Romper el círculo vicioso
@Jesús Sánchez-Quiñones* - 26/02/2008
La crisis subprime ha generado un pernicioso círculo vicioso en el sistema financiero. Simplificando mucho la situación, las hipotecas subprime se empaquetaron en productos que adquirieron, entre otros, las entidades financieras y algunos vehículos de inversión. Al aumentar la mora de dichas hipotecas, el valor de los productos empaquetados o titulizados desciende, provocando mermas de capital en las entidades financieras. La merma de capital obliga a las entidades a restringir el crédito por disponer de menos capital. Al restringirse el crédito se desacelera la actividad, generándose más mora. Vuelta a empezar.
A su vez, en un entorno de eventuales bajadas de las calificaciones crediticias de las emisiones (rating), los precios de los activos pueden entrar también en otro círculo vicioso. Muchas entidades, por ejemplo, fondos de inversión, sólo pueden mantener en cartera activos con una determinada calificación crediticia. De esta forma, si un activo concreto sufre una bajada de su rating por debajo del nivel permitido, el fondo tiene la obligación de desprenderse de ese activo a cualquier precio. Al no existir siempre excesiva liquidez para el valor en cuestión, la caída de valoración en mercado del activo puede llegar a ser muy notable, provocando enormes pérdidas por provisiones en aquellas entidades que lo mantienen en cartera. Si dichos activos están en el balance de las entidades financieras, la caída de valor supone una provisión que implica una pérdida y por tanto, consumo de capital. Volvemos al círculo vicioso del primer párrafo.
Ahora el centro de atención se ha desplazado de las hipotecas subprime a las aseguradoras monoline. Estas compañías inicialmente se dedicaban a asegurar tanto el principal como los intereses en la emisión de “bonos municipales”. Sin embargo, en los últimos año habían extendido su negocio a emisiones que incluían de alguna forma hipotecas subprime. Esta situación ha provocado la posible pérdida de su rating AAA, lo que tendría efectos muy perjudiciales. Por un lado, llevaría consigo la pérdida de rating de las emisiones aseguradas (bonos municipales), generando la venta obligada de muchos de estos activos en aquellas entidades que sólo pueden tener en cartera activos AAA. A su vez, las entidades que mantienen dichos bonos en cartera tendrían que provisionar cantidades ingentes por la pérdida de valor de los activos. Otra vez consumo de capital y más leña para el círculo vicioso del primer párrafo.
El posible rescate de las entidades monoline consistente en inyectarles capital y a su vez segregar en dos su actividad; una entidad sana con el aseguramiento de los bonos municipales y otra menos sana con el resto de activos, puede ayudar a romper la dinámica perniciosa del círculo vicioso en el que nos encontramos. Aunque este rescate no es la solución a todos los problemas, supone ganar tiempo en espera de una mejora del panorama general.
De producirse esta semana el rescate de las “monoline” es previsible que el mercado nos dé alguna alegría. Por el contrario, si los intentos de rescate fallan y su rating finalmente es rebajado no sería de extrañar asistir a una nueva sacudida en las cotizaciones.
*Jesús Sánchez-Quiñones, director general Renta 4
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