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Un debate clave y olvidado. ¿Volverá el proteccionismo?

@S. McCoy - 08/10/2008

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Hoy la cosa va de irme por los Cerros de Úbeda para llegar donde quiero llegar. Perdónenme el circunloquio. Pero merece la pena. Ya verán. Descubro, gracias a un lector, un muy interesante artículo, cuya lectura encarecidamente recomiendo, que publica Scott Reynolds Nelson en la edición de este mes de The Chronicle Review. Tanto el autor como el medio eran, hasta ayer, completamente desconocidos para mí. Sin embargo, la originalidad de la tesis que expone, la consistencia de la misma y sus potenciales implicaciones para adivinar el futuro que nos espera son, a mi juicio, extraordinariamente oportunas si bien creo que la posibilidad de que se repitan los dramáticos acontecimientos que en la pieza se narran es limitada. En esencia, defiende, lo que estamos viviendo en los procelosos días actuales no es un remedo de 1929, paralelismo que incluso hasta ayer yo mismo he realizado, sino de la Real Gran Depresión, que así la llama. Una crisis de la segunda mitad del XIX que tendría un recorrido geográfico inverso al actual. Originaria de Centro Europa, cruzaría posteriormente el Atlántico para impactar de lleno en los Estados Unidos y provocar, finalmente, el cambio del centro económico mundial. ¿Un fenómeno similar al actual? Sin duda. Queda por ver quién será el vencedor de todo este proceso.  No sean vagos. La solución, al final de esta pieza.

Los paralelismos son, en efecto, sorprendentes. Allá por 1870 tanto el Imperio Austro-Húngaro como Francia, deseosos de reactivar sus economías tras las continuas disputas, dieron un impulso al sistema bancario en general y al negocio hipotecario en particular. El efecto sobre el precio de los inmuebles en capitales como Viena, Berlín o París fue inmediato, provocando alzas espectaculares de los mismos. La facilidad de obtener crédito, en la cantidad que fuera necesaria y contra colaterales cuando menos dudosos, alentó aún más la formación de una burbuja. Sin embargo, el equilibrio económico, que se basaba en las exportaciones de materias primas agrícolas, se vio quebrado por la aparición de un competidor inesperado: Estados Unidos.  Se produjo lo que entonces, según el articulista, se conoció como la Invasión Comercial Americana. Una nueva potencia industrial que, gracias a la implantación de procesos de mejora tecnológica tanto en la producción como en la distribución, había logrado abaratar sus costes hasta un punto en el que los centroeuropeos  no podían competir. En mayo de 1873, la falta de actividad económica llevó a la banca de la región a la quiebra ante la negativa de los principales importadores, fundamentalmente británicos, a darles financiación ya que desconocían la verdadera realidad hipotecaria de sus balances.

A partir de ahí, la desconfianza trajo consigo el caos. Como ocurre en la actualidad, el interbancario se disparó a ambos lados de Atlántico, de modo tal que las dificultades se trasladaron también a esa nueva potencia emergente que eran los Estados Unidos. Unos problemas que se cebaron con su negocio más floreciente en aquél momento: la industria del ferrocarril. Excesivamente dependiente de la financiación a corto, se vio estrangulada por los compromisos financieros adquiridos y la incapacidad para hacerles frente. Los sofisticados productos emitidos por estas firmas, y que garantizaban un cupón fijo a futuro, probaron ser una carcasa vacía. Las quiebras se sucedieron una detrás de la otra provocando una situación de parálisis que duraría cuatro años en  aquél país y hasta seis en Europa. Fueron momentos de agitación social pero también de extraordinarias oportunidades para aquellos que, habiendo hecho bien sus deberes con anterioridad, supieron esperar preparados la hora del examen. Y sacaron nota. Quedó demostrado, como también ahora, que cash is king a la hora de enfrentarse a periodos de incertidumbre.

De los efectos que la crisis trajo en 1873, muchos de los cuales se derivaban de la condición pre industrial todavía de la economía y de la ausencia de una identidad nacional tan marcada como hasta ahora, me quedo con un debate apasionante: el futuro de la globalización o, dicho de otro modo, el repunte del proteccionismo. No me puedo ocupar de lo tuyo si previamente no arreglo lo mío. Una discusión que no se encuentra en primera plana de las preocupaciones a día de hoy pero que va a ser determinante para marcar el ritmo de la recuperación de las distintas economías a futuro. Desde mi modesto punto de vista, y aunque haya casos puntuales en los que ocurra lo contrario, la crisis actual va a suponer, por paradójico que parezca, un impulso adicional a la liberalización del comercio a nivel mundial. No va a quedar otra.

Frente a lo que ocurría antaño, la interconectividad de las distintas regiones ha igualado a los damnificados por abajo. No hay un winner que, tal y como canta ABBA, takes it all. Los que tienen dinero necesitan mercado mientras que los que tienen mercado necesitan dinero. Efectivamente, esa es otra de las causas de la crisis actual: la excesiva dependencia de la financiación externa de algunas naciones. ¿Propone McCoy una vuelta a los errores del pasado? Indudablemente no. La liberalización vendrá acompañada de cesiones mutuas tanto en términos monetarios como arancelarios. Es verdad que las rondas internacionales han sido un fracaso y que los distintos estados han preferido la bilateralidad o la multilateralidad. Bien. Pero eran  tiempos de vino y rosas. Ahora es momento de remar por la propia supervivencia. Y si cada uno mueve el remo para un lado. El bote dará vueltas sobre sí mismo sin avanzar. China, dice Scott Reynolds Nelson, tiene mucho que ganar. Pero su precaria estabilidad social hace que, igualmente, tenga demasiado que perder. Se abre, once more, el debate.

 

 

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87. usuario registrado Ciudadanomedio1, 09/10/2008, 13:23 h.

Echo en falta en los muy buenos analisis de McCoy y Leopoldo Abadia la diferenciacion entre las causas raices de la crisis y por tanto futuras medidas preventivas, y la curacion de los efectos, o sea, medidas paliativas. Puede ser, no obstante, que se deba a mi falta de conocimiento de la ciencia economica y lo hayan descrito de manera implicita. Creo haber entendido que el problema es vender basura como si fuera oro, asi calificado por las agencias de rating, y la necesidad de los bancos de provisionar los deltas entre el credito dado y el valor real de mercado ahora. En fin espero que me sigan ilustrando, si es posible, explicandolo para mas torpes aun si cabe....

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86. usuario registrado ahquiceno1, 08/10/2008, 22:53 h.

Señor S. McCoy aunque no soy de España leo su columna a diario, es usted el columnista económico de habla hispana que a mi forma de ver mejor se documenta, es crítico y con una inmensa y acertada capacitad de análisis y una curiosidad investigativa inagotable. Le escribo para agradecerle su columna diaria, y gracias a esta día a día veo un panorama económico mas realista y exento de intereses particulares. No teniendo con que agradecerle mas que con la presente me despido.

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85. usuario registrado Caserío de Maruri1, 08/10/2008, 21:45 h.

Muy bien McCoy. Sobre esa fecha que cita, la de 1873, le diré que hubo un banco que tuvo mucho que ver en esa crisis. Era el Deutsche Bank que se fundó en 1870 y al que siguieron otros bancos de gran importancia que eran considerados "universales" pues practicaban tanto el crédito comercial (descuentos) como la promoción de empresas. El Estado alemán, presa de una ideología nacionalista, apoyaba estas prácticas e incluso las favorecía con una creciente protección arancelaria. Alemania adoptó el proteccionismo con el arancel Bismarck. Por ahí llegaron los problemas. En el siglo XIX hubo en el mundo una serie de crisis económicas a intervalos, por lo general decenales, a partir de las guerras napoleónicas. Las más graves fueron las de 1845-1848, 1866-1868, 1873-1875, 1883-1886 y 1893-1895. Saludazos

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84. usuario registrado lluviaen1, 08/10/2008, 21:07 h.

A grandes males, grandes remedios. Me gustaría que analizaran aquí, la nacionalización de la banca como solución. De hecho, como he puesto en el artículo de Antonio G-Trevijano, ya está practicamente nacionalizada en las pérdidas...pues nacionalicémosla también en los beneficios. Creo que es una situación que si puede generar confianza en el sistema, y no los parches que están poniendo. Todos accionistas de la banca, y lo que gane esta, para papa Estado. Repito, a grandes males, grandes soluciones.

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83. usuario registrado matrix1, 08/10/2008, 21:05 h.

Olowaru.- Muy interesante lo de McCain, no lo conocía.

agarcia.- De acuerdo un 100% con lo que comenta. Muy claro.

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Experto financiero que escribe Valor Añadido. Es un incisivo analista que despertó el interés de nuestros lectores con sus brillantes y didácticos artículos sobre empresas, sectores y tendencias del mercado.

 

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