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Aventuras y desventuras de la pareja

pareja relación

@Eloy Renobales - 26/05/2009 06:00h

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En la Plaza de la Villa de París de Madrid, sede del Tribunal Supremo, hay un hombre de 64 años acampado en señal de protesta. Tras su separación ha tenido que abandonar su hogar. Según cuenta a quien quiera oírle, después de 30 años de matrimonio y 6 hijos se queda en la calle, durmiendo al raso (“a la luna” dice él) y habiéndolo perdido todo entre pensiones para su ex-mujer, regalos y pagos a sus hijos, etc.

 

El mismo día que conocí a este hombre comía en una cafetería cercana con un amigo. Lo primero que vimos al entrar en el local fue a una mujer muy nerviosa que clamaba contra la justicia y gritaba que la democracia era una farsa, que estamos “mucho peor que en África”. Según nos explicó esta señora, que venía a Madrid desde Cataluña, un juez había adjudicado la custodia de su nieta al ex-marido de su hija. Éste maltrataba a la menor como ya había hecho con la madre de la niña, la cual me contó su historia más sosegadamente. Su hermana, también presente y muy alterada, alegaba que su cuñado había comprado al juez y manifestaba un gran odio hacia aquél.

 

Dos nuevos episodios de la guerra en la que terminan muchas relaciones. Y no digo guerra de sexos, pues también se da en parejas constituidas entre individuos del mismo género. He dedicado un tiempo a tratar de entender cómo la relación de pareja puede acabar en numerosas ocasiones de manera cruel. Me resulta paradójico ver que esto ocurre cada vez más frecuentemente cuando la pareja se elige con más libertad que nunca, al menos en lo que respecta a la cultura occidental con herencia  judeocristiana. No sólo porque hayamos eliminado los matrimonios impuestos sino porque el número de relaciones posibles (el campo de elección) es mucho mayor.

 

Recuerdo una escena de esa gran película india ‘La boda del monzón’ donde el novio, comprometido desde pequeño con la novia por un acuerdo entre sus familias, convencía a la novia de que daba igual que se hubiesen conocido de aquella manera tan involuntaria o durante una noche de marcha en una discoteca. Lo importante era que ambos tuviesen la misma intención: compartir un camino con la voluntad de irse conociendo y progresivamente amándose. El que el matrimonio estuviese arreglado provoca en mí, debido a mis creencias, un gran rechazo, y sin embargo la realidad diaria da muchas veces la razón a las palabras del protagonista.

 

En nuestra cultura, ¿nos elegimos libremente? En la mayoría de los casos, la relación de pareja se formaliza tras un periodo de enamoramiento donde la hormona sustituye a la neurona. En estos momentos identificamos al otro con imágenes ideales sobre el ‘objeto amado’. Nos emparejamos así, más que con una persona con una idea, quizás con un ideal. En este plano las cosas pueden ser incluso perfectas. En el de los seres humanos no. Aquí empieza la obra que, cada vez más, acaba en drama. Decimos “te quiero” con una voluntad de pedir al otro, de poseerlo. Inconscientemente dos se funden en uno, en un nosotros que parece indestructible. Y en esa enajenación mental tan maravillosa pero transitoria, vemos al otro como el puerto seguro en el que refugiar nuestro barco, un lugar donde todos nuestros sueños serán cumplidos, todas nuestras necesidades cubiertas, todas nuestras demandas respondidas.

 

Ese lugar se asemeja al que busca un niño entre los calurosos brazos de su madre o los fuertes y seguros abrazos del padre. Ese ‘nosotros somos uno’ nos transporta a la unidad prenatal donde todo nos era concedido sin mayor esfuerzo.  Es muy revelador que uno de los significados de la palabra querencia sea el de ‘inclinación a volver al lugar donde uno ha sido criado’. Buscamos en el otro a alguien que nos transporte a ese lugar donde nuestras necesidades eran satisfechas. Nos encontramos muchas veces en relaciones que responden más a un modelo niño-adulto (padre-hija o madre-hijo) o niño-niño que al de personas maduras e iguales. Deseamos al otro como hacemos con un producto de consumo pero de una manera más instintiva. Cuando vamos satisfaciendo el deseo, consumiendo al otro, aparece la realidad: el otro como ser humano imperfecto. Desaparece ese dios que nos colma de todo y para siempre. Empezamos a ver lo que la marea del enamoramiento va dejando tras alcanzar la pleamar. Una persona con otras necesidades, otras demandas, otros sueños e ilusiones, sus alegrías y sus tristezas.

 

Reconocer lo anterior, mirar así al otro, es el primer paso para amar, para que, después del enamoramiento, dos individuos puedan conjugar de otra manera el verbo amar. De un modo adulto, en el que sobre todo se requiere humildad, valentía y buenas dosis de voluntad. Humildad para reconocerme como ser humano imperfecto e igual al otro y no como un héroe capaz  de todo por el ser amado. Humildad para aceptar que muchas de mis necesidades no las tiene que cubrir nadie. Para identificarme como ser limitado, incompleto, cuya completitud sólo puede obtenerse en relación con el otro. Leí, no recuerdo dónde, que un hombre se preguntaba cómo era posible que siendo tan absolutamente fantástico no tuviera pareja. Pues por eso mismo: si ya estás tan lleno de ti mismo, tan completo, ¿cómo vas a tener espacio para otro?

 

Valentía para ceder parte de mi espacio, realizar algunas renuncias y admitir la libertad de mi compañero o compañera, su derecho a andar solo/a por ciertos caminos, su ‘no-necesidad’ de mí en todo momento. Valentía para darme cuenta de que incluso en pareja sentimos muchas veces una gran soledad. De que el otro no es culpable ni de esto último ni de casi nada de lo que nos ocurre. Arrojo para pisar terrenos sin explorar, tomar riesgos para avanzar como seres humanos, soltar anclas y navegar por mares no surcados. Osadía para no ceñirse a lo que mandan los cánones.

 

Voluntad porque, ¿qué se puede conseguir sin ella? Todo lo que se obtenga sin su intervención, sin un trabajo constante y querido, con vocación de durabilidad, como viene se irá, será efímero. Voluntad sobre todo de querer amar, de querer convivir con y conocer a otro ser humano con sus limitaciones, capacidades, deseos y frustraciones. De andar el camino juntos mirando hacía adelante, sosteniéndonos en los tropiezos.

 

Incluso cumpliendo con todo lo anterior la relación puede que no dure más allá de un tiempo. Al interactuar dos seres humanos los resultados son inciertos. Pero sin esos requisitos, difícilmente podemos aspirar a una pareja que nos permita disfrutar más de la vida. Lo más probable es que la relación acabe en el llamado ‘infierno de la pareja’. Allí sólo puede uno acabar quemándose. Como ya les he dicho en alguna ocasión, yo creo que cielo o averno, de estar en algún lado, se encuentran en este mundo. Es paradójico que en la era de las comunicaciones y la información, cada vez sintamos más la incomunicación con la persona con la que compartimos nuestra vida, que cada vez sepamos menos de quien tenemos más cerca. El paraíso para dos requiere de mucha comunicación y de que ésta sea muy honesta. Les animo a intentarlo, pues sólo a través de seres más plenos podemos aspirar a una humanidad más completa con una vida más rica.

 

Finalizo con una cita de Martin Luther King:

 

Los hombres generalmente se odian porque se temen;
se temen porque no se conocen;
no se conocen porque no se pueden comunicar;
no se pueden comunicar porque se hallan separados.

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Opiniones de los lectores (13)

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13. usuario registrado MONCAYO0926/05/2009, 22:35 h.

Una mayoría aprobó una ley injusta simplemente porque en los partidos que la componen las mujeres apretaron por su seguridad y su futuro y encontraron en el trabajo y en la propiedad de otro, que no es ni marido, simplemente padre de su hijo/a,la base desde donde partir.Además su trabajo y las compensaciones.
Como la mayoria social es estable en matrimonio no se puede movilizar a su voto.
Así que con las dos mayorías actuales a quien le toque vivirá en un "bocadillo" enorme e injusto y de él comen todos.
Como es posible que haya una sociedad que condene así a los padres y madres que no reciben la custodia? Doblemente el sufrimiento y yo les animo a la supervivencia.La esperanza que tenéis es escasa,pero poco a poco

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12. usuario registrado deepthroat26/05/2009, 19:15 h.

'Algunos matrimonios acaban bien y otros duran toda la vida'. Miren a su alrededor y díganme honestamente que la concepción occidental-judeo-cristiana-democrática de la familia es un éxito. Díganme cuantos matrimonios felices, fieles, honestos, leales, integrados y compenetrados conocen en su entrono.
El amor dura lo que la pasión, y esta, en el mejor de los casos no pasa de los 6 meses, luego se opta por irse cada uno por su lado, o insistir en lo que no tiene remedio.
Las hembras de los mamíferos buscan el macho mas fuerte y saludable, fin de que la genética mejore la raza y sus cachorros estén protegidos. Los machos buscan ser los sujetos alfa y así perpetuar en el mayor número de hembras posibles su estirpe dominante. Mezclado esto con religión, cultura y consejos de las madres a sus hijos e hijas, tenemos el modelo mas aburrido de todo el reino animal.
Aceptamos la norma impuesta por mojigatos que no tienen ni pajolera idea de lo que es una pareja, pero que si saben como ‘debe’ ser.
Las culturas mas antiguas han llegado a modelos distintos del nuestro, los mas desarrollados, pero a fuerza de billetes estamos convenciéndoles de que están equivocados.

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11. usuario registrado deepthroat26/05/2009, 18:56 h.

#5 Desde luego Makeijan, cualquiera diria que alguna pelandrusca te ha hecho argo...

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10. usuario registrado cayeros26/05/2009, 15:54 h.

LaOa ley es injusta muchas veces. Conozco un caso en que el marido, trabajador de la construcción de sol a sol, de lunes a sábado, fué corneado por su mujer. Arruinó al marido pagando al querido mensualmente. El marido loco de los nervios la amenazó y ella lo denunció. Después ella volvió a insinuarse a él para perdonarla, por lo que rompió la condena de alejamiento. Resultado 1 año de cárcel y alejamiento de la Provincia. ¿Tuvo algo que ver que el juzgador era jueza, o simplemente se atuvo a la Ley? Situación actual: los 2 arruinados, sin trabajo, la vivienda embargada, los niños de cualquier forma. ¿Es esa una Ley justa, o fue aplicada la Ley justamente?

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9. usuario registrado Rolania26/05/2009, 14:15 h.

#6 Lo justo no es lo legal,con una ley que solo mira por la mujer y que cualquir juez,abogado o similar ,opina que es absolutamente anticonstitucional, que esta hecha solo a favor de la mujer ,con la justicia o lo que sea ,que tenemos.Que Dios TE COJA CONFESADO,pues te dejan en la calle con toda la facilidad y encima tienes que seguir pagando para que no falte.

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En la frontera de los 50 años, Eloy Renobales ha disfrutado de las mieles del éxito profesional y del sabor amargo del vacío que le acompaña. A través de este blog, el autor recorrerá periódicamente las claves que permiten afrontar los vaivenes de la vida con serenidad, manteniendo el alma tranquila y el corazón dispuesto.

 

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