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Vueling no despegó ayer en bolsa. La aerolínea de bajo coste permaneció toda la jornada suspendida -hoy cae un 8% en su regreso- a la espera de que aclarara ciertas informaciones respecto a las posibles pérdidas de 50 millones con que cerrará 2007, revisión a la baja (profit warning) que tendría prevista comunicar en los próximos días fruto de los malos resultados operativos que está cosechando. Sin embargo, el hecho relevante de ayer sólo hizo referencia a la no ejecución del crédito fiscal.

Tres meses atrás, al cierre del primer semestre, Vueling ya presentó unos resultados "un tanto decepcionantes", según el propio consejero delegado, Carlos Muñoz, que habló en estos términos para referirse a unas pérdidas de 25,6 millones de euros, respecto a los beneficios de 4,9 millones del mismo período de 2006. Entonces, Vueling tenía prevista una facturación de entre 400 y 425 millones para 2007 que ya rebajó a una horquilla de entre 370 y 383 millones.

Todas estas turbulencias provocaron la semana pasada la dimisión de los tres consejeros de Inversiones Hemisferio, sociedad perteneciente a la familia Lara (Planeta), y entre los que se encontraba José Miguel Abad, presidente de Vueling desde su fundación y máximo representante del primer accionista de la compañía, con un 15,78% del capital, que acumula unas plusvalías latentes, con las acciones a 11 euros, de cerca 30 millones.

Aunque la situación de Vueling no es excepcional. Spanair, la aerolínea controlada por la escandinava SAS, se pasea por los mostradores del resto de operadoras e inversores sin que nadie se decida a dar el paso. El banco de inversión UBS tiene en este mandato de venta una patata caliente, dada la dificultad para colocar a la compañía. Ni siquiera Gonzalo Pascual, presidente de la aerolínea, se ha decidido a comprar a sus socios su paquete de control.

Más rara aún es la actual situación de Iberia. En venta desde hace meses, al menos con sus cuentas abiertas a posibles interesados, ninguno de los consorcios presentados (TPG-British, Air France o Lufthansa) ha realizado una oferta en firme. Todo han sido amagos que se han ido demorando en el tiempo, hasta el punto de lastrar el precio de las acciones de la aerolínea bandera por debajo del posible precio de la OPA.

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