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Miércoles, 16 de mayo de 2007 (Actualizado a las 16:09)
 
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Y al final llegó el lobo: explota la burbuja china

burbuja china S.McCoy

@S. McCoy - 16/05/2007

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Pocos activos financieros habrán vivido tantas y tan explícitas advertencias de una posible corrección como las acciones locales chinas. Desde las autoridades nacionales, pasando por las más reputadas casas de análisis e inversión, hasta los más sesudos intérpretes de la situación económica internacional y organismos supranacionales. Todos, absolutamente todos, están de acuerdo: este rally es insostenible y lo que se avecina es una corrección de proporciones gigantescas. Ayer vimos el primer conato. Abróchense los cinturones que esto no ha hecho más que empezar. Viene el lobo, y esta vez de verdad.

Los datos no pueden ser más reveladores. Hasta caída del 3,5% de ayer el CSI300, índice de referencia que se utiliza para las acciones denominadas en yuanes, había subido, tan sólo en 2007, un impresionante 83%, completando una escalada superior al 300% en menos de dos años. El volumen diario negociado superó por primera vez la semana pasada el importe agregado conjunto del resto de Asia, incluidos Japón y Australia y se ha multiplicado por siete en menos de doce meses pese a que su capitalización bursátil apenas es la mitad de la de Japón o Londres. Muchas de las colocaciones bursátiles han cerrado su primer día de negociación con revalorizaciones cercanas al 100% (la última, ayer, del Bank of Communications, se quedó en el 73%). Y el PER del mercado se sitúa en 43 veces frente a las 24 de India, las 18 de Estados Unidos o las 15 de Europa. Si tomamos que el incremento agregado del beneficio por acción en el primer trimestre del año es del 82% podría parecer hasta “razonable”. Aún así, suena mucho, demasiado, a Nasdaq 2.000 versión 2.0.

Frente a esta realidad, los esfuerzos realizados por las autoridades para enfriar el mercado han resultado, de momento, infructuosos. Ni las sucesivas subidas de tipos de interés, ni el incremento de los coeficientes de reserva, ni la venta de activos de renta fija con objeto de drenar liquidez al sistema, ni la normativa para prevenir el insider trading o la compra de acciones por parte de las compañías estatales, ni la posibilidad de que las entidades financieras compren acciones internacionales y desvíen fondos del mercado local han ayudado a estabilizar las cotizaciones. Con un crecimiento de la masa monetaria en abril superior al 17%, gracias al boom exportador, el dinero fluye a espuertas hacia una bolsa a la que, hasta ahora, solo se le ve una dirección. The only way is up, baby. Y mientras los responsables políticos frotándose los ojos al ver, por primera vez, el poder del mercado en todo su esplendor, ignorando unas recomendaciones de prudencia que antes eran palabra de Mao.

Y es que al exceso de liquidez existente en el mercado se une el apetito por las acciones locales de los particulares, aún no escarmentados de la crisis del año 2000 que dejó a muchos de ellos con una mano delante y otra detrás. Los ciudadanos chinos han abierto cuentas de acciones al ritmo de un millón a la semana en el último mes (sólo el 8 de mayo 385.000). La ausencia de rentabilidad que ofrece el dinero en cuenta corriente (2,23% después de impuestos según Goldman Sachs contra el 3% de inflación en abril), la carestía de la vivienda que no se contempla, por tanto, como alternativa de inversión, la imposibilidad de invertir en el extranjero y la fuerte implantación en la cultura china del concepto de azar convierten a la bolsa en prácticamente la única opción. Teniendo en cuenta que gran parte del dinero de los particulares aún se encuentra en efectivo y depósitos a la vista (hasta el 88% del PIB y el 390% del free float del CSI300), que la tasa de ahorro es superior al 50% y que sólo el 7% de la población tiene actualmente una cuenta de valores, algunos analistas se preguntan si el movimiento puede no haber hecho más que empezar.

Desde ese punto de vista, resulta difícil ver cuál puede ser el catalizador que provoque un ajuste de las acciones locales chinas hasta niveles más razonables, una de las condiciones necesarias para que estalle cualquier burbuja. Sin duda la falta de equilibrio del mercado nace por el lado de la excesiva demanda y la estrecha oferta y, por tanto, cualquier mecanismo corrector debería ayudar a reducir o canalizar adecuadamente la primera hacia otros activos (vía impuestos o liberalización de las inversiones en el extranjero) o mejorar la segunda. Pero no serían más que parches y el tiempo corre claramente en su contra. La clave última se halla en el yuan, mantenido artificialmente contra el dólar. En la medida en que las autoridades apuesten por la estabilidad cambiaria como base para el modelo de crecimiento económico del país, lo que se traduce en un exceso de liquidez que el mercado es incapaz de absorber, se pueden encontrar con el estallido de una burbuja bursátil de consecuencias más que imprevisibles para la estructura social de China. Pero, ya se sabe, no hay más ciego que el que no quiere ver. Y cuando se haga la luz, puede que sea demasiado tarde. El lobo está aquí. Sólo hay que esperar que se manifieste.

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Opiniones de los lectores (2)

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2. gandalfitoMiércoles, 16/05/2007, 16:12 h.

Muy interesante, aunque me hubiera gustado que fuera algo más explícito en el tema de la relación del valor del yuan con la evolución bursátil.

1. ChonitaMiércoles, 16/05/2007, 14:58 h.

Mc Coy, estupendo analisis. Te vamos a mandar a Hodar de Expansión para que le des unas clases, que le van haciendo falta.

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