Fernando Cabello*

TRIBUNA LIBRE

Ecopragmatismo y energía nuclear: apretando las clavijas a los activistas verdes

28/05/2009
Enviar
48
13
 
0
5
Imprimir

Aunque en los últimos tiempos se ha incrementado sensiblemente la pluralidad del “debate nuclear” en España, lo cierto es que lleva años polarizado y dominado por puntos de vista radicales. En un lado del espectro encontramos al Foro Nuclear, que defiende que es una energía limpia, segura y barata. En el extremo opuesto del espectro encontramos a los ecologistas, convencidos de que se trata de una energía sucia, peligrosa y cara. Desgraciadamente, la polarización mediática contribuye más bien poco a la hora de fomentar un debate centrado y objetivo sobre la cuestión.

 

Resulta preocupante que el radicalismo del debate haya conducido a descalificar, sin una base fáctica, a ecologistas que han aportado a la humanidad conocimientos de un valor incalculable. Un buen ejemplo es el creador de la teoría de Gaia, James Lovelock. Tildado en alguna ocasión de antiecologista, el célebre científico inglés fue el primero en detectar la presencia de clorofluorocarbonos (CFCs) en el aire con un instrumento casero fabricado en el garaje de su casa. Este descubrimiento animó a la comunidad científica internacional a profundizar en el análisis del impacto de los CFCs en la atmósfera y lo que siguió es una historia bien conocida: el agujero en la capa de ozono, movilización internacional y el Protocolo de Montreal. Como apunta Paul Ehrlich, científico biólogo de la Universidad de Stanford, “si Lovelock no hubiera detectado esos CFCs, estaríamos todos viviendo bajo el océano con snorkels y aletas para escapar del venenoso sol”. ¿Les parece Lovelock un antiecologista?

 

En ocasiones, algunos participantes del debate han tergiversado estrepitosamente las palabras de líderes de opinión con un fuerte impacto mediático para soportar la causa antinuclear. Afirmar que Al Gore considera que la energía nuclear es el principal obstáculo para solucionar el cambio climático, es, cuanto menos, discutible. En declaraciones a The Washington Post en Septiembre de 2006, al Gore afirmó: “la energía nuclear es un paliativo para el cambio climático, pero sólo puede considerase parte de la solución”. Pregúntenle a Víctor García de la Concha, Presidente de la Real Academia de la Lengua Española, si “paliativo” y “principal obstáculo” son expresiones sinónimas.

 

Tampoco es aceptable defender, como hacen algunos activistas mediáticos, que el “buen ecologista” deba ser un antinuclear recalcitrante: no todos los ecologistas del mundo son antinucleares. Tomemos como ejemplo a Fred Krupp, Presidente de la ONG Environmental Defense Fund (EDF). Aunque en un país como el nuestro nos pueda sorprender la asociación del término “ecologista” con un tipo que lleva corbata y que ha estudiado en Yale, sus logros medioambientales hablan por si solos. En 2007, por ejemplo, logró que los grupos de private equity KKR y Texas Pacific Group se comprometieran a construir sólo 3 de las 11 plantas de carbón previstas tras lanzar un LBO sobre la eléctrica Tejana TXU Corp, evitando la emisión de millones de toneladas de CO2. Aunque no es un defensor acérrimo de la causa nuclear y se muestra preocupado por los residuos y el riesgo de proliferación, Krupp no tiene inconveniente en afirmar que “Si creemos que el cambio climático representa una grave amenaza, nos tenemos que hacer las preguntas difíciles con respecto a la  energía nuclear, no podemos simplemente eliminarla de la ecuación.”

 

Y es que el punto de vista moderado acerca de la energía nuclear, ya sea ligeramente a favor o ligeramente en contra, va imponiéndose poco a poco en determinados círculos del ecologismo a medida que se incrementa la preocupación por el cambio climático. La simple posibilidad de que exista una relación de causalidad entre las emisiones de gases de efecto invernadero y el calentamiento global obliga a tomar acciones de cobertura contra este riesgo. Por eso no es descabellado que la “descarbonización” del sistema productivo se haya convertido en una prioridad de primer orden. Citando al ambientalista Stewart Brand, “[aunque] había razones legítimas para estar preocupados por la energía nuclear, ahora que conocemos la amenaza del cambio climático, hay que poner los riesgos en perspectiva.” No obstante, los principales grupos ecologistas siguen en sus trece. Parafraseando al activista inglés contra el cambio climático Mark Lynas, “Que el Partido Verde, Amigos de la Tierra y Greenpeace sigan con el mismo posicionamiento que hace 30 años con respecto a la energía nuclear demuestra una admirable consistencia, pero también podría ser evidencia de un dogmatismo cerrado de mente.” Perfectamente aplicable a España.

 

Por último, un par de citas del premio Nobel de física Steven Chu, Secretario de Energía del Gobierno de Obama: “el carbón es mi peor pesadilla” y “creo en la energía nuclear como una parte central de nuestro mix energético […] porque aporta energía eléctrica de base limpia”. El Dr. Chu parece tener las ideas claras, ¿no les parece?

 

Personalmente, tengo claro que ni es todo blanco, como afirman desde el Foro Nuclear, ni es todo negro, como dicen algunos ecologistas: ésta es una de esas difíciles cuestiones que deben abordarse adoptando un punto de vista moderado y pragmático, lejos del radicalismo que tristemente abunda en este país.

 

*Fernando Cabello-Astolfi, StepOne Ventures.

48
13
 
0
5

LA OPINIÓN DE LOS LECTORES

0

COMENTARIOS

Escribe el tuyo

los más leidos los más leidos los más comentados los más enviados