El Rey del Pop ha muerto, de eso ya no cabe duda después de la repercusión mediática que el fallecimiento de Michael Jackson ha tenido a lo largo y ancho del globo terráqueo.  Lo que no está tan claro es qué va a pasar ahora con las finanzas de uno de los máximos exponentes musicales de todos los tiempos.

Al que fuera niño prodigio le va a costar mucho entrar en la jet set del inframundo, esa que ocupan mitos de la canción como Elvis Presley, Kurt Cobain o John Lennon y que, pese a que llevan años sin estar entre nosotros, siguen 'amasando' ostentosas sumas de dinero. No es el caso de Jackson, que hasta que comience a conseguir beneficios derivados de los derechos de autor va a pasar algún tiempo, mientras se pagan sus numerosas deudas resultado de su estrafalaria forma de vida.

Desde que a los 11 años ocupara la portada de la legendaria revista Rolling Stone, Michael Jackon ha sido, además de una máquina de éxitos, el icono por antonomasia de la excentricidad y tan alto cargo se paga caro, concretamente a golpe de talonario. Las extravagancias del cantante negro que quería ser blanco le han costado muchos dolores de cabeza a él y a su equipo financiero.

De hecho, según aseguraba ayer por la mañana su viejo amigo Uri Geller, “el adelanto de su tour le ha supuesto la muerte”. Jackson no estaba bien, pero necesitaba el dinero. Su ritmo anual de gastos superaba al de sus ingresos entre veinte y treinta millones de dólares, según explicó su contable en 2005, y los conciertos en el London 02 Arena iban a ser su salvación.

Las 50 citas que le había programado la empresa promotora AEG Live le iban a reportar 50 millones de dólares y si se extendía la gira por el resto del mundo, el total hubiera ascendido a 400 millones, suficientes para aplacar sus deudas. No obstante, ahora la empresa podría perder 400 millones y se plantea demandar a sus herederos.

Una vida de excesos

La historia personal de Michael Jackson es una historia de escándalos financieros, aparte de otros tantos. Su hoja de balance es tan colorida como lo ha sido su carrera profesional. No en vano, es el mejor ejemplo de cómo dilapidar fortunas.

A parte de las importantes ‘inversiones’ en estilismo o viajes –no dormía por menos de 10.000 dólares la noche en las suites del Four Season-, las cosas se le pusieron muy cuesta arriba cuando se vio acusado por pederastia en 2003. Sólo las acciones civiles le costaron un total de 20 millones de euros.

Pero su paso por los juzgados no se quedó ahí. En los últimos años Jackson se ha visto demandado por su publicista, su director de video, su representante y varios asesores financieros que han ido a vaciarle los bolsillos.

Sin embargo, las deudas del Rey del Pop no se corresponden sólo con la última etapa de su vida. En época de vacas gordas, Jackson acostumbraba a gastarse al año 30 millones en ropa y en su rancho de Neverland.

De esta manera, han sido muchos los que han pasado por la lista de acreedores del cantante, desde Bank of America, al que llegó a deber 270 millones de dólares, hasta su propia discográfica, Sony. Si en 2003 su fortuna estimada por la revista Forbes ascendía a 500 millones de dólares, sus deudas lo hacían en 200 millones.

Y la situación fue de mal en peor. A medida que aumentaba el reclutamiento del artista, lo hacía también su agujero financiero. Hasta que en 2006 sobrevino la tragedia para Jackson. El sueño de su vida, la fantasía símbolo de su éxito, Neverland, sufría un intento de embargo por las autoridades como consecuencia de una multa derivada del impago a sus empleados y del seguro de la finca.  

Desde que fue juzgado por abuso a menores, aunque absuelto, El país de nunca jamás, no volvió a ser lo mismo. Jackson no puso un pie de nuevo en su particular parque de atracciones, alegando que los registros policiales habían profanado ‘su templo’. Y, finalmente, el pasado mes de noviembre llegó a un acuerdo con la firma de private equity Colony Capital LLC para formar una joint venture que gestionara la propiedad. De esta forma se logró embolsar 35 millones de dólares que fueron suficientes para detener una subasta de sus pertenencias llamada a desahogar parte de sus maltrechas finanzas.

Pero no todas las inversiones del Rey del Pop fueron desastrosas. Al menos una sí hizo bien. En los años ´80 compró a Paul McCartney los derechos de las canciones de los Beatles por 47 millones de dólares, lo que le ha hecho ganar al menos 500 millones desde entonces.

En cualquier caso, Michael Jackson se ha ido, y aquí ha dejado deudas que podrían ascender hasta los 400 millones de dólares. Una vez pasen los días de homenajes y recuerdos al que ha sido una de las mayores estrellas de todos los tiempos, comenzará la merienda de negros por ver quién y cómo se enfrenta a sus múltiples acreedores. El Rey del Pop seguirá llenando portadas, eso seguro.

6.  bingo28/06/2009, 12:18 h.

Ya me gustaría poderme gastar tanto dinero cada año sin tener que pagar los productos, y sin que los bancos se dedicasen a embargar mis propiedades, como pasaba con Michael Jackson. Mientras, el resto de los mortales, si no pagamos, los bancos nos machacan con sus comisiones, o simplemente no podemos comprar lo que queremos. Siempre he encontrado la excentricidad de este personaje como una obscenidad y un insulto a los demás.

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5.  elcoz27/06/2009, 21:04 h.

’El Jackson que conocí en los 80, la genialidad vs. la escentricidad’. Por F. Collado

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4.  dani7827/06/2009, 17:42 h.

"Credit crunch" significa ausencia de credito, o sea que no tiene nada que ver con lo que le ha pasado a Jackson [mas bien todo lo contrario]. Para lo de Jackson hay una vieja palabra castellana que es "insolvencia", ahora, no queda ni la mitad de guay que marcarse "credit crunch" y pretender la autora que es una genio de las finanzas que ademas sabe idiomas. Por favor, uilicen la cabeza antes de escribir, o cambien de redactores.

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3.  brocal27/06/2009, 10:35 h.

Hay que informarse mejor y no escribir tonterias.
En todo el articulo no se dice nada coherente en relacion a su riqueza y deudas.

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2.  vespa196427/06/2009, 10:31 h.

Dios.... otra crisis... ZP que hacemos...



¡Que viva el Doncel de Sigüenza!

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