo hay que hacer, como ver qué está fallando y cómo se puede dinamizar el proceso. No basta con la exigencia a la CNMV (que tampoco es que vaya sobrada de recursos), de que funcione más rápidamente. Desde el punto de vista del regulador, las prisas serían pésimas consejeras. El coste de que se colara un chiringuito entre los EAFI aprobados sería enorme para todos. Y existe ese riesgo, a pesar de lo poco que en teoría puede hacer un EAFI: más allá de asesorar y recomendar, no puede gestionar, no puede intermediar órdenes, no puede ser agente…aun a pesar de esas limitaciones, como un EAFI salga rana, la “industria” ya se encargará de que paguen justos por pecadores. Y a otra cosa.

Para superar el embudo actual, algunos abogan por la autorregulación de los asesores o incluso una vuelta a la situación anterior, en la que el asesoramiento no tenía categoría de servicio de inversión sino que funcionaba como servicio auxiliar, que no seguía reglas específicas. También cabría ir educando al público en que muchas veces el último responsable de que le timen es uno mismo, simplemente por la avaricia de querer comprar los duros a cuatro pesetas y/o por incultura financiera, que suele venir todo junto. Aunque después de lo que hemos visto (Madoff et al), el que esté libre del pecado de la incultura financiera que tire el primer estructurado.

En cualquier caso, estas opciones son muy poco realistas aunque sólo fuera porque sería reconocer un error de partida o un exceso de ansiedad regulatoria y son muy poco populares y son malos tiempos para reconocer estos excesos aun cuando se producen.

Así que a la CNMV no le queda otra que manejar una patata que puede ir quemándole cada vez más. No es tan fácil distinguir el grano de paja de los asesores, dirán con razón. “Este es el país de la picaresca”, otra frase típica. De todas formas, cabe revisar el proceso de alta, estandarizarlo lo más posible (la colaboración de un organismo como el Colegio de Economistas  www.reafi.es  puede ser clave), definir más ajustadamente los requerimientos de experiencia, de titulación y/o formación, de medios y software necesarios para la actividad, etc…!y tocar madera! Quizás esto ayudaría a que este proceso pudiera al fin arrancar con la fluidez necesaria, porque, tal y como están las cosas, disponer de un buen número de EAFIs en España sería algo deseable y muy conveniente para todos.

3.  YoNoVoto16/10/2009, 18:54 h.

Interesante reflexión la del artículo. Y Bluf es una buen forma de definir la nueva ocurrencia de los reguladores con esto de los EAFIs. En realidad, la pregunta es si en el país más bancarizado del mundo le interesa al estado dejar que sus bancos [parte del Estado, ya lo hemos comprobado en esta crisis] se pierdan un trozo del pastel de la distribución de productos financieros. Y no parece que sea así. Menos aún con la que está cayendo.

Se debería tender a la auto-regulación que a la larga es siempre lo que mejor funciona, pero este país está condenado a la sobre-regulación y con los EAFIs puede acabar pasando lo que en Portugal: pasados 5 años desde que se regularon, hay 6 registrados y 3 de ellos sin actividad.

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2.  qwerty00716/10/2009, 14:03 h.

Si el cliente supiese las "pedazo" de comisiones que les cobran los bancos por unos fondos malísimos que invierten mayoritariamente su patrimonio el lo que les diga la cúpula directiva de ese banco para manejar su cotización y la de otras empresas a su antojo...

Y mejor no hablar de los fondos garantizados... De los mayores timos que se puede echar uno a la cara...

Eso si, es que el director de la oficina es mi amigo... y el nunca me ofrecería nada malo... jajajajajajajajajajajaja!!!!!!

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1.  marycoffee16/10/2009, 10:53 h.

Interesante artículo que resume perfectamente la situación de este recién creado sector.

Aunque no se menciona de manera específica, sí subyace en el artículo el hecho de que estas empresas cobrarían al cliente por el concepto exclusivo de asesoramiento; ¿estaría el cliente dispuesto a pagar por este concepto cuando cree que con la entidad financiera ya lo tiene cubierto? En mi opinión, ese es uno de los obstáculos a salvar por parte de las EAFIS, convencer al cliente que el asesoramiento personalizado tiene un coste, igual que cuando se acude a un médico privado [cuando se puede], por su experiencia y fiabilidad.

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