Aurora Mínguez. Berlín.-

TRIBUNA LIBRE

Sarah Palin: ignorante, poco preparada... y a mucha honra

18/09/2008 TAGS  >

Barack Obama

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Excepto en Polonia y tal vez en Irlanda, muy pocos europeos votarían por Sarah Palin. Y no porque en Europa o en España se rechacen  por principio a las mujeres que aspiran a puestos de máxima responsabilidad, sino porque nosotros les pedimos cosas –experiencia, capacidad intelectual, currículum, un cierto cosmopolitanismo- que para al menos la mitad de los estadounidenses parecen no tener tanta importancia. Y por eso se hace más interesante y, al tiempo, incomprensible, el éxito casi inmediato y la popularidad conseguidos por esta candidata a la vicepresidencia de los Estados Unidos nada más darse a conocer su identidad.

 

Cero conocimiento de temas internacionales

 

Desde hace sólo dos años esta mujer es la gobernadora de Alaska, 670.000 habitantes, uno de los estados más alejados -y no sólo físicamente- de Washington D.C. Antes había sido únicamente alcaldesa de un pueblo de 9.000 almas que se llama Wasilla. Se sacó el pasaporte sólo el pasado verano, y fue para visitar a los soldados de Alaska que estaban en esos momentos destinados en Alemania y en Kuwait. Reconoce que no se ha preocupado nunca de la política internacional, porque, según declaraba recientemente a una revista, “me he centrado sólo en la política de mi circunscripción”. En otras palabras, no sólo parece carecer de conocimientos profundos acerca de cómo va el mundo, sino que ni siquiera ha sentido, en estos 44 años de vida, la menor necesidad de abandonar su país para ver cómo viven algunos otros habitantes del planeta tierra…

 

Evidentemente, muchos otros norteamericanos comparten esta falta de interés por el resto del planeta o por viajar al extranjero, pero ninguno de ellos podría convertirse en el presidente suplente de los Estados Unidos. Y ya se sabe que Mc Cain no sólo suma 72 años, sino que ha sufrido en cuatro ocasiones cáncer de piel y tiene otros achaques inevitables de su edad.

 

Los estudios de una beauty queen

 

De acuerdo con su biografía oficial, Sarah Palin es hija de un maestro y de una secretaria de escuela. De jovencita le gustaban los deportes y quedó segunda en el concurso de  Miss Alaska de 1984. Eso le permitió obtener una beca y estudiar tres años de Periodismo en la universidad de Idaho. Trabajó por breve tiempo como periodista deportiva, y poco después empezó a hacer política municipal en Wasilla, primero como concejala y luego como alcaldesa durante dos mandatos. Eso es todo desde el punto de vista de preparación profesional. Suficiente, tal vez, para gobernar Alaska, pero ¿qué tal para abordar un posible ataque preventivo contra Irán, una nueva agarrada con Rusia u otra crisis económica como la de esta semana?

 

De acuerdo que existen en torno al presidente y al vicepresidente de los Estados Unidos una miríada de especialistas y expertos que les asesoran, y que también los licenciados y doctorados en Harvard o Cambridge se equivocan, pero todos hemos visto ya las consecuencias de que un indocumentado arrogante e incompetente ocupe durante cuatro años –o más- un despacho en la Casa Blanca.

 

Los valores de la América Profunda…

 

Ya en el momento de aceptar su candidatura a la vicepresidencia Sarah Palin presentaba ante el mundo su ideario. Familia aparentemente unida, hija embarazada de 17 años cuyos pecados son aceptados por sus padres (quienes, por otra parte, consideran ‘normal’ que se case inmediatamente con su novio de similar edad y grado de inmadurez), bebé con síndrome Down que es sostenido por unos momentos y sólo para las fotos por su madre que no quiso abortar cuando le fue comunicada por el ginecólogo la minusvalía de la criatura ¿Qué hay detrás de esa foto? Además del No al aborto, hay una manifestación de que las apelaciones a la castidad como método anticonceptivo no han funcionado en casa de la gobernadora.

 

También la reivindicación de la institución familiar, un refugio ante los tiempos que corren, por mucho que haya armas en casa y que mamá las maneje especialmente bien. Y una familia, además, que se mantiene unida a la espera de que el hijo mayor regrese sano y salvo de Iraq, donde está destinado como buen patriota que es… y porque Dios así lo quiere, como ha dicho la señora Palin.

 

Esa imagen es, para algunas mujeres conservadoras norteamericanas, la reivindicación de las working mothers, las madres que trabajan y que, además, sacan adelante a los suyos. Las mujeres que votarán por Sarah Palin son las de la América Profunda, las que se identifican con esa imagen de mujer sana, curranta, sin glamour ni pretensiones, que vive en un pueblo perdido de un estado rico en petróleo pero muy alejado de los centros del poder.

Esas mismas mujeres son las que están en contra del aborto, del divorcio, y bastantes piensan aún que  las féminas deben ser sobre todo y por encima de todo, madres y guardianas del hogar. Y ahí tal vez no encaja muy bien el hecho de que Sarah Palin haya elegido claramente y desde hace más de diez años el despacho antes que la cocina, y, muy particularmente, el detalle de que volvió a trabajar tres días después de haber dado a luz a su último hijo, precisamente el que sufre síndrome de Down.

 

(Dicho esto, habría otros apartados menos amables que abordar en el pasado de Palin: su habilidad despidiendo antiguos colaboradores, las acusaciones de tráfico de influencia con personas de su entorno, el cobro indebido de dietas en su reciente etapa como gobernadora. En todas partes cuecen habas)

 

...Y los valores de Europa

 

No se trata de feminismo ni de postfeminismo. En estos últimos días hemos visto no sólo las fotos de Palin, sino también las de la ministra de justicia francesa, Rachida Dati, soltera y embarazada de su primer hijo a los 42 años de edad. También las instantáneas de nuestra ministra de Defensa, Carmen Chacón, paseando a su bebé a la caída de la tarde en la azotea del ministerio e –imagino-haciendo cabriolas con la agenda para hacerla compatible con las tomas del pequeño.

 

Sin embargo, las diferencias saltan a la vista. La primera, que la religión en Europa no es tema fundamental para una mujer que hace política. Segundo, que las exigencias en cuanto a preparación profesional e intelectual son igual o mayores que para los varones, y que esas exigencias se las ponen muy a menudo las propias mujeres. Tercero, que las cuestiones morales deben ser algo que se respeta pero no se impone al conjunto de la sociedad. Es decir, que merecen igual respeto quienes están a favor del aborto (o del divorcio, o de la eutanasia) como quienes están en contra, y que debe haber libertad de elección. Y, cuarto, que con el patriotismo no se juega. Aquí, al menos en Europa, se trata de ser, simplemente, ciudadanos -y, entre ellos, algunos de profesión políticos- que trabajan, con mayor o menor empeño y éxito, por el bien común. 
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