ADespués de ochenta años de matrimonio llegó la separación. Y ahora Opel debe arreglarse la vida ella solita. Buscarse un inversor pudiente que esté dispuesto a mantenerla, a sacarla de los apuros económicos  y a arrancarle al gobierno alemán 1.500 millones de euros en forma de fondo fiduciario. Y el equipo de Angela Merkel, naturalmente,se lo está pensando... La reunión de anoche en la cancillería federal con los posibles “novios”, con el presidente de GM Europe y con un representante del ministerio de Finanzas de los Estados Unidos acabó sin ningún acuerdo concreto y con otra cita para mañana en Bruselas.

Pero la verdad es que, a cuatro meses de unas elecciones generales, es muy fácil chantajear a la canciller y a la Gran Coalición. Hay 25.000 puestos de trabajo en juego en cuatro Länder, más todas las empresas auxiliares relacionadas con las cuatro factorías de Opel en Alemania. Y eso sin considerar el futuro de  las otras filiales europeas, entre ellas la de  Figueruelas en Zaragoza. Los posibles inversores en juego -Fiat, la empresa autriaco-canadiense Magna, la norteamericana Ripplewood y, con muchas menos posibilidades, el grupo chino Beijing Automotive Industrie Corp (BAIC)- exigen entre 198.000 y 296.000 euros por puesto de trabajo en forma de garantías estatales, cuando, según los expertos del sector, crear un puesto de trabajo en la industria automovilística cuesta en torno a 174.000 euros. Estos cuatro grupos tienen algo en común: piden entre 4.000 y 7.000 millones de euros en ayudas estatales, ofrecen poco cash propio y anuncian “reestructuraciones” que se traducen en la eliminación de entre 2.000 y 3.000 puestos de trabajo en Alemania. Naturalmente, esas reestructuraciones también afectarían al resto de las factorías europeas. Todo un panorama para el gobierno de Berlín,a cuyas puertas han llamado ya demasiados empresarios y banqueros acuciados por la crisis y que se enfrenta ya a una deuda acumulada récord en la historia de la República Federal.

De nuevo a  Bruselas

El suspense se ha mantenido durante meses. Ayer, la casa madre, la norteamericana General Motors, la mayor empresa automovilística del mundo, soltaba lastre. Anunciaba  que se separaba de Adam Opel GmbH, cediéndole definitivamente sus patentes y tecnologías y liberándole de deudas. Es lo mínimo que podía hacer después de haber utilizado a su filial alemana durante ocho decenios  como cajera, utilizando todos sus beneficios para enjugar deudas y destrozos en los Estados Unidos. Era la señal que el gobierno de Angela Merkel necesitaba para plantearse abrir la chequera y respaldar con avales estatales por valor de 1.500 millones de euros a quien ofreciera la mejor oferta para salvar a la tradicional compañía alemana. Tras el divorcio de GM,está claro que esos millones se quedarán en Europa. Ahora lo que se preguntan muchos es cuál sería el mejor paso siguiente a dar: si remontar la compañía sin convocar concurso de acreedores, o bien hacer esto último antes que nada y  en la esperanza de salvar puestos de trabajo y, de paso, sanear definitivamente la empresa. Todo se tiene que calibrar con cuidado, y por eso mañana viernes en Bruselas el comisario europeo de industria, Günter Verheugen, ha convocado a todos los ministros de economía e industria de los países donde Opel tiene factorías, entre ellos, España, a Bruselas.

Pero el problema va más allá de Opel. Si el gobierno de Angela Merkel  se compromete a salvar esta compañía tanto ella como otros jefes de gobierno europeos tendrán pocos argumentos para decir no a otras empresas en igual situación de dificultades, llámense SEAT, Renault o Volvo .Y no sólo empresas del automóvil. Tal es el caso, aquí en Alemania, de Arcandor, propietaria de los almacenes Hertie y Karstadt, toda una institución para la clase media alemana, distribuídos por todo el país. En este caso hay 56.000 puestos de trabajo amenazados. Todo el mundo acude implorante a Angela Merkel a la que algunos empiezan a ver como un Papá Noel con un saco lleno de préstamos y  regalos financieros a cambio del voto en las europeas del 7 de junio y, sobre todo, en las generales del 27 de septiembre.

7.  Pedro Medario28/05/2009, 21:49 h.

Si tienen que chapar, que chapen. Estoy de ayuditas al sector por miedo a huelgas y manifestaciones salvajes hasta las pelotas.

NO CON MI DINERO.

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http://www.clasesmedias.org

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6.  el inquieto28/05/2009, 21:47 h.

En la actual etapa de la economía mundial, donde las grandes corporaciones dictan a sus gobiernos el que, como y cuando hacer, el liberalismo es un sarcasmo. Me permito recomendar la lectura del libro de John K. Galbraith "El dinero" [Editorial Ariel, S.A.]
Al terminar de leerlo hay que ser muy fanático para negar la evidencia.

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5.  Smoothrunner28/05/2009, 20:54 h.

#3 Eso está muy bien, siempre y cuando todos estemos de acuerdo en qué el modelo ideal es la "economía de mercado".

Cerrar una empresa como Opel es dramático, y es un golpe muy duro del cual puede resultar muy dificil levantarse, no sólo por la propia industria en sí misma, si no por todo el cúmulo de empresas auxiliares, así como de servicios que se verían afectadas. Si eso significa ayudarla, vigilando como y donde se gasta el dinero invertido, habrá que asumirlo, aunque nos pese.

Por otra parte, y entroncando con el primer párrafo, yo no creo en la economía de mercado "pura", prefiero una economía de mercado regulada por el estado .. si no pasa lo que pasa, y acabamos pagando con nuestro impuestos los sueldos de los ejecutivos del Santander, tan defensores ellos :P del liberalismo económico

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4.  observando28/05/2009, 17:16 h.

La solución al problema de una gran empresa que vende bien sus productos, como todos sabemos, es que pudiera reajustar sus costes fijos a cada coyuntura. Los de capital fijo ya sabemos que se hace aplazando amortizaciones o renovaciones, pero los de capital humano son tan inflexibles como sus sindicatos y el gobierno de turno se empeñen.

Si viéramos con toda naturalidad los ajustes de plantilla a las carteras de pedidos o a las cifras de ventas, como debería ser, sin connotaciones ideológicas o efectos electorales para la clase politica, todo iría mucho mejor. A tal fin, en Europa el desempleo está protegido, así que no debería de haber problema. Sobre todo cuando, en el caso de fábricas de automóviles, se trata de mano de obra cualificada, más propensa a encontrar nuevo empleo.

Me parece miserable toda politización de los mecanismos de actuación normal en cualquier mercado. Si los partidos no se empeñasen en enmierdarlo todo y en la propaganda-engaño a los sufridos trabajadores, estaríamos más serenos y preparados ante las caidas, gestionándose así mejor las recuperaciones. La confianza no se sostiene con mentiras, sino con autenticidad.

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3.  OTrabajo28/05/2009, 14:05 h.

Si Opel o cualquier otra empresa de coches no es rentable, pues que cierren y sus trabajadores se vayan al paro. Cuando el mercado demande los coches que Opel haya dejado de fabricar, ya se abrirán otras fábricas de coches.

En eso consiste la economia de mercado.

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