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La noticia se conocía poco después de las cinco de la tarde. En uno de esos restaurantes vascos cercano a la Bolsa donde se dan cita financieros de pro, banqueros de inversión y empresarios de postín, el titular corría como la pólvora. Rato abandona el Fondo Monetario Internacional en octubre. ¡Qué alegría, vuelve Rodrigo Rato! ¡Ya era hora! ¡Falta le hace al PP! ¡Refuerzos para Rajoy!

Rodrigo Rato, que fue descabalgado por Aznar en la terna para su sucesión, porque decidió dedo militari que debía ser Rajoy, cenaba hace dos días en un restaurante de Washington con dos de sus niñas y una nurse. Estaba cariacontecido. Ya había decidido volver. Es difícil soportar la burocracia de un organismo como el FMI y el tute de viajes inacabables que origina el cargo como director gerente del Fondo Monetario Internacional.

Se va después de la tormenta de Wolfowitz, el hombre que enchufó a su novia con un sueldo de aúpa. Era demasiado plantear una crisis en los dos organismos con un anuncio en paralelo. De hecho, el escándalo de nepotismo de Wolfowitz, dicen los que le conocen, le obligó a aplazar su decisión antes de agotar los plazos en 2009.

Razones personales, circunstancias familiares, educación de sus hijos son motivos esgrimidos en el comunicado difundido en inglés por el FMI, aunque todos indican que vendrá a Madrid para iniciar una nueva vida.

Su separación, igual que la de Cascos o la de Villalonga, marcaron momentos difíciles en las relaciones de los tres con la pareja Aznar-Botella. Vuelve ahora a la actualidad política y empresarial española.

En círculos cercanos a Rato insisten en que se dedicará exclusivamente al mundo de la empresa privada, aunque la posibilidad de que salte a la política activa en primera línea de fuego ha hecho que muchos dirigentes del PP se removieran en sus sillones en la sede de Génova ayer tarde. Pese a ellos, todos le dieron la bienvenida.

¿No podría haber esperado unos días a que se hubiera celebrado el Debate del Estado de la Nación para hacer este anuncio?, se preguntan algunos periodistas políticos de colmillo retorcido. Menudo favor le ha hecho a Rajoy

En el ámbito empresarial alguno de los presidentes nombrados por Rato en su etapa como ministro de Economía sondeados no había hablado con su amigo en las primeras horas de la tarde de ayer, no sabían nada, y les parecía normal, incluso se felicitaban por la buena nueva.

En un momento tan convulso como el actual en el mundo empresarial español y tras las últimas muescas en el currículum de Rodrigo Rato, nadie se atrevería a poner en duda sus capacidades como primer espada de cualquiera de las grandes compañías españolas de mayor capitalización. Nadie como Rato podría limar asperezas mejor con el PP en el caso de empresas que se han distanciado últimamente del partido. Todo son especulaciones de fundamentos limitados.

Generalmente las grandes decisiones que suelen tener influencia en la vida política y empresarial de los pueblos se deben a cuestiones personales.

A Rato se le espera con ansiedad, otra cosa es que ocurra como en la etapa de Almunia cuando se anunció que volvía Solana a la política. Fue una tormenta en un vaso de agua. Sin embargo, la expectación creada por Rato para que vuelva a empezar es amplia en círculos políticos y sobre todo empresariales. Que corra el aire.

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