Valor Añadido - S. McCoy

Valor Añadido

S. McCoy

 0 Comentarios 06/03/2008  - null

¿Es hora de una amnistía fiscal en España?

En otras circunstancias la respuesta sería un no radical. Sin embargo, surgen en el tormentoso horizonte económico español dos reflexiones sobre las que merece la pena ahondar -aunque sea desde la brevedad argumentaria que permite un artículo de opinión como éste- y que advierten de la potencial conveniencia de una medida como la señalada. La primera es más una evidencia que una sospecha. Tal y como ha demostrado el caso Liechtenstein, la persecución policial de los evasores es una tarea más disuasoria que efectiva y requiere que se abran ventanas de oportunidad, como la delación por parte de un exbanquero, que sólo acontecen muy de vez en cuando, lo que limita su continuidad en el tiempo y, por ende, su eficacia.

La segunda abraca un aspecto mucho más teórico: la existencia de paraísos fiscales es, al menos parcialmente, un toque de atención a las autoridades del país de origen acerca de la falta de incentivos para retener a los capitales dentro de sus fronteras. Me estoy refiriendo, por supuesto, al dinero legítimo procedente de actividades lícitas. Desde ese punto de vista, y es una visión extraordinariamente discutible, los llamados tax havens actuarían más como denuncia a los excesos tributarios que como refugio de defraudadores siniestros. Alemania, con un tipo máximo en renta del 47,5% y un sistema fiscal más que complicado, es buena prueba de ello.

De la modificación de las circunstancias impositivas en los fiscos afectados, que tendrían que ser más sencillas y menos restrictivas, y del establecimiento paralelo de medidas de condonación parcial de las sanciones administrativas correspondientes, podría derivarse una vuelta a casa por Navidad de bolsas importantes de dinero negro que circulan por ahí. O de afloramiento del mismo. Un dinero que, en las circunstancias actuales, podrían ayudar a esta España mía, esta España nuestra que tanto lo necesita ante el panorama que se avecina. No hay que olvidar que el número de Bin Ladens o billetes de 500 euros en nuestro país suponen más del 60% del total en circulación y un 25% del conjunto de la Unión Europea.

Se requeriría, por tanto, en primer lugar, una continuidad del proceso de reducción de impuestos directos, en algunos casos confiscatorios, que se ha vivido en todo el mundo desde principios de los 80, un fenómeno que, según el Banco Mundial en su informe Paying Taxes 2008, publicado el pasado mes de noviembre, crea incentivos para la inversión que conduce a un mayor crecimiento económico, empleo, ingresos disponibles y, en definitiva, menos fraude lo que implicaría mayor recaudación fiscal. El organismo internacional da por válidos así los presupuestos de la llamada Curva de Laffer. El ejemplo empírico de los beneficios que se han derivado para naciones como Irlanda, con un impuesto de sociedades del 12,5%, serviría como respaldo a tal convicción.

Esa es la línea seguida por Daniel Mitchell, del Cato Institute (o, en su versión en castellano, www.elcato.org) en un artículo publicado el pasado día 26 en el WSJ y en el que señala, literalmente, que “muchas veces los políticos se ven tentados a imponer normas fiscales adicionales que penalicen el ahorro y la inversión, bajo el falso supuesto de que las cuentas públicas mejorarán y de que, además, serán capaces de captar nuevos votantes encantados con la política de caza del rico. Sin embargo, lo que demuestra la literatura reciente sobre este particular es que los excesos impositivos se pagan ya que disminuyen el incentivo para que la gente guarde una parte de su renta disponible actual para financiar el crecimiento futuro, algo que, en definitiva, conduce al fraude fiscal”. Se trata de una tesis que servidor suscribe al 100%. Mitchell aboga por el fin del impuesto de Donaciones, del de Patrimonio y de la doble imposición sobre intereses, dividendos y ganancias de capital, así como por la simplificación de los esquemas tributarios mediante la apuesta por los tipos únicos.

Junto a esta premisa inicial, se requiere un segundo elemento más difícil de justificar por quien lo establece y de entender por quien no se ve directamente afectado. Y es el de la condonación legal de las responsabilidades derivadas de la ocultación interna o exterior de una parte del patrimonio que puede dar la sensación de que se premia al “listo” y se castiga al honesto. A fin de evitar tal juicio legítimo de valor, no sólo tendrían las autoridades fiscales que tomar como base de partida la bondad que, para el conjunto de la economía, se deriva de la afloración de capitales, -algo que no se va a tardar mucho tiempo en descubrir, si se cumplen los pronósticos más agoreros-, sino que deberían acompañar tal presupuesto de medidas de equiparación fiscal, en términos de oportunidades, de todas las rentas, por una parte, y, por otra, del establecimiento de un más severo proceso sancionador para aquellos que incumplan la normativa vigente. Que somos hermanos, pero no primos.

Se trata de una medida que ya aplicaron en su día, con notable éxito, allá por el año 2002, tanto Italia como Alemania, que se encontraban por aquél entonces en unas circunstancias económicas locales, cuando menos, complicadas. No nos debemos, por tanto, escandalizar ante la posibilidad que en estas líneas se plantea. De hecho, los errores cometidos en el caso alemán, incapaz de adoptar las reformas necesarias para dar continuidad a la exención temporal, podrían servir como referencia. Al final, como concluye el mismo Mitchell, de la mayor recaudación impositiva quien se beneficia, en definitiva, es el conjunto de la sociedad. Entre tanto, podemos seguir tratando de matar moscas a cañonazos acompañados de los oportunos fuegos de artificio mediáticos. Pero no dejará de ser demasiado esfuerzo para tan poco resultado.

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Experto financiero que escribe Valor Añadido. Es un incisivo analista que despertó el interés de nuestros lectores con sus brillantes y didácticos artículos sobre empresas, sectores y tendencias del mercado.

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