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La presión fiscal volvió a subir en 2007. Los datos preliminares de la Intervención General indican que el año pasado los recursos en manos del Estado (incluyendo impuestos y cotizaciones sociales) crecieron hasta representar el 36,8% del Producto Interior Bruto, nuevo máximo histórico. Ese porcentaje supone un avance de tres décimas respecto del año anterior, y tiene su origen en el fuerte incremento de la recaudación a lo largo del ejercicio. Cada décima de PIB supone unos 1.000 millones de euros, por lo que el incremento de la presión representa unos 3.000 millones ‘extras’ para el conjunto de las administraciones públicas (Estado, CCAA, corporaciones locales y Seguridad Social).

Aunque las cifras correspondientes al mes de diciembre todavía no se conocen -serán publicados el próximo día 21- los datos hasta noviembre indican que los recursos financieros del Estado crecen al 11,4%, prácticamente cuatro puntos por encima del PIB en términos nominales (con inflación), lo que permite augurar que la presión fiscal seguirá creciendo, en línea con lo que ha ocurrido desde hace prácticamente 15 años. Ese 36,8% de presión fiscal aparece, de hecho, en el Programa de Estabilidad enviado por el Gobierno español a la Comisión Europea el pasado mes de enero.

Según ese documento, el total de los ingresos públicos habrá representado el 40,8% del PIB en 2007, mientras que los gastos serán equivalentes al 39% del Producto Interior Bruto, lo que explica el superávit presupuestario previsto por el Ejecutivo: 1,8 puntos del PIB. Ese dato, sin embargo, es muy probable que sea revisado al alza, tal y como han sugerido en las últimas semanas el presidente Zapatero y el ministro Solbes, por lo que si se confirma lo anunciado es muy probable que el aumento de la presión fiscal sea , incluso, superior, a esas tres décimas reconocidas hasta ahora de forma oficial.

El incremento de la presión fiscal tiene que ver, fundamentalmente, con la fuerte expansión de la recaudación por impuestos directos, en particular el tributo que grava los beneficios empresariales (Sociedades), toda vez que la imposición indirecta (principalmente IVA) fue perdiendo fuelle a medida que avanzaba el ejercicio. En concreto, la presión fiscal de los impuestos indirectos (que gravan el consumo) habrá pasado de representar el 12,4% del PIB al 12,1%, mientras que, por el contrario, la imposición directa subirá del 11,7% al 12,2% del Producto Interior Bruto.

El aumento de la capacidad recaudatoria del Estado tiene una doble explicación. Por un lado, la mayor actividad económica genera mayores recursos para las administraciones públicas, tanto por vía impositiva como por cotizaciones sociales al aumentar el volumen de empleo. El caso más evidente tiene que ver con los ingresos derivados del Impuesto de Sociedades, ya que al haberse disparado los beneficios empresariales, la recaudación crece en la misma línea. Y lo mismo sucede cuando la economía es capaz de crear nuevos puestos de trabajo.

La segunda explicación, sin embargo, tiene un significado distinto. Tiene que ver con lo que los expertos denominan presión fiscal ‘en frío’, es decir, cuando los impuestos (a legislación constante) suben no porque aumenten los tipos de gravamen, sino por el efecto de la inflación. Esto ha sucedido de manera recurrente con el Impuesto sobre la Renta, ya que al tratarse de un impuesto progresivo los tipos impositivos se aplican sobre basas más altas, sin que necesariamente el contribuyente haya visto crecer su renta. Para evitar este subida ‘en frío’, lo que habría que hacer es rebajar la tarifa del impuesto en la misma medida que crezcan los precios, pero esto normalmente no se hace. De hecho, el Gobierno se ha visto obligado en 2008 ha deflactar la tarifa para evitar una nueva subida de la presión fiscal, tal y como publicó El Confidencial.

El alza de los precios influye también en la recaudación de impuestos tan importantes como el IVA o el de Transmisiones Patrimoniales, ya que al ser las bases más elevadas, la recaudación es lógicamente mayor.

La presión fiscal de España, en cualquier caso, continúa por debajo de la Unión Europea. Con datos de 2006, la media de la UE a 15 se situaba en 40,8%, mientras que en la Unión Europea con 25 miembros alcanzaba el 40,2%. Es decir, casi cuatro puntos por encima de España.

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