Ricardo Wehrhahn

TRIBUNA LIBRE

La gestión del liderazgo ante el panorama económico y financiero actual

16/01/2009
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En los momentos que atravesamos, el liderazgo se convierte en un factor cada vez más difícil de gestionar. El fenómeno de la globalización está reduciendo en gran medida la confianza en las tendencias y estructuras del mercado; por su parte, la actual crisis económica y financiera de escala mundial se hace extensiva al panorama de la gestión, que atraviesa y continuará haciéndolo, desafíos drásticos.

 

Frente a este escenario cambiante, la confianza de los mandos intermedios y de los empleados en sus directivos está experimentando una fase de descenso, como consecuencia de los factores mencionados. Aún así, es posible vislumbrar una luz al final del túnel, siendo capaces de desarrollar un pensamiento estratégico e implementando modelos de gestión audaces y adaptados a los nuevos escenarios.

 

¿Cuáles son las características que debe cumplir un buen modelo de gestión? ¿Cómo puede recuperarse la confianza perdida? En primer lugar, hay tres factores clave que caracterizan una gestión líder: la transmisión de habilidades, de valor y de carácter. En segundo lugar, una combinación correcta (y a medida de cada situación particular) de estas tres dimensiones, conducirá a las compañías a un mayor éxito por encima de la actual crisis económica y financiera.

 

Los directivos de hoy en día deben tener siempre en consideración los cambios drásticos y constantes que acaecen sobre su entorno y, como consecuencia de ello, adaptar a sus compañías y a ellos mismos para asegurarse el mayor grado de flexibilidad posible. Éste es principal problema que tienen que afrontar los modelos modernos de gestión del liderazgo. Al mismo tiempo, el buen directivo debe ser capaz de transmitir seguridad a título personal; esto significa actuar de manera responsable y de confianza desde su posición más alta, y convenciendo a los demás de que caminan en la dirección correcta en virtud de su experiencia y autoridad; el liderazgo del presente debe caracterizarse, como consecuencia, por ser capaz de desarrollar un pensamiento estratégico y una gestión audaz.

 

El análisis y experiencia en el mundo de los negocios económico-financieros conduce a saber que el coraje de un buen directivo también, y especialmente, significa ser capaz de aceptar y asumir las propias limitaciones. En definitiva, ser capaz de desarrollar y aplicar el sentido de la autocrítica. En lo que respecta a las propias compañías en sí, hay una lista de retos clave que deben afrontar: el más importante de ellos, el modo correcto de hacer frente al aumento de la incertidumbre, que se refleja inevitablemente en los niveles de crecimiento.

 

El alto nivel de competencia procedente de Asia, es otra de las consecuencias incuestionables e inevitables de la globalización. La cuestión ahora para las empresas occidentales es no sólo como penetrar en los mercados asiáticos, sino el modo de hacer frente a esta competencia que está penetrando en

 

sus propios mercados locales. El elevado poder de los mercados de capital, por su parte, está conduciendo a cambios importantes en la gestión corporativa; al mismo tiempo, se hace necesario alcanzar una estructura organizativa óptima mediante la correcta gestión de la cadena de valor internacional. Además, hay que prestar una atención especial a las materias primas, a la luz de la situación ambivalente que resulta de la drástica caída de los precios en los últimos meses. Las compañías deben analizar estos y otros factores y sacarles el mayor de los provechos para afrontar los actuales tiempos de crisis, difíciles de prever.

 

La correcta gestión también requiere carácter. No cabe duda que los directivos capaces de ser líderes deben mostrar coraje y ponerse a prueba ellos mismos en el día a día de su gestión, tanto para con la compañía como para la sociedad en su conjunto. La buena gestión es siempre un reto a afrontar por individuos que se transforman en conocimiento y están, como consecuencia, abiertos a la crítica en función de sus visiones, metas, habilidades y debilidades; además, gestión y honestidad no son dos conceptos que se contradigan, sino que la gestión apropiada es la habilidad para expresar la realidad, más allá de intentar transmitir una falsa sensación de seguridad.

 

Ricardo Wehrhahn, socio de Roland Berger Strategy Consultants

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