Valor Añadido - S. McCoy

Valor Añadido

S. McCoy

 0 Comentarios 30/04/2008

Castellanos, el novio despechado de Vocento

Jaime Castellanos está en su derecho, como accionista relevante, de censurar, en público, privado o donde se tercie, la errática trayectoria de un Grupo Vocento que, al paso que va, puede convertirse en ejemplo práctico del “entre todos la mataron y ella sola se murió” a nada que los actuales dueños se esfuercen un pelín, que ya les queda menos. Se trata de una crítica legítima e incluso necesaria: el entorno actual exige de los medios de comunicación claridad estratégica o unidad de juicio, capacidad de ejecución o unidad de acto y rapidez de reacción o unidad de decisión. Cualquiera de las tres es una quimera en el Vocento actual pese a los preliminares intentos de José Manuel Vargas por recomponer la empresa tirando de sus baluartes tradicionales, ante la pataleta de un Lara-Planeta al que le han birlado la cartera, y no precisamente en Las Ramblas.

No obstante, se trata de un complicado viaje el que ha emprendido Vocento en busca de su identidad diferencial. Y más, cuando los dueños reman cada uno hacia su lado. El corral de gallinas en el que se ha convertido la empresa vasca amenaza con llevarse por delante el mayor o menor valor intrínseco que la firma pudiera tener. Es lógico, desde ese punto de vista, que Castellanos, gallo de pelea, como arte y parte que es, defienda su propio bolsillo con uñas y dientes. Es momento de actuar, no hay duda, por el bien de todos. Hasta ahí lo correcto. Sin embargo a servidor le surgen, al hilo de su incisiva intervención en la Junta de hace un par de días, dos pensamientos a bote pronto, que es mi obligación compartir con ustedes.

El primero hace referencia al por qué el ámbito de la queja sale ahora de la privacidad del Consejo, donde se encuentra representado por su hermano Carlos, para situarse en el ámbito de la publicidad que supone la Junta General. Nadie hace un movimiento de este tipo sin un fin muy, pero que muy claro. Como ocurre en los equipos de fútbol, los trapos sucios normalmente se lavan en el vestuario, dada la parte alícuota de corresponsabilidad que todos los miembros del equipo tienen acerca de la trayectoria del mismo. Cuánto más en una empresa. El que Castellanos haya criticado a sus “compañeros”, abiertamente, y sin proponer una alternativa concreta sugiere dos interpretaciones alternativas, igualmente desesperadas: o se trata del penúltimo estertor del toro que se ha defendido con embestidas y pitones antes de morir (tiro la toalla) o, por el contrario, supone la postulación in extremis de una invitación a la adhesión de los interesados que, por la firma, pudiera haber (conozco el sector, señores, estoy aquí, no comparto lo que estos ”paquetes” hacen, soy la alternativa, hostil o no, espero mi turno). Dime de qué presumes y te diré de qué careces, opante frustrado. En cualquier caso, un ejercicio de exposición innecesario del que, a primera vista, se derivan para él más perjuicios que beneficios dada la actual estructura accionarial de la sociedad.

El segundo se circunscribe a la idoneidad de Castellanos para encabezar un proyecto como el de Vocento, de darse el hipotético caso. Pues bien, siempre me ha sorprendido la fascinación con la que una parte del entramado empresarial español ha contemplado sus logros. El caso Recoletos es la historia flagrante de una tomadura de pelo tanto a Pearson, primero, como a los accionistas minoritarios después. Se supone que un MBO debe producirse cuando, teniendo claro el equipo directivo la forma de generar valor en la empresa y habiéndose negado la propiedad a implantar los mecanismos para lograrlo, éste se lanza a la aventura de ser él el titular principal del riesgo empresarial. En el caso español, dada la plena confianza de Pearson en los españoles, tal dicotomía no existía. Pues bien, tras salir la empresa a bolsa a 12 euros, recompra al inglés et altri a 7,20 y a hacer todo lo que no se había hecho antes, empezando por el cierre de Expansión TV y alguna de las aventuras mediáticas tanto regionales como internacionales para, ahora sí, maximizar el valor para el accionista. Tres años de espera y pase a RCS, salvo Qué!, en el momento álgido de la burbuja. Buena compra y buena venta, no hay duda, pero con un cierto trufillo a trilerismo empresarial. Eso por no hablar del propio gratuito para el que encontró acomodo, a un precio disparatado -resultado de la bisoñez de Belarmino y sus urgencias por hacer algo y el olfato asesino del propio Castellanos- en la misma Vocento cuya actividad hoy critica. ¿Fue esa una buena o mala operación? Depende para quien.

Jaime Castellanos es una figura imprescindible, sin duda, para entender la evolución del mundo de la comunicación en España en los últimos años. Pero la legitimidad no se adquiere simplemente por la experiencia sino por la rectitud y la lealtad en las cosas que se ha hecho. Es en el pasado donde uno se gana el crédito futuro. Y todo el mundo sabe que, si hay algo que falta en el mundo actual es precisamente crédito para llevar a cabo las operaciones. Buen puente a quienes lo disfruten.

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Experto financiero que escribe Valor Añadido. Es un incisivo analista que despertó el interés de nuestros lectores con sus brillantes y didácticos artículos sobre empresas, sectores y tendencias del mercado.

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