Es innato en la persona la reflexión anterior en muchas circunstancias de la vida. Sobre todo cuando algo sale mal o cuando no sale tan bien como se preveía que tenía que salir, o no se llega al objetivo propuesto.

En fechas muy recientes hemos oído al Presidente del Gobierno decir que la culpa de la actual situación financiera es de los Estados Unidos. También hemos oído a una ministra y a un ministro decir que los recientes problemas por la nieve en Barajas, o la tragedia por el viento en Sant Boi han sido debidos a causas impredecibles o a una escasa información a la población sobre la situación meteorológica.

Incluso en asuntos domésticos, como puede ser por ejemplo que se queme la comida, se culpa a alguien que llamó por teléfono, al niño que me ha distraído o sencillamente que no puedo hacer todo a la vez.

Seguro que en muchos casos hay algo de razón en estas excusas, o explicaciones, según cada caso, y la culpa podría “repartirse” entre varios actores, situaciones fuera de control, circunstancias realmente imprevistas y otros hechos que han podido contribuir directa o indirectamente en que no se haya conseguido el fin previsto.

Aunque lo ya ocurrido no tiene vuelta atrás, creo que es un buen ejercicio hacerse un planteamiento del siguiente tipo: “Poniendo unos medios razonables en la ponderación coste/beneficio, ¿se hubiera podido evitar el fracaso que ha supuesto el no conseguir alcanzar el objetivo?”

Obviamente la casuística es muy amplia, y en muchos casos puede estar fuera de cualquier acción previa el haber podido evitar el hecho. Pero de la misma manera, hay otros muchos casos en los que:

­         --La amenaza: algo que tiene el potencial de causar un daño,

­         --La causa: es lo que pudo producir el resultado negativo,

­         --La consecuencia: es el resultado sufrido si ocurre la causa,

pueden ser controlados, reduciendo la probabilidad de que se materialice la causa y minimizando el alcance de la pérdida. De una manera muy simple y muy resumida esto es la gestión del riesgo.

Estoy convencido que muchas empresas que han cerrado o que tienen muchas dificultades en estos momentos de gran crisis, hubieran podido sobrevivir o evitar muchos de esos problemas si previamente hubieran contado con la ayuda de un experto, que de manera sistemática les hubiera ayudado a gestionar sus riesgos.

La gerencia de riesgos está implícita en el establecimiento de los objetivos de cualquier empresa. En efecto, los objetivos deben cumplir con el acrónimo en inglés SMART (Specific, Measurable, Achievable, Realistic and Timed), es decir, específicos, medibles, alcanzables, realistas y cuya consecución esté prevista en un tiempo dado. La gerencia de riesgos es una herramienta imprescindible para que los objetivos sean alcanzables, pues analiza las amenazas que pueden comprometerlos, sus causas y las posibles consecuencias.

Quizá en muchas organizaciones se piense que es momento de apretarse el cinturón, y entre otras cosas, prescindir del coste que puede suponer un análisis como el comentado. En muchos casos, ése podría ser el ahorro más caro de la empresa, porque nos estaríamos olvidando de la A (alcanzable), y entonces la fijación de objetivos dejaría de ser “smart” (inteligente en inglés).  La gerencia de riesgos es aplicable a todas las áreas de la empresa, puede proporcionar estrategias y determinar áreas de mejora que proporcionen mucha mayor capacidad para afrontar los problemas presentes y futuros, e incluso en ocasiones fijar una hoja de ruta para conseguir una mayor resiliencia en toda la organización.

Es posible que lo idóneo sea seguir las reflexiones de un conocido entrenador de fútbol, “para ganar he tenido que empezar por fortalecer la defensa. A partir de ahí puedo crecer y meter goles, que es lo que nos proporciona el triunfo”.

1.  russell brown30/01/2009, 01:26 h.

Que machote! ¿En España?
Hay una anecdota simple e ilustrativa:

Se busca un buen caballo, con buen pedigree, buena clase, estampa y buena forma.
Un candidato es un caballo veloz, bello, aparente. Hecho! Elegido!

Se da la salida. ¡Go!
En carrera el alazan vuela, salta, brinca y aventaja a todos.
Pero, alarma! Houston, tenemos un problema!
No era en esa direccion!

Ese es el problema de nuestra sociedad.
Siempre corre, de mas, en la direccion equivocada.

Acaba intoxicada de viviendas, de intermediarios, de hipotecas, de hoteles, de putas y de vino.

Eso si, el caballo era muy bonito y corria mas que cualquiera, pero ¿adonde?

En España solo te dejan remar, o sea, p'alla. Y ay de ti si te rebelas o tienes ideas distintas.

Me juego un potosi a que vamos al caos total. Y no sera que no podemos evitarlo.

¿Pretencioso?

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