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El color verde ha sido considerado siempre el símbolo de la esperanza y parece que Barack Obama, candidato demócrata a la Casa Blanca, se aferra cada más a él, de manera subconsciente, según se van acercando las elecciones presidenciales. Muchos gobiernos empiezan a plantearse ya muy seriamente la victoria en las urnas del senador de Illinois y, a consecuencia, un conglomerado de lazos amistosos -aunque también los hay algo más reticentes-, está creciendo a pasos de gigante, tanto en Europa como en otros puntos del planeta.

Sin embargo, no deja de ser curioso el hecho de que en el viejo continente esta ‘sensación’ sea más profunda y sólida que al otro lado del océano.  Aunque en las anteriores elecciones las quinielas europeas no acertaron, puede que esta vez no se equivoquen… Obama tiene muchas cualidades para ser el nuevo inquilino de la Casa Blanca: es joven, tiene confianza en sí mismo, fuerza y, sobre todo, tiene un programa político lleno de cambios y nuevas apuestas, justo lo que los norteamericanos llevan anhelando desde hace un tiempo. El candidato se ha convertido en un auténtico ídolo de masas y no hay más que recordar los escritos antiguos relacionados con la política y los gobernantes para darse cuenta de que todos coinciden en una cosa: el poder está en manos del pueblo, y Obama siempre ha tenido esta idea muy presente. Ese ‘clima de opinión’ que le es favorable, ha cruzado medio mundo y se ha instalado en Europa,  con una espectacular puesta en escena en Berlín, algo que probablemente no se repetía desde JFK. De ahí que el presentimiento de llegada de la ‘era Obama’ sea cada día más intenso.

Aunque el candidato cuenta con apoyos dentro y fuera de su partido, el legado de la Casa Blanca no va a ser tarea fácil: el déficit presupuestario actual de Estados Unidos es el peor de su historia, nada más y nada menos que un billón de dólares –un trillón americano- y, por supuesto, sin olvidar las correcciones que el futuro presidente tendrá que realizar de las meteduras de pata de su predecesor, George W. Bush. Esfuerzo por mejorar el respeto y la credibilidad ante los ojos del resto de las naciones tras la invasión de Irak, un ajuste impositivo que equilibre la situación de las diferentes clases sociales, un acierto en la elección de una política energética coherente…, son sólo algunos de las cláusulas a modificar al principio de la legislatura.

Las energías alternativas, clave de su campaña política

Han sido muchos los Congresos, las Cumbres y Convenciones dedicadas al cambio climático en los últimos meses. El tema es preocupante y muchos estados están buscando soluciones a la desesperada para poder erradicar, o al menos reducir, sus efectos. Es tal la conciencia a la que se ha llegado que Obama quiere apostar por las energías alternativas. Así, el fomento de las energías limpias es uno de los platos fuertes de su programa político. Su intención es la de destinar hasta 15.000 millones de dólares anuales durante un periodo de diez años, financiación que obtendrá de subastar permisos a las empresas que emitan gases de efecto invernadero.

En Europa este plan energético ha sido acogido con los brazos abiertos ya que muchas empresas se beneficiarían del cambio de rumbo en esta área política. Iberdrola Renovables es uno de los inversores que podrían participar en el proyecto  -de los 19.000 millones de euros que prevé invertir hasta 2012, la mitad irán a parar a suelo norteamericano, según los datos que comunicó la firma a través de su Plan Estratégico 2008-2012-. Al fin y al cabo no parece ser una decisión mal encaminada, el continuo aumento del precio del petróleo está siendo una de las consecuencias principales de la crisis económica, así que la búsqueda y la confianza en fuentes de energía alternativas es una idea bastante sensata.

Sin embargo, la ficha que quiere mover Obama no se ve con buenos ojos en todas partes. Las petroleras norteamericanas han puesto el grito en el cielo por temor que esta iniciativa de potenciar ‘lo alternativo’ perjudique aún más al sector. Pero el candidato, consciente de la importancia de tener contenta a la mayor parte de la sociedad ha querido soliviantar el revuelo asegurando que apoyará la expansión de las perforaciones petroleras como una energía más, dentro de su amplio plan energético.

Preocupación medioambiental

Dicen que las palabras se las lleva el viento y este puede ser un caso más, pero al menos el compromiso del senador existe y su respaldo a Al Gore es ya un hecho: EEUU reducirá las emisiones de efecto invernadero en un 80% hasta 2050, intentará reducir en un 35% el consumo de petróleo para el 2030, producirá el 25% de la energía eléctrica a partir de fuentes renovables. Una mirada al futuro, con resultados a largo plazo pero con la necesidad de un inicio inminente.

Todavía es una incógnita si Barack Obama se convertirá o no en el nuevo presidente del país más poderoso del mundo, pero lo que está claro es que si él es el elegido por los norteamericanos tendrá un importante papel en la evolución de la crisis económica. No siempre las promesas electorales se cumplen, así que el tiempo será el encargado de mostrar si todo queda en una estrategia de marketing político o la conciencia del senador por mejorar el porvenir de todos va mucho más allá.

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