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Los hijos bastardos de Gordon Gekko (I)

@Nacho Cardero.- - 17/12/2007

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Los hijos bastardos de Gordon Gekko (I)
 

“¡Tí-ra-te, tí-ra-te, tí-ra-te!”, coreaban sus compañeros. Era un ritual casi místico, un mantra tan excitante como los dígitos fosforito de los frisos de la bolsa y tan rugoso como un billete de dólar. Cada vez que uno de los vendedores levantaba el puño para indicarle al jefe de sala que estaba a punto de cerrar una operación, el resto aparcaba lo que se traía entre manos, se levantaba de sus sillas y se ponía a dar palmas y a jalear como espectadores de un circo romano: “¡Tí-ra-te, tí-ra-te, tí-ra-te!”. La víctima se encontraba al otro lado del teléfono y era un inversor poco cauto. Puede que condujera un deportivo híbrido o que llevara fajos de billetes de quinientos escondidos en el cinto, pero era una presa fácil, susceptible de ser engañado por un habilidoso charlatán de feria. Cerrar el puño significaba, como poco, una transacción de 400.000 euros.

El vendedor estaba subido a la mesa y gritaba al cliente que era una operación que no podía dejar escapar, una que jamás le iban a ofrecer en su gestora o sociedad de valores, pero ellos sí porque ellos tenían mejor información que nadie, y eso iba a hacer que su dinero se multiplicara a la velocidad del sonido. El cliente quería interrumpirle, pero no podía. Quería decirle que ya le había hecho perder la mitad de sus ahorros y que estaba escarmentado, pero el vendedor le hablaba con tal convicción, tan aceleradamente, que él se limitaba a escuchar emocionado en un estado de priapismo casi adolescente. Empezaba a verlo todo en champagne y oropeles. Era la décima llamada que recibía en la última semana. Le habían adulado, le habían presionado, le habían contado intimidades que ni siquiera él desvelaría a sus amigos. Ahora estaba a punto de caer.

“¡Tí-ra-te, tí-ra-te!”. Los compañeros de sala se colocaban formando dos filas paralelas, mientras el vendedor se movía nervioso de un lado a otro de la mesa pisando papeles, agendas y marcos vacíos. Acababa de cumplir los veinticinco, tenía melena alborotada, traje de marca a medio planchar y un reloj Tag Heur Mercedes Benz. Los compañeros se agarraron los brazos unos a otros hasta conformar un muñido colchón humano. “¡Tí-ra-te, tí-ra-te, tí-ra-te!”. El comercial hablaba muy rápido, como si estuviera retransmitiendo una carrera de galgos, o mejor aún, como si fuera un galgo.

La perorata (“estas acciones suben más de un 10% en dos semanas”) y la lluvia de escupitajos no cesaron hasta que escuchó ding-dong en sus oídos. Entonces el vendedor tranquilizó el gesto, cerró con fuerza los párpados, apretó la mandíbula y, sin soltar el celular, se tiró desde la mesa dejando caer sus setenta kilos de capitalismo joven y embrutecido sobre los brazos de sus compañeros. Había cerrado la operación.

Esta imagen es real y explica la forma en la que trabajan esos chiringuitos financieros que, escondiéndose en el ambiguo manto de la asesoría, operan en las bolsas sin tener permiso para ello. Campan a sus anchas en el mercado nacional y aparecen y desaparecen a conveniencia, según van notando en el cogote el aliento de los organismos reguladores y la justicia. Cuando ven que los tienen cerca, se mudan a unas oficinas próximas, a veces hasta en el mismo edificio, se cambian de nombre y suman un par de números más al teléfono de la centralita para dar el pego.

La mayoría de los responsables y trabajadores de estas compañías proceden de Golden Broker (Aurea Inversiones). Esta sociedad, con un nombre que parece una mezcla de película de James Bond y puticlub de carretera comarcal, fue el mayor chiringuito financiero que haya existido jamás en España. Se constituyó a finales de 2005 y el tamaño que alcanzó fue tal que en poco tiempo despertó las suspicacias de los organismos reguladores y de la gran banca privada, a la que en muchos casos ganaba en facturación y márgenes. El 31 de julio de 2006, la CNMV decidió cerrar la red societaria de la que pendía Golden Broker. A los pocos meses, responsables y trabajadores de este chiringuito, advertidos del chollo que suponía un negocio de estas características, se embarcaron en la aventura de montar el suyo propio. La Justicia no parecía asustarles.

-Ahora debe de haber siete u ocho en Madrid –dice un antiguo empleado de Golden Broker-. Los chiringuitos siempre existirán. Nosotros ingresábamos millones y millones de euros todos los meses. Dime qué empresa conoces que ingrese tanto dinero.

-Pero no son legales.

-Legal es legal desde el punto de vista en que se firma un contrato con el cliente.

-Explícate.

-Cobrábamos una comisión desproporcionada por cada operación que realizábamos, pero el cliente lo firmaba, así que era legal. Moralmente es otra cosa, porque nosotros sabíamos que nos íbamos a quedar con su dinero y que, en tres o cuatro meses, el cliente iba a quedar arruinado. Mi trabajo estaba muy bien pagado pero no compensaba. Yo no podía dormir por las noches.

A sus empleados los fichan recién salidos de la facultad, con veintitrés o veinticuatro años, aunque los prefieren sin estudios. No quieren lumbreras de matrícula de honor. Sólo quieren chavales que hagan pocas preguntas y a los que les guste mucho la pasta. Cuando firman el contrato de trabajo, la dirección les obliga a ver una película, El Informador (Boiler Room), que viene a ser algo así como las Sagradas Escrituras del sector. Su argumento trata sobre una firma de bolsa, JT Merlin, trasunto del prestigioso banco de inversión JP Morgan, una compañía que tiene como cabezas visibles a un jefe conocido como el ‘rey de las ventas’ y a un implacable ejecutivo, interpretado por Ben Affleck, que se encarga de la formación de los recién llegados: “La pregunta no es si os vais a hacer millonarios, sino cuántos millones de dólares vais a ganar”. Les enseña a vender acciones de empresas fantasma, a coger el teléfono igual que si fueran a meter una canasta de tres en el Madison Square Garden, a gritar al cliente, y adularle, y humillarle, y hacerle saber que todo el mundo se está forrando menos él (“Tí-ra-te, tí-ra-te, tí-ra-te”).

En El Informador, todos los personajes se saben de memoria los diálogos de la película Wall Street, en especial los de Gordon Gekko, ese yuppie de tirantes, genial y engreído, que tiene contratado a Dios como corredor de bolsa, al que le gustan los coches grandes y las mujeres rubias, fuma cigarros cubanos y vive en una mansión blanquinegra que hubiera firmado el mismísimo Richard Meier. El papel está interpretado por Michael Douglas y por él le dieron un Oscar. “Juego a la bolsa desde el 69. La mayoría de esos economistas de Harvard no sirven para nada, hace falta un tío listo y hambriento, y sin sentimientos. Unas veces pierdes, otras ganas, pero sigues luchando y, si quieres un amigo, te compras un perro”, decía Gekko. En El Informador todos quieren ser como Gordon Gekko. Los chavales que trabajaban en Golden Broker, también.

¿Cómo recomprarle tu alma al diablo?

En estos chiringuitos financieros, se cobra una media de seis mil euros netos al mes. Allí todo es en ‘neto’ porque a nadie le gusta hablar en ‘bruto’. Eso es de pobres. Sólo tienen veintitrés años y se pueden permitir caprichos que sus padres jamás hubieran soñado. Son charlatanes, los mejores vendedores que se puedan ver hoy día. Los educan para ello. Son capaces de vender su alma al diablo por un precio y después recomprársela por la mitad. Saben de bolsa lo justo, no son brokers, ni analistas financieros. Sólo son comerciales.

“Le dirán que la oferta es exclusiva y se limita a un selecto número de personas, entre ellos usted. También intentarán hacerle creer que le están ofreciendo información privilegiada. Todo falso. Sólo pretenden que se decida rápidamente, sin tiempo para pensárselo o pedir consejo”, advertía la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) sobre los chiringuitos financieros en un informe de 2007. Para la OCU, se trata de un tocomocho de cuello blanco, donde unos individuos con mono por el dinero y el lujo emplean sus artes para ‘engañar’ a inversores de rentas altas, personas que, en teoría experimentadas en la materia, aparcan el raciocinio y dejan paso a un primitivo homo ludens cuando se les empieza a hablar de pelotazos millonarios.

“A uno de los socios de la OCU le propusieron invertir 4.500 euros en warrants de Nokia, operación con la que, según la compañía, obtendría una revalorización de un 30%. A cambio de este asesoramiento, el cliente tuvo que pagar, cuando firmó el contrato, una comisión nada más y nada menos que de… ¡1.500 euros! Al llegar esos warrants a vencimiento, el socio ha perdido todo lo invertido. Pero eso no es todo. Cuando su puso en contacto con la entidad, a ésta sólo se le ocurrió recomendarle que para recuperar su dinero volviese a invertir, esta vez en divisas y pagando nuevas comisiones, algo a lo que nuestro amigo se negó”, relataba la OCU en su informe.

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Opiniones de los lectores (28)

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28. usuario registrado emilio18/12/2007, 12:23 h.

La falta de control del sistema financiero y de empresas financieras no registradas ni controladas como tales (Forum, Afinsa etc.)trae como consecuencia estafas masivas o mala gestión de las inversiones. Hoy sale la noticia de la investigación de dos gestores de fondos de Bear Stearns que arruinaron hedge funds con su mala gestión. Se abrió la invetigación, porque parece ser que retiraron su dinero particular por el mes de abril, cuando le vieron las orejas al lobo; a pesar de ello, siguieron recomendando a los inversores sus fondos de gestión libre hasta que se produjo la ruína. Muchos brokers y gestores de fondos son niñatos de famiia bien que después de licenciarse en económicas, hicieron un máster y a trabajar en un Banco de inversión, recomendación no les faltó (por supuesto, no siempre es así). Acostumbrados al dinero fácil y a jugar con él, es lo que hacen al gestionar los fondos o, abusando de la confianza de los compradores, empaquetar activos de calidad con activos basura(subprime). La falta de control es la culminación de la máxima neoliberal de más mercado(financiero) y menos Estado. Total el Estado ya es un títere en manos del poder financiero-económico.

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27. gileramxr18/12/2007, 11:33 h.

A mi me llamaron una vez de un chiringuito, y por la llamada que recibió otro conocido mío deducimos que habían cogido los datos de Selftrade. A otra persna que conozco le llamaron de "Sicra Consultores" y ni corto ni perezoso compró no se cuantas acciones de Sinovac Biotech. Luego me preguntó que que pensaba, y como de aquella Jazztel estaba a euro y subiendo, le dije que si quería ganancia lo metiera en la operadora. Me contestó "¿pero Jazztel es arriesgado no?".

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26. comercial17/12/2007, 18:59 h.

a ver,,yo entiendo que si usted no sabe como funcionan estas empresas, patalee y piense que la culpa es de los brokers, serios y regulados, pero la realidad,,es que comerciales sin escrupulos, consiguen qu epardillos les den unas comisiones increibles por ideas y opiniones sobre bolsa, y estos se los crren e invierten. Lo que le pase al particular, da igual,,,se le convencera otro dia,, pero a 100 clientes al mes, por 1.500 euros de minimo..y eso solo en la captacion,, más luego, lo que se le saca en otras operaciones,, es facil pagar porsches, etc.

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25. comercial17/12/2007, 18:58 h.

a ver... en la ruleta se pierde jugando 10 veces seguidas,,por que solo se gana las posibilidades son de 137. a rojo o negro...son de un 50%, y se pierde, pro que en las rachas malas, la banca sigue, y el jugador ha de retirarse. Los stop loss y el money managment dicen que si cuando se gana se gana el doble de los que se pierde, en el medio plazo,slavo que se sea un cafre con los aciertos, al final se gana. Pero a qui a lo que vamos,,es que ese lujo, se gana con el tiempo,,en madrid hay mas de 10 chiringos trabajando desde pisos particulares. Los grandes, con sus lujos, son esos que empezaron en un piso pequeño, y han vendido bien la moto. Los brokers, NO dan contrapartida, ni en futuros, donde lo da la camara, ni en los warrants, donde se compran a un emisor, ni en acciones.

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24. laurel254117/12/2007, 18:41 h.

Esto es como la ruleta. Si juegas tres veces puede que ganes juega 10 seguidas y te digo lo que te queda. En los mercados, aplicando esa misma teoria junto con un stop loss cortito y dudo que llegues a la sexta "tirada" Estos chiringuitos (los bien montados) se basan en un broker que los financia para darles ese halo de lujo. Estos brokers sistematicamente son la contrapartida de las ordenes que ejecutan. Si el cliente pierde ellos ganan, esto es un mercado suma cero. Aun asi no hay mas ciego que el que no quiere ver..... que me parece que es tu caso.

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