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Ni ‘Plan A’, ni ‘Plan B’. Florentino Pérez y Pierre Gadonneix, presidentes de ACS y EDF, respectivamente, tienen perfectamente diseñado desde el principio un único plan de asalto a Iberdrola que contempla la utilización de Fenosa como moneda de cambio con el grupo galo para el asalto a la eléctrica. No habrá OPA de ningún tipo. EDF se ha comprometido a tomar en torno a un 25% de la eléctrica española tras el 9-M. Ese porcentaje, sumado a los paquetes de la propia ACS y la caja vasca BBK, debería permitir desalojar de la presidencia a Sánchez Galán.

Tras los palos de ciego iniciales que el secretismo de los protagonistas ha obligado a dar a los medios de comunicación, se va conociendo la naturaleza de un plan ahora en punto muerto hasta que no se despeje la incógnita electoral del 9 de marzo, pero cuyos detalles están ya muy extendidos en la cúpula de la propia Iberdrola, en el Grupo Caixa (naturalmente en Repsol y Gas Natural), amén de banca de negocios y algún que otro bufete de abogados. El diseño del mismo excluye la necesidad de lanzar una OPA.

De acuerdo con las fuentes, el grupo público francés Électricité de France (EDF) se ha comprometido a comprar hasta el 25% del capital de Iberdrola en cuanto la situación política española aclare quién será el inquilino de la Moncloa durante los próximos 4 años. Ese paquete, sumado al 12,2% que de forma directa e indirecta controla ACS (la información oficial de Iberdrola solo le reconoce el 7,2%), y a idéntico porcentaje que a su vez posee la caja de ahorros vasca BBK, dispuesta según ello a secundar los planes de Florentino, deberían permitir “una salida honorable” de la presidencia a Ignacio Sánchez Galán.

Como se ha señalado en este diario en repetidas ocasiones, la posición real de la BBK en este conflicto es un misterio que solo se desvelará al final del drama. Sánchez Galán se declara convencido de la fidelidad a su persona de la caja vasca -y de su mentor final en la escala jerárquica, el PNV-, pero fuera de él es mayoritaria la opinión que sitúa a ambos en la esfera de intereses de Pérez. Ayer mismo, el secretario general de los socialistas vascos, Patxi López, presentó una propuesta para que el Parlamento vasco apoye una Iberdrola que “mantenga su condición de empresa vasca de la energía” y que “desde su ubicación en Euskadi, y sin que se fragmente, continúe ejerciendo de líder del sector energético y apostando por las nuevas fuentes de energía renovables”.

Mantener la capitalidad en Bilbao

El texto de la moción vale lo mismo para un roto que para un descosido, puesto que la estrategia de Florentino Pérez no plantea la segregación de ninguno de los activos españoles de Iberdrola (aunque el acuerdo con EFD le obligue a perder su condición de multinacional), y el propio Pérez se ha comprometido ante el Gobierno vasco, entre otras gabelas, a mantener la capitalidad en Bilbao. Una cosa está clara: el porcentaje de BBK puede y debe resultar determinante a la hora de inclinar la balanza a uno u otro lado.

Una vez Sánchez Galán fuera de la presidencia, Pérez y Gadonneix procederían a un intercambio de activos por el que el grupo galo saldría del capital de Iberdrola a cambio del 45,3% que ACS posee en Unión Fenosa (extremo adelantado ayer por el diario ABC) y la toma de control de Scottish Power. De acuerdo con las fuentes, la compañía escocesa podría incluso integrarse en Fenosa. El gigante galo ha mostrado su interés por “los activos, contratos y licencias de producción y comercialización de gas propiedad de Fenosa”, que es precisamente lo que no tiene: gas. El tercer grupo energético español pasaría, pues, a estar controlado por una empresa extranjera mayoritariamente controlada por el Estado francés (casi el 86%).

El horizonte de Iberdrola quedaría despejado para un Florentino Pérez dispuesto a reinar en solitario como accionista de control de la eléctrica, con el apoyo de las distintas Cajas de Ahorro que actualmente forman el núcleo de accionistas estables que respalda a Galán, y a quienes Pérez lleva mucho tiempo cortejando (ver noticia en este diario) para convencerles de que vendan sus participaciones a EDF cuando se lance la operación o bien se sumen al proyecto de nueva Iberdrola liderado por ACS, cuya segunda parte no podría ser otra que una fusión con Gas Natural, del brazo de la buena relación que une a Florentino con Isidro Fainé (La Caixa) en el accionariado de Abertis.

Acuerdo pactado con Gobierno y PP

En el esquema descrito, EDF no permanecería en el accionariado de Iberdrola, lo que permitiría al presidente de ACS vender la “españolidad” de la eléctrica y vencer así la eventual resistencia de los dos grandes partidos a la entrada de un gran grupo extranjero, público por añadidura, en el capital de la primera eléctrica española. En frase de Pérez a los políticos, “yo garantizo la españolidad del campeón nacional que ustedes persiguen”. De acuerdo con las fuentes, “todo está pactado tanto con el Gobierno Zapatero como con el Partido Popular”, lo que explica el bajo nivel de la protesta de Mariano Rajoy, reducido a una declaración en Valladolid oponiéndose al troceamiento de Iberdrola.

Si admitimos, que ya es admitir, que enajenar los activos en el exterior de Iberdrola (Escocia, México y otros) no es desgajarla, entonces no cabe duda de que Pérez tiene razón. “La obsesión de Florentino es controlar la primera eléctrica española”, señalan las fuentes. En el fondo, y al final del proceso, se trataría de cambiar a un presidente por otro, un Galán por un Pérez, en un trueque, casi un capricho, en el que podrían salir perdiendo los intereses estratégicos españoles y seguramente los de los consumidores, teniendo en cuenta que, compitiendo con la actual Iberdrola, los españoles podrían tener un tercer grupo energético importante resultado de la fusión, ésta sí de libro, entre Fenosa y Gas Natural.

El esquema descrito, con todo, está sometido a tal cúmulo de contingencias –entre ellas, y no las menores, las políticas- que la operación entera podría derrumbarse como un castillo de naipes. Las incógnitas son muchas, tal que las dificultades de EDF para hacerse con ese 25%, teniendo en cuenta que no hay mucho donde comprar, a menos, claro está, que la oferta del grupo galo a cajas e inversores institucionales fuera tan atractiva que resultara imposible rechazarla. Una variante del plan descrito consistiría en que fuera la propia ACS la que, con el dinero obtenido en la venta de su paquete en Fenosa, incrementara su participación en Iberdrola hasta el nivel necesario para, con el apoyo de BBK, forzar la salida de Sánchez Galán.

Dentro del penoso, por silente, espectáculo que la CNMV está protagonizando en esta pelea -¿sabe ya qué personas físicas y/o jurídicas compraron acciones de Iberdrola los días 21, 22 y 23 del pasado enero, con el valor en mínimos?-, algunas fuentes aseguraron ayer a este diario que EDF podría controlar ya directamente cerca de un 3% de Iberdrola, y un porcentaje similar de forma indirecta, mientras que ACS habría aumentado su participación, directa e indirecta, hasta el 16% en el reciente tobogán bursátil.

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