El valor real cuando no hay mercado
@Jesús Sánchez-Quiñones* - 19/02/2008 nullh Actualizado: 01/01/1970 nullh
Uno de los principios tradicionales de la contabilidad ha sido la prudencia valorativa. Así, en el caso en que la valoración de los activos cotizados sea inferior al precio contable de dichos activos, es necesario realizar una provisión por depreciación por el importe de la diferencia entre el valor de mercado y el valor contable. Mediante dichas provisiones se pretende reflejar la “imagen fiel” de la compañía en cuestión. En términos generales el principio anterior parece poco discutible, hasta que se intenta aplicar en la práctica.
Hay que distinguir tres tipos de activos para la aplicación del “valor real”. En primer lugar, los activos para los que es muy sencillo observar su “valor de mercado” por cotizar en mercados líquidos. En segundo lugar, aquellos activos que aun no teniendo un mercado líquido, su precio se puede inferir de la cotización de activos similares. El tercer grupo es el que genera más problemas. Se refiere a activos con muy escasa liquidez, en los que las valoraciones se determinan de acuerdo con asunciones de la dirección de compañía. La mayoría de los activos creados por la innovación financiera en los mercados de crédito se incluyen dentro de este grupo.
Al estar la valoración de estos activos sujeta a determinadas hipótesis o asunciones por parte de las compañías, es lógico que en momentos como los actuales existan tensiones con los auditores, quienes soportan una responsabilidad creciente en su trabajo. Una endurecimiento sustancial de las asunciones puede llevar a reducir sensiblemente la valoración de los activos en cuestión ocasionando pérdidas contables ingentes, sobre todo en las entidades financieras. Excepto en los casos de “fallidos”, se trata de pérdidas contables por provisiones, pero no una merma de los flujos de caja de las entidades. No obstante, un elevado montante de las provisiones podría poner en juego la solvencia de determinadas entidades financieras.
Un ejemplo claro del efecto pernicioso que puede llegar a tener la determinación del “valor real” es el caso de los resultados de las aseguradoras monoline de EEUU. Dichas compañías aseguran el pago de los intereses de determinadas emisiones, y el principal al vencimiento. MBIA, una de las principales monoline, al valorar sus activos al valor real de mercado ha comunicado al mercado unas pérdidas de 3.500 millones de dólares, aunque la compañía considera que las pérdidas reales no superan los 200 millones. De ser correcta la consideración de la compañía, la diferencia, 3.500 millones se recuperarían contablemente durante la vida de los productos asegurados. El problema radica en que las pérdidas contables, aunque sea por provisiones, pueden llevarse por delante a la compañía y ocasionar a su vez otra ronda de provisiones en todo el sector financiero.
No todas las partidas del activo de las entidades financieras se comparan con el valor real. Así, los bancos y cajas no tienen que realizar esa comparación con el valor de mercado para aquellos activos que se encuadran dentro de la cartera de inversión, aunque las pérdidas latentes sean importantes. Algo parecido ocurre con las compañías de seguros cuando los compromisos futuros están casados con determinados activos. En ese caso no es necesario comparar el valor de los activos en contabilidad con el que tendrían si se deshiciera la posición en el mercado.
La actual crisis financiera tiene mucho que ver con la aplicación del valor real en la contabilidad. Es claro que los créditos fallidos se tienen que provisionar, pero cuando estos créditos se han titulizado y transformado en productos financieros a través de vehículos de inversión diversos, un cierto porcentaje de fallidos afecta a la valoración del 100% de los créditos, aunque la mayoría de ellos no sean ni vayan a ser fallidos. A su vez, las provisiones realizadas en determinadas entidades lleva aparejadas la pérdida de calificación crediticia (rating) de dichas entidades, lo que ocasiona la pérdida de valor de las emisiones realizadas por dicha entidad.
No existe solución perfecta ni fácil a la situación actual, pero una modificación de la normativa sobre el “valor real de mercado” de determinados activos podría suponer un alivio considerable. Si en la crisis latinoamericana de los 80 los principales bancos mundiales hubieran tenido que seguir las normas de comparación con el valor real de mercado para sus préstamos en balance, habrían llegado a ser insolventes. Las autoridades les permitieron mantener los valores contables de sus préstamos no fallidos, evitando así la generación de pánico entre los depositantes de los bancos como los provocados por las recientes imágenes de las colas de Northern Rock.
La economía es confianza y la valoración real de mercado de aquellos activos sin mercado está ocasionando un círculo vicioso de desconfianza.
*Jesús Sánchez-Quiñones, director general de Renta 4
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Ese escenario es de 'color hormiga'
@José Ramón Iturriaga* - 14/02/2008
@Ignacio Rodríguez Añino* - 13/02/2008
Envidiable supervisión Bancaria
@Jesús Sánchez-Quiñones* - 12/02/2008
@José Ramón Iturriaga* - 07/02/2008
@Ignacio Rodríguez Añino - 06/02/2008
Acerca de...
A través de este espacio, Jesús Sánchez Quiñones de Renta 4, Ignacio R. Añino de M&G Investments y Yosi Truzman de ACF, interpretan y comparten con ustedes, de martes a jueves, la Información a la que, por su Privilegiada posición en el mercado, tienen acceso. Este blog pretende ser, para todos los interesados en los mercados financieros, un lugar de encuentro cordial y debate intenso.
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