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El Teatro del Dinero

¿De verdad vale algo nuestro dinero? (y IV). Creación del dinero y alquimia financiera

@Fernando Suárez - 21/11/2008 06:00h

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Cuarta y última entrega de la serie de artículos que, a la luz de cómo ha evolucionado el Sistema Monetario Internacional a lo largo del último siglo y medio, pretenden responder a una pregunta fundamental que se hacen muchos de ustedes: ¿Vale algo mi dinero? Hoy, creación de dinero y alquimia financiera.

 

Nos habíamos quedado en el alumbramiento, el 15 de Agosto de 1971, de un sistema fiduciario puro basado en el exorbitante privilegio del dollar standard. Efeméride trascendental, pues la divisa norteamericana canceló su valor intrínseco (0’888671 gramos de oro) y pasó de ser un depósito de valor al portador a un concepto de valor abstracto e indefinido. Papel moneda convertible en credulidad y respaldado únicamente por la fiducia o confianza depositada en él, en su preeminencia como divisa de reserva, medio de pago internacional y unidad de cuenta. Poderío de parné. In Dollar We Trust.

 

El dólar permanecía como eje de un sistema viciado en su concepción y en el consentimiento tácito hurtado por sorpresa al orbe económico. Las sucesivas devaluaciones y turbulencias financieras desembocaron en la primera crisis del petróleo, toda vez que la OPEP había ya arrebatado el control del cártel a Le Sette Sorelle y, por consiguiente, podía redefinir los términos de intercambio de sus limitados/estratégicos recursos fósiles por papelillos ilimitados: si el medio de pago vale menos, suben los precios nominales. Si vuelven los Greenbacks, nuevo Boom de materias primas denominadas en dólares.

 

La desmonetización del oro (Jamaica Agreements, 1976) obligó al FMI a deshacerse de la tercera parte de sus reservas auríferas. Las divisas quedaban ligadas entre sí mediante tipos de cambio flexibles y fijos en todas sus modalidades, desde libre flotación cambiaria a dolarización, pasando por parrillas de paridades o tipos fijos con paridad móvil. Un sistema de monedas fiduciarias basado en el crédito otorgado al representante más tangible de la hegemonía norteamericana, a su divisa. Las manipulaciones cambiarias y devaluaciones competitivas orquestadas para corregir desequilibrios dieron buena cuenta de la fragilidad del sistema. Bluf.

 

De esta guisa, EE.UU, año tras año, importa bienes y servicios del resto del mundo pagando en dólares. Los dólares recibidos por los exportadores son vendidos a sus respectivos bancos centrales a cambio de moneda local creada al efecto y reinvertidos/reciclados en activos (reales o financieros) denominados en la divisa norteamericana. El exceso de consumo estadounidense, su insuficiencia de ahorro y producción, se compensa mediante un creciente endeudamiento con el exterior documentado mediante masivas emisiones de deuda, absorbidas en el proceso de reciclado de dólares.

 

Idéntico mecanismo al de Bretton Woods, salvo que ahora las reservas de dólares acumuladas no son convertibles en oro, sino en la confianza de que EE.UU es y seguirá siendo solvente. En que mantendrá la capacidad de repago de sus deudas, respaldadas únicamente por la futura suficiencia fiscal del emisor que, en el caso de la deuda pública, descansa en la potestad tributaria, en la capacidad venidera de recaudar impuestos. Notate Bene.

 

La sumisión exportadora, vender a toda costa, lleva a fiar sin límites y a manipular la relación real de intercambio con devaluaciones competitivas/anclajes cambiarios, en aras de obtener dólares que sirvan, a su vez, para la expansión doméstica del dinero & crédito. Las deudas de uno son los activos del resto. Y los activos, en efectivo, sólo representan la deuda que respaldó su emisión.

 

La creación del dinero y la alquimia financiera.

 

La creación de dólares comienza, de facto, con una mera monetización de deuda: el Tesoro norteamericano emite títulos de deuda pública (bonos) que vende a la Reserva Federal (Fed) a cambio de dinero. Esta transacción es usualmente electrónica, simples anotaciones contables. Contra el saldo acreedor de su cuenta en la Fed, el Tesoro libra cheques, realiza transferencias, acredita cuentas gubernamentales para gastos e inversiones. También para rescates públicos. Dinero instantáneo. Magia, alquimia financiera.

 

El dinero, de natural inquieto, cambia de titulares y muta hasta llegar, en forma de depósito, a los bancos. Éstos, a su vez, sólo necesitan mantener una pequeña parte de sus depósitos, entre nada y el 10%, como reservas en sus respectivas cuentas en la Fed, como garantía de sus obligaciones frente a sus depositantes. A cambio, pueden prestar e invertir hasta 9 veces las reservas, 10 veces los depósitos iniciales. Es decir, crean dinero bancario expandiendo el crédito en base a depósitos que no tienen, cobrando intereses por un dinero que no existe y que se multiplica,  como panes y peces, gracias al sistema fraccional de reservas.

 

La lógica invita a preguntarse de dónde sale el dinero de la Fed. No sólo las notes, los billetes en circulación impresos, en buena parte para reponer existencias, por mandato de la Reserva Federal, quien paga su coste de producción. Me refiero al dinero electrónico, el que se acredita en la cuenta del Tesoro a cambio de sus bonos y que previamente debiera existir. O no. Un simple apunte contable sin contrapartida. Pura entelequia. Ficción monetaria virtual, la imprenta de Bernanke:

 

Como el oro, los dólares tienen valor sólo en el supuesto de su oferta estrictamente limitada. Pero el Gobierno norteamericano tiene una tecnología, llamada imprenta (o su equivalente electrónica), que permite producir tantos dólares como se deseen sin coste alguno. Incrementando la cantidad de dólares en circulación, o incluso amenazando creíblemente con hacerlo, el Gobierno norteamericano puede reducir el valor del dólar en términos de bienes y servicios, lo que equivale a elevar los precios en dólares de bienes y servicios. Concluimos que, bajo un sistema monetario fiduciario, un determinado gobierno puede siempre generar mayor gasto y, por tanto, inflación positiva.”

 

Pardiez. Un absurdo círculo vicioso fiduciario de vales de deuda para cancelar deudas. Más dinero/deuda, más inflación, menor poder adquisitivo del dinero y, albricias, menor valor real de la deuda acumulada. El dólar, desde 1971, ha perdido más del 82% de su poder adquisitivo, según esta calculadora de la Fed. En términos de oro, se han esfumado el 95% de los 0’888671 gramos que compraba...

 

Pero, ¿vale algo mi dinero?

 

Sin un límite natural a los excesos monetarios y crediticios, al gasto infinito, la barra libre fiduciaria del Estado del Bienestar Ilusorio crea un nivel de vida ficticio basado en el descuento de prosperidad futura. Una enorme pirámide invertida de deudas sin respaldo real. La brutal pérdida de poder adquisitivo, la confiscación de riqueza, abocan a la destrucción del único valor del que goza, actualmente, el dinero: la confianza, la firme convicción de que el papel moneda es, y seguirá siendo, un depósito de valor, riqueza al portador. Paradójico, me temo.

 

Un esquema piramidal en toda regla, basado en una progresión que permita ensanchar la pirámide para atender los sucesivos repagos de deuda e intereses. Show must go on. La Cumbre de Washington ha vuelto a refrendarlo. Arabescos laterales y balones fuera, pero de cambiar el sistema, naranjas chinescas.

 

Con un PIB nominal mundial estimado en 55 billones de dólares, en torno a 65 billones en términos de paridad del poder adquisitivo, la pirámide invertida de liquidez global resultaba monstruosa en 2006. Si actualizamos el gráfico anterior con datos a Junio de 2008, sólo el nocional de derivados OTC supera ya 10 veces el valor de la producción anual mundial. En dos años, el saldo bruto de la deuda externa ha crecido un 55% en España, casi el 50% en Francia, 42% en Alemania, un 31% en Reino Unido, el 27% en EE.UU y un meritorio 95% en la Federación Rusa. Observen la progresión de la deuda norteamericana entre 1950 y 1999, en los últimos ocho años y hace apenas una semana. Comprueben cómo trabajan a destajo las imprentas monetarias. Por último, concluyan si el endeudamiento norteamericano es sostenible a largo plazo. La propia Oficina General de Contabilidad estadounidense dice que no. Que alguien pare este enorme disparate.

 

Un híbrido entre cuento de la lechera y timo de la estampita cuyo desenlace se intuye sin demasiado esfuerzo. Entre tanto, si el tiempo no lo impide y la autoridad competente lo permite, en próximas reflexiones abordaremos el cómo y los porqués de su insostenible vigencia, instrumentada mediante la gestión de la confianza/credulidad, manipulaciones varias y un Estado del Bienestar Ilusorio basado en el feudocapitalismo especulativo del señoreaje, el impuesto inflación y la confiscación de riqueza mediante burbujas y sumideros financieros. Les espero...

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Acerca de...

@Fernando Suárez

Fernando Suárez es economista y analista independiente. Desde este Teatro del Dinero pretende analizar, de modo académico y con su particular estilo, el devenir presente y futuro de la economía y las finanzas a nivel global, un escenario en el que, muchas veces, nada es lo que parece. O sí. Ocupen su localidad.

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