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Érase que se era un señor de Murcia que una buena mañana se despertó creyéndose dios. Amparado por el todopoderoso paraguas del clan monclovita que había auspiciado alguna de sus algaradas empresariales anteriores, fue llevado por el espíritu de la ambición al desierto de la compra de una constructora francesa, Eiffage, que debía ser la piedra de toque para una expansión internacional que no tenía freno, porque nadie podía ponérselo. Era dios. Capaz de conseguir cualquier reto que se pusiera por delante, aunque no tuviera sentido empresarial alguno. De BBVA salió bien parado, ayudado por un mercado al alza que alivió el tropezón. La suerte soy yo. Luego vino la no sinérgica compra de un paquete accionarial en Repsol, algo que sólo una mente divina podría entender, y el gasto desmesurado para engordar una vaca concesional que ahora puede llegar a valer un 30% menos que cuando se hicieron los desembolsos, suelo que fija la propia Itinere en el folleto. La prima que pagó el “primo” de Zumosol, naranjas de Murcia. El señor todo lo puede y sus misterios son inescrutables. Así, todo se consentía desde un consejo servil, al cobijo de su majestad, entidades financieras de renombre incluidas. Hasta que el mercado se dio cuenta de que Rivero-Sacyr no era omnipotente sino becerro de oro, y empezó a humanizar las decisiones de tan fugaz deidad. El desierto francés como inicio de una pesadilla a la que la propia crisis de crédito ha puesto la puntilla. 1.550 millones de euros de plusvalías latentes concretadas en 31. Brillante gestión. ¿El pecado de Rivero? Cómo, ¿pero no era dios? Lecciones del capítulo 4 de San Mateo.

Primera tentación. “Di a estas piedras que se conviertan en pan”. Todo lo que tocaba Rivero se convertía en dinero contante y sonante para los que le acompañaban que, cegados por la ambición, el último duro que me lo llevé yo, renunciaron a vender cuando tuvieron oportunidad de hacerlo con suculentos beneficios. Pasó con la propia acción de Sacyr a la que un extremo cierre de posiciones cortas o short squeeze llevó hasta niveles superiores a los 55 euros, un 300% por encima de los mínimos recientes cuando la acción, deuda incluida, a duras penas soportaba valoraciones por encima de los 30. Tan importante como comprar es saber vender, sobre todo si la mutua inversión es financiera. Rivero vio satisfecho su ego al ser considerado el nuevo Rey Midas de la construcción española por aquellos que, embaucados por su convicción de estar por encima del bien y del mal, le siguieron en la desastrosa operación de Eiffage, que ya se sabe, lo que mal empieza, mal acaba. Como todo embaucador de tres al cuarto, cuando vienen mal dadas, el falso profeta deja tirados a quienes confiando en su palabra –por Dios, aquí nunca ha habido concertación- se ven recompensados con sustanciosas minusvalías, en caso de que vendan, a compensar en ejercicios posteriores. Salvo que el señor, que habita en lo escondido, haya dispuesto con ellos otra cosa. “No sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.

Segunda tentación. “Arrójate al vacío porque está escrito que tus ángeles te recogerán”. El pecado de la vanagloria, de la superioridad, de la ya citada omnipotencia. El hombre que podía comer del árbol del bien y del mal para estar a la altura de su Creador, redivivo en versión cítrico. No pasa nada, puedo hacer cualquier aventura, acometer cualquier empresa. El hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, quiso ser dios y se condenó eternamente. Pero para intentar atribuirse ese rol, tenía que haber alguien que le facilitara tal posibilidad. ¿Quién? Rivero confió en dos socios que siempre te dan la espalda cuando más los necesitas: el gobierno, a través de la Oficina Económica de Presidencia, una de las citas obligadas ausentes en el debate de investidura, como ángel que le sostendría impidiendo su caída, y el mercado, que cuando juega varias veces a tu favor, puede llegar a crearte una sensación de invulnerabilidad que alienta nuevos desmanes. El final de la alegoría de la creación es de todos conocido. Las vergüenzas al aire (se dieron cuenta de que estaban desnudos) y el dejar de vivir del cuento, fin de los padrinos (ganarás el pan con el sudor de tu frente). “También está escrito: no tentarás al Señor tu Dios”.

Tercera tentación. “Todo esto te daré si te postras ante mi”. La tercera vía que ha conducido a Rivero a su perdición. Quizá la más importante, que hemos postergado por seguir el orden natural que el Nuevo Testamento. Es el ansia de poder, la capacidad de influir sobre el destino propio y de terceros, lo que conduce primero a la vanagloria y después a la irresponsabilidad del que se cree por encima de las leyes naturales que rigen los mercados. El poder. Principio y fundamento de San Ignacio aplicado al mundo empresarial. Servidme a mi y yo multiplicaré vuestros patrimonios. La peor de las tentaciones, la que llevó a Rivero a creerse digno de unos altares de los que ha sido desalojado por la fuerza de la verdad, la verdad sobre su realidad financiera, débil, la verdad sobre su capacidad de influencia, menor fuera de España. Y es que ya lo decía Astérix: “Esto de que los dioses se comporten como amos tiene que acabarse”. Y, afortunadamente, la condición humana se termina imponiendo siempre sobre la ilusión divina. “Adorarás al Señor, tu Dios, y sólo a él rendirás culto”.

Cuando Jesús pasa las tentaciones, aquellas en las que no sucumbió, dicen las Escrituras que vinieron los ángeles y le sirvieron. Había llegado su hora que paradójicamente concluiría, al menos humanamente, en el Calvario de la Cruz. Rivero, creyéndose dios en virtud del ejercicio de las tentaciones del demonio, y destronado del trono divino por virtud de sus propios errores, consentidos por tantos, comienza una nueva andadura, como muchos otros hoy día, con las orejas gachas y en medio de una situación turbulenta de incierta solución. Ahora sí que, como hombre, corresponde a él y a Sacyr ganarse la gloria que tanto desean, desde la realidad de su verdadera condición. Les va a costar, no sé si las churchilianas sangre, sudor y lágrimas, pero mucho. Es lo que tiene el ser humano.

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@S. McCoy

Experto financiero que escribe Valor Añadido. Es un incisivo analista que despertó el interés de nuestros lectores con sus brillantes y didácticos artículos sobre empresas, sectores y tendencias del mercado.

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