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¿Un ganador y un vencido? Toshiba (HD-DVD) y Sony (BluRay) iniciaron en el verano de 2005 una batalla por suceder al soporte DVD, que puso fin al analógico VHS (vencedor en su momento frente a Beta) y dio la puntilla al CD. Los dos fabricantes japoneses quisieron hacerse con el pastel de este mercado planetario de los soportes portátiles de almacenamiento de información. Cobrar su particular canon, el de patente del formato y el del aparato reproductor, en millones y millones de productos en todo el mundo. Una jugosa comisión.

Un negocio formidable. Toshiba planteó el HD-DVD, con mayor capacidad, prestaciones y compatible con los DVD anteriores. Un solución que parecía difícil de batir por el habitual cansancio del consumidor a la hora de tener que migrar y perder parte de su despensa audiovisual. El enfado promete ser mayúsculo otra vez. Como aquellos que compraron reproductores de discolaser o beta.

Sony, por su parte, quisó repetir la jugada del DVD con el BluRay, un soporte con mayor capacidad y prestaciones que los anteriores, pero con incompatibilidad. Borrón y cuenta nueva. Como ya hiciera con la PlayStation (PS) ha confiado en la PS3 para introducir su soporte. Y parece haber ganado la batalla, a la luz de la reestructuración que Toshiba está llevando a cabo en su divisiones de electrónica de consumo. Lo de menos es quien ha ganado. Pan para hoy y hambre para mañana.

Porque quizá, en un análisis menos superficial, aparece un enemigo en la sombra que está ganando la guerra tanto a Sony como a Toshiba, al BluRay y al HD-DVD, al CD, al cassette, al vinilo o al soporte que ustedes prefieran. Es el formato online, los bytes de información, que siguen avanzando imparables en los gustos, preferencias y hábitos de los usuarios. Estamos en la era online y todo soporte físico tiene amplias desventajas, evidentes, frente a un formato que no ocupa espacio, sólo el virtual.

Pero la principal ventaja de la información online es la práctica ausencia de barreras de distribución o difusión. Sólo hace falta acceso a la red. Un servidor de conexión y otro de descarga. Y el contenido, el rey de nuestros días, al alcance de un clic. Previo pago, o no, depende de la licencia con la que se hayan creado dichos contenidos. Y esto viene a colación por el arduo debate que se plantea sobre la legitimidad o no de los canones digitales y, especialmente, su gestión. ¿Qué ocurrirá cuando los artistas utilicen las licencias de uso libre para su mayor difusión? Tan la una como la otra, las guerras del DVD o del canon digital, parecen obsoletas a la luz del creciente dominio online frente a lo offline.