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China: seísmo geológico, terremoto mediático

China

@Ángel Villarino. Bangkok.- - 21/05/2008 06:00h

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En 1975 unas 250 mil personas murieron en la provincia china de Henan después del derrumbe de una presa. De aquella catástrofe no hay imágenes de archivo, ni recortes de hemeroteca. Las autoridades silenciaron el drama, prohibieron la entrada de extranjeros y, hasta 1994, no reconocieron oficialmente que había sucedido. Algo parecido ocurrió con el último gran terremoto en suelo chino. Fue en 1976, en Tangshan, y murieron cerca de un cuarto de millón de personas. La reacción de las autoridades fue lenta, la censura informativa implacable. Los supervivientes recuerdan la llegada de grupos de soldados desorganizados, sin material de rescate ni infraestructura, que causaban más problemas que otra cosa. El hombre fuerte de Pekín en aquel entonces, Hua Guofeng, llegó a la zona de los hechos cinco días después del terremoto. Casi ningún corresponsal extranjero consiguió entrar en el país.

El contraste es gigantesco respecto a lo que hemos visto estos días en las televisiones y diarios chinos. El cambio salta al ojo incluso en los medios más oficialistas. La cobertura, a la altura de cualquier país occidental, ha llevado al espectador hasta los últimos rincones de la tragedia, ofreciendo testimonios, sangre y los cadáveres de cientos de niños víctimas de la pésima construcción de sus escuelas. De las operaciones de rescate se ha informado minuto a minuto, facilitando cifras que ninguna organización internacional ha cuestionado. Los máximos dirigentes del Partido cogieron un avión pocas horas después del terremoto y han pasado los últimos días entre los escombros, altavoz en mano. Sólo algunas críticas aisladas contra la gestión del Gobierno (como las que cuestionaban abiertamente la política edilicia) han sido acalladas. En definitiva, un terremoto informativo de dimensiones parecidas al geológico. Muchos analistas hablan del "primer desastre mediático que ha tenido China".

En una entrevista radiofónica, el profesor Ming Wan, académico nacionalizado en Estados Unidos que trabaja para la George Mason University, comentaba así el cambio de registro: "Yo estaba en Pekín cuando el terremoto de 1976. No hubo ninguna cobertura mediática, la gente supo a través de rumores, en la calle, pero los medios no decían nada. Ahora estamos viendo como los periodistas extranjeros campan por la zona a sus anchas. En 1976 se bloqueó estrictamente el acceso. Es definitivamente una señal de progreso".

Una decena de expertos entrevistados estos días por la prensa norteamericana y los medios libres de Hong Kong subrayan igualmente el cambio de mentalidad, aunque cada uno le atribuye razones diferentes. Algunos, como Dali Yang, director del Instituto Asiático de Singapur, cree que China ha decidido aplicar una mayor transparencia informativa ante los desastrosos resultados que han tenido sus últimos apagones mediáticos. El más reciente fue durante la epidemia del SARS, que Pekín ocultó, contribuyendo así a su propagación del virus y desencadenando una avalancha de críticas internacionales.

Otros expertos, como Shi Anbin, analista de medios de la universidad de Pekín, asegura que la población china es mucho más crítica que hace veinte años, que las transformaciones económicas y tecnológicas están formando una sociedad civil más articulada que exige información fidedigna y a la que es más difícil engañar, entre otras cosas porque tiene acceso a nuevas formas de comunicación, especialmente a través de teléfonos móviles e Internet. Las autoridades chinas, viene a decir Anbin, necesitan legitimarse más que nunca ante su ciudadanía y dar la sensación de que se preocupan por la gente, una decisión que precisamente estos días choca violentamente con la actitud de la Junta militar de Myanmar, que puso en marcha un bloqueo asesino tras el ciclón Nargis. Un régimen autoritario de vieja escuela (socialismo budista, lo llaman los generales) frente al experimento totalitario-capitalista de Deng Xiaoping.

La mayoría de los analistas coinciden en una última cosa: el proceso de cambio, también en los medios de comunicación, se ha ido acelerando según se avecinan los Juegos Olímpicos de Pekín. ¿Otro motivo para replantearse el boicot?

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