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Ya no hay bárbaros golpeando a la puerta. La crisis ha dejado fuera de juego a los principales actores de la industria del capital riesgo. Con los mercados financieros cerrados a cal y canto, el acceso a deuda ha resultado una tarea de titanes imposible de culminar. Ni siquiera los más grandes y agresivos que han vuelto a poner de moda al glamoroso mundo del private equity tras varios años de actividad frenética y operaciones rutilantes.

España no ha sido una excepción. 2008 no tuvo constancia de andanzas como las de Barbarians at the gate, el prototipo de compra apalancada que novelaron Bryan Burrough and John Helyar para retratar la batalla librada a finales de los 80 por KKR para desembarcar en la multinacional Nabisco. Una película que hace sólo dos o tres años pudo verse también con algunas cotizadas españolas y que durante el último año no tuvo oportunidad alguna. Adiós a los big deals en la piel de toro.

La crisis no ha podido con el capital riesgo, pero ha tocado significativamente su operativa más característica. Las compras con alto nivel de endeudamiento, en cualquiera de sus dos vertientes (LBO/MBO), ha caído sustancialmente respecto a los años locos de dinero barato. En 2008, sólo el 32% del capital invertido correspondió a este perfil de operaciones, muy lejos de cifras anteriores, como el 54% repetido en 2006-2007 o el 81% alcanzado en 2005. 

Son datos de ASCRI, la patronal del sector en España, que ayer jueves hizo balance de todo lo ocurrido en el último ejercicio. Los tiempos de vacas flacas también han hecho mella. 2008 fue complicado en todos los aspectos: menor volumen de inversión, casi 3.000 millones (-32%); menor número de operaciones, en torno a 800 (-6%); menor captación de fondos, con un descenso del 50% (2.500); y desinversiones a la baja.

El mercado se ha movido poco o muy poco. 2008 dejó sólo siete operaciones por encima de los 100 millones de capital invertido (sin contar deuda). Como siempre, un espíritu optimista puede ver el vaso medio lleno. La industria local dispone de casi 6.000 millones de capital para invertir, como recordó el presidente de ASCRI, Jaime Hernández-Soto, socio fundador de la firma española MCH, y “existen fondos bien capitalizados que cuentan con buenos gestores”.

La falta de acceso a deuda bancaria ha estrangulado el mercado. Algunas operaciones en ciernes han tenido que deshacerse. Este contexto ha obligado a los ‘bárbaros’ del capital riesgo a construir nuevas estructuras para cerrar sus ofertas, demostrando que “su capacidad de adaptación” les hará mutar, pero no desaparecer. Bastarán las dosis suficientes de “flexibilidad e imaginación” para superar el actual bache de la coyuntura económica.

Aún así, la actual travesía por el desierto se cobrará algunas víctimas. “Como ocurre todos los años, también ahora pueden desaparecer operadores”, reconoce el ejecutivo de MCH. La tregua compradora ha obligado a cambiar de traje. Como se oye repetidamente entre unos y otros, ahora toca enfundarse el mono de trabajo y gestionar la cartera. O cambiar la filosofía inversora y estar dispuesto a entrar en una compañía en dificultades. Con la crisis, todo es distinto.

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