Valor Añadido - S. McCoy

Valor Añadido

S. McCoy

 0 Comentarios 26/06/2009

Trichet, yo también quiero dinero al 1%

Por favor, que alguien le haga llegar a Trichet mi desesperado mensaje. Yo también quiero dinero al 1%. En las mismas y dolorosas condiciones que la banca privada. A devolver dentro de 12 meses, haga calor, llueva o truene por el camino. Sin ningún tipo de condición preliminar, salvo la cualificación previa para acudir al organismo supranacional, a la que apelo anhelante. Ausente cualquier condicionante en relación con el uso que hay que dar a los fondos recibidos. Se lo suplico señor gobernador: ¡inclúyame en su lista! Prometo utilizar el dinero con la diligencia de un buen padre de familia. Por favor, por favor, no haga oídos sordos a mi súplica.

¿Qué la condición es que los fondos recibidos por las instituciones privadas se destinen a dotar de renovado crédito al sistema? Claro, claro. Como dirían los de Cruz y Raya: ahora vas y lo cascas, para ver si alguno de los interpelados se da por aludido. Que va a ser que no. Hombre de Dios. Que mire usted por dónde me recuerda al párroco de una de las iglesias señeras de Madrid del que se decía que de puro bueno que es no puede ser más tonto. Están las entidades financieras como para asumir riesgos cuando el Banco Central Europeo que dirige se las pone como a Felipe II para que puedan ir, si no reconduciendo, sí mejorando la situación de su cuenta de resultados y de su balance sin tener que preocuparse por las contrapartidas.

Porque, como usted bien sabe, la esencia del negocio bancario tradicional es pedir prestado dinero a corto y prestarlo a largo ganando dinero con el diferencial. Pues bien, ahora se puede hacer lo mismo sin necesidad de hacer valer tan básico principio de funcionamiento. Usted me da la financiación al 1% y yo la cedo en el interbancario al 1,5%, que es más o menos por donde transita ahora el Euribor a doce meses. A unas malas, he metido 50 puntos básicos en mi hucha, sin despeinarme. Un arbitraje que, seguro, ya ha sido previsto por usted y cuya finalidad última sería abaratar el nivel de la referencia para la mayoría de la financiación hipotecaria e incentivar la demanda. Mucho suponer parece. Sobre eso volveremos más delante.

Pero es que tengo una opción aún mejor. Con el dinerete fresquito que usted prácticamente me regala, me voy al mercado de bonos soberanos a diez años y me hincho a comprar riesgo público AAA por encima del 3% de rentabilidad. Es verdad que corro un riesgo de depreciación del activo como consecuencia de los temores inflacionistas. Pero hombre, tardarán en llegar. Y, además, siempre me puedo cubrir y, si el éxito de la operación del miércoles se repite en las de similares características previstas en septiembre y diciembre, se mantendrá un flujo comprador que permita sostener los precios y evitar desagradables sobresaltos.

El problema actual, querido amigo, no es de oferta sino de velocidad de circulación del dinero que necesita del efecto multiplicador de la banca privada. Que le voy a contar yo que no sepa usted ya. Y las firmas financieras europeas no prestan porque, entre la exposición al inmobiliario que tienen en algunas naciones, y la extraordinaria presencia en emergentes de otras, muy superior al del machacado sector norteamericano, siguen con el mood de más vale prevenir que curar, lo que les ha llevado a endurecer las condiciones tanto del crédito nuevo como del ya existente que quiere renovar: más caro por menos importe y con mayores garantías. Mayor diferencial para, probablemente, el mismo riesgo. Y la demanda está contenida, entre otras cosas, porque los ciudadanos deben, al menos en España, un 120% de su renta disponible, el valor de las garantías es incierto (y sin colateral no hay euro que valga) y pesa sobre su cabeza la amenaza del paro. Podemos llenar el zurrón todo lo que queramos, pero el queso y el chorizo se pueden pudrir dentro a base de no airear su contenido.

O no. Porque como ya le he comentado, es como si lo estuviera viendo. ¿Sabe a qué van a destinar el dinero las firmas beneficiadas? Primero, a tapar agujeros. Lo que sobre a financiar a aquellas entidades más necesitadas y que, por definición, son las menos propensas a dar crédito al sistema. Luego a actuar como soporte de la oferta de las fuertes necesidades de financiación institucional a través de las compras de instrumentos públicos. A igual margen y menor riesgo, ya se sabe. Las migajas caerán sobre el sector privado de la economía. ¿Y sabe por qué ocurrirá esto? Claro que sí: en nueve meses los tipos han caído 325 puntos básicos y la voluntad de prestar de la banca privada sigue bajo mínimos. No va a cambiar aunque nos empeñemos.

Ya sabemos, a día de hoy, que sus problemas son, en muchos casos, estructurales, de viabilidad, que no coyunturales, derivados de una situación anómala. Y hay que hay actuar por encima de las ramas que impiden ver el bosque de lo que realmente está pasando. Que el BCE entre en la dinámica de ganar tiempo, a ver si las cosas se arreglan por si solas, parece demencial. El mastín cenando con los lobos. Si lo que quiere es ganar tiempo, dígalo abiertamente pero no nos venga con milongas envueltas de buenas intenciones. Con este tipo de operaciones al mercado lo único que se consigue es dar una tregua que permita al sector bancario aumentar sus depreciados beneficios y mejorar con ellos su posición de capital. Pero poco más. Podemos seguir dando a la manivela tanto cuanto queramos. Pero el problema de fondo seguirá ahí. Le aseguro que, al menos, si me da a mí la pasta entrará directa en esa economía real de la que soy parte. Hágame caso, hombre. Voz que clama en el desierto.

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Experto financiero que escribe Valor Añadido. Es un incisivo analista que despertó el interés de nuestros lectores con sus brillantes y didácticos artículos sobre empresas, sectores y tendencias del mercado.

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