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Lunes, 25 de junio de 2007 (Actualizado a las 15:03)
 
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PUNTO DE VISTA

Cómo multiplicar la deuda empresarial exponencialmente sin sufrir aparentemente demasiado

@Jesús García - 25/06/2007

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El desliz del director financiero de Gas Natural en los cursos de la Asociación de Periodistas de Información Económica en Santander es un soplo de aire fresco para los periodistas financieros acostumbrados en general a las medias mentiras empresariales, verdades a medias, comentarios ociosos, hechos relevantes de cartón piedra y comunicaciones variadas de un párrafo redactado por el departamento jurídico, por si acaso.

Alberto Valdés Figueroa, al que seguramente sus jefes se lo pensarán antes de dejarle salir otra vez a un curso, y menos de la APIE, ha hecho, sin embargo, un auténtico favor al low profile perseguido por el equipo directivo de Gas Natural, que resultados tan dispares provocó en la última de sus opas fallidas.

El señor Valdés explica al dedillo cómo una empresa con una deuda de 3.100 millones de euros -es decir de casi nada para los tiempos que corren- podría multiplicar exponencialmente su deuda sin que ni siquiera las agencias de calificación se molestaran. Ahí van sus explicaciones literales.

Dijo Valdés que “la capacidad de endeudamiento de la compañía es infinita, porque nuestro ratio es del 33% sobre los recursos propios y la media del sector está en el 50%”. La empresa podría llegar a doblar ese endeudamiento y mucho más, ya que pueden llevar a cabo emisiones de deuda estructurada, acciones preferentes “que se consideran capital. Además, una vez realizada la adquisición, la capacidad de endeudarse se dobla por que se tienen en cuenta los activos comprados”.

El directivo de Gas Natural no hizo de esta manera más que describir lo que llevan haciendo todas y cada una de las grandes constructoras en la última década. Y además de eso, comprando empresas con una gran capacidad de generación de caja. Lo que pasa es que las constructoras, que antes eran coto vedado de los ingenieros de caminos, se han llenado de financieros de penúltima generación y le han echado muchos más arrestos que los empresarios procedentes del sector industrial.

Por eso, Acciona se come Endesa y Gas Natural no se come una rosca. Por supuesto, que hay que tener en cuenta otros asuntos políticos, pero seguro que las eléctricas o las gasistas -a la vista está- tienen capacidad de apalancamiento suficiente y además capitalizan más que las constructoras. Sin embargo, los tiburones están del otro lado. Se nos olvida decir que la operación de Enel y Acciona no es precisamente amistosa con Pizarro y los suyos, y sin embargo está a punto de cristalizar con éxito, así que el mito de que las opas hostiles no prosperan se acaba de romper.

Estamos, en suma, ante el enfrentamiento atávico de personalidades industriales y financieras. Los que pronto se dieron cuenta del elixir del apalancamiento y los que han tenido que fracasar varias veces para atreverse a formularlo.

Precisamente, sobre esa osadía han construido primero su imperio los Albertos, los March y Florentino Pérez, así como Joaquín Rivero, Luis del Rivero y más tarde Luis Portillo o Enrique Bañuelos. Ya sé que cada uno con distinta suerte. Lo mismo han hecho las segundas generaciones de los Del Pino, con un Ferrovial endeudado hasta los tuétanos, o Los Entrecanales con Acciona, que entró en el club de los de la deuda gorda con los colchones de sus plusvalías acumuladas. Y es que Airtel fue un frenesí.

Ignacio Sánchez Galán ha sido de los que despegó a tiempo para que no le trasegaran Iberdrola y en ello está. Mientras, el último, perdón, el primero de la clase, Emilio Botín, que como banquero domina el campo del crédito mejor que nadie y el de la normativa de fiscalidad y de exigencias de solvencia, parámetros en los que -según Bergés y Ontiveros en interesante artículo de El País del viernes- fundamenta sus operaciones de venta de inmuebles.

En suma, el ejecutivo de Gas Natural mostró el otro día en Santander sin ambages las posibilidades de su empresa a la hora de salir de compras. Hace tiempo que se espera un movimiento. Elegir el momento es siempre difícil en un país en el que política, la economía y la empresa se mezclan de modo explosivo y no habitualmente con los resultados esperados. La capacidad de endeudamiento, por otro lado, no es per sé garantía de éxito aunque sea una característica esencial de las empresas de esta nueva burbuja corporativa.

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Opiniones de los lectores (1)

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1. arbufeteLunes, 25/06/2007, 17:33 h.

Siempre son los mismos, y algunos sin tocarse el bolsillo. Propongo crear la OPR (Oferta Pública de Representación), en sustitución de las OPAS. En cualquier gran empresa el poder (los consejos) lo ostentan siempre los mismos, y no tienen más de un 10% de las acciones. Si aprovechando la globalización, internet y demás medios los pequeños (o no tanto) accionistas delegaran su voto en nuevos grupos que aglutinaran a gente seria, solvente y preparada, con tener un 25% (no más) cambiariamos a todos estos consejos que no invierten caso nada en la empresa que gestionan. Hay que intentarlo, hay medios para ello y sería la revolución de los pequeños.

 

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